Capítulo 2: Mejor amiga

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Ella le enseñó el carnet pero el portero se dio cuenta perfectamente que se trataba de uno falso, ya que había visto miles de ellos en sus diez años de experiencia. Al principio se mosqueó un poco, estaba harto que niñatos como ella intentaran tomarle el pelo pero, después de echarle una miradita, se le puso dura. Llevaba un vestido negro de cuero corto y apretado, llevaba los labios rojos como la sangre y tenía unos ojos grandes y negros como su melena larga hasta la cintura, era sencillamente atractiva. El portero no la dejó pasar hasta que le diera un 'final feliz'. A ella no le importaba, ya lo había hecho un montón de veces antes, en un cine de adultos, en un callejón oscuro, en el baño de una discoteca cutre. Ella ya se había acostumbrado a tratar así su cuerpo, como el de una prostituta. Así que le dio su 'final feliz' al portero cuarentón y se llevó una bebida gratis por su buen trabajo.

-Puedes volver cuando quieras -le dijo el portero mientras andaba descalza por la acera con los zapatos en su mano izquierda. Se rió y pensó 'cuando llegué a casa llamó a tu mujer, capullo' con el móvil del portero en la mano derecha.

Unas horas más tarde...

Irina se levantó, se puso rápidamente su uniforme que tanto le gustaba -esa fue la razón por las cuales escogió ese instituto- y salió de su cuarto con el mínimo ruido para no encontrarse con su madre.

-¡Irina a desayunar! -dijo la madre casi chillando para que la oyera.

-Mierda -dijo Irina en voz baja para que su madre no la oyera.

Se sentó en la barra de la cocina y su madre le dio un bol con cereales de miel, sus favoritos, y un vaso de leche caliente con dos pizcas de sal para realzar el sabor, como todos los días.

-Sabes... -'ya está otra vez', pensó Irina- esto de que comas siempre los mismos cereales desde pequeña me recuerda cuando tu padre estaba aquí y -empezó a llorar- lo hecho de...

-Adiós mama -le dijo con brusquedad.

Estaba harta de que cada día fuera lo mismo, y se fue de casa dando un portazo mientras la madre seguía llorando en la cocina.

Ese día había cogido el bus más temprano de lo normal para llegar al instituto treinta minutos antes de que las clases empezaran, porque sus amigas, Bea y Carolina, querían ver los chicos que hacían educación física sin camiseta. A todas se le caían la baba, pero a Irina eso no le interesaba. Solo había venido para poder salir antes de su casa y reírse de cómo sus amigas hacían el ridículo.

No se dieron cuenta de la hora y sonó el timbre cuando aún estaban haciendo fotos a los chicos medio desnudos. Esto último a Irina no le gustaba, puesto que lo consideraba acoso, pero no tenían tiempo. Subieron corriendo las escaleras, con pánico para no llegar tarde a la clase del amargado profesor de latín, y a Bea eso le encantaba porque así ejercitaba sus 'muslos de vaca', como decía ella. Irina al no ser muy atlética, tuvo que parar a la mitad de las escaleras para coger aire.

-Seguid sin mi -les dijo.

Mientras se iban corriendo, se quedó unos treinta segundos mirando hacía el suelo, recuperó el aliento, levantó rápidamente la cabeza y, sin querer, debido a las prisas, se chocó con algo que estaba delante suyo. Se cayó al suelo y, cuando alzó la vista, se percató que era una chica de pelo muy oscuro.

-¿Qué coño haces? -le preguntó la chica de pelo muy oscuro cabreada.

-Perdona... no te había... visto... -dijo Irina aún sin aire- tengo prisa, llego tarde a clase...

Cogió entonces un chicle de menta de su bolsillo, se lo puso en la mano de la chica, le sonrío como una cría de cinco años, se despidió y se fue corriendo de nuevo.

-¿Qué? -se preguntó desconcertada la chica-, que chica mas rara... -se dijo a sí misma.

Después de clases...

A Irina le castigaron por llegar tarde por tercera vez esta semana. Su castigo era quedarse después del horario escolar en la clase de reflexión y hacer una redacción de tres páginas sobre la importancia de la puntualidad. Entró en la clase y se sentó en el primer pupitre para zurdos que vio. Sin darse cuenta se puso al lado de alguien.

-¡Ah! La chica de las escaleras -dijo sin pensarlo.

-Tengo un nombre, ¿sabes? -contestó la chica de pelo oscuro

-¿Cómo te llamas? Yo Irina, es un nombre ruso, mis padres me lo pusieron porque se enamoraron de Sant Petesburgo cuando fueron de viaje de novios. ¿Te gusta Rusia? Yo no sé el idioma pero me encantaría ir a clases algún día. ¿Quieres un chicle? Tengo un montón, de fresa, menta, manda..., a no el de mandarina me lo acabé ayer. Por cierto, perdona por el porrazo de esta mañana, al final no ha servido de nada correr. ¿Cómo es que tu estás aquí también? ¿Te han castigado?

Abrumada por todo lo que soltó por la boca en menos de veinte segundos, se quedó en blanco sin saber que responderle.

-Me llamo Rouse, es un nombre Francés -le dijo mientras se reía a carcajadas.

Estuvieron hablando durante todo el castigo, cosa que hizo que volvieran a castigarlas, aunque tampoco les importó. Resultó que Rouse vivía con su abuela debido a que sus padres nunca estaban en casa por trabajo, le daban un montón de dinero como un intercambio a su ausencia. Ella podía gastarlos en lo que quisiera, ya que de lo demás se encargaba la abuela, y lo que empezó como rebeldía para que sus padres le hiciesen caso terminó convirtiéndose en la única forma que sabía vivir. Se colaba casi todos los días en discotecas para mayores de 20 años, tenía sexo con desconocidos, robaba en tiendas de ropa y de discos, se mezclaba con gente universitaria para ir a manifestaciones, quemaba ruedas de coches, le tomaba el pelo a los abuelos y todo esto sin venir casi nunca a la escuela y sacar igualmente sobresalientes. Era como una especie de niña prodigio, por eso solo la castigaban y no la echaban del colegio, les interesaba tenerla allí. Irina sintió admiración y le dijo con plena sinceridad:

-Me gustaría ser como tú.

Allí empezó todo, cada vez se veían más, cada vez Rouse venía mas al instituto. Se complementaban muy bien entre las dos. Rouse le daba más diversión a la vida de Irina, mientras que Irina le enseñó a tener una vida más ordenada y respetar su cuerpo. Empezaron a salir de fiesta juntas, a dormir en casa de una, a hacer pellas de vez en cuando. Rouse ya no vendía su cuerpo por copas gratis y Irina se hizo un piercing en la oreja. Pasaban todo el día juntas y, en poco tiempo, se convirtieron en mejores amigas.

Le dedico este capítulo a weirdo, una chica muy especial que sin ella no hubiera sido capaz de realizar ni esta historia ni este capítulo. Pasaros por su perfil que tiene historias muy picantes, aquí os dejo un link: http://www.wattpad.com/user/mukemakesmefeelalive

IRINA (terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora