Conforme el tiempo pasaba, Seonghwa se creó un falso concepto de felicidad: trabajo, amigos y un gato; según él no necesitaba nada más. Los chismosos que tenía por amigos: Yunho y Mingi se encargaron de mostrarle que, por más que trate de evadirlo;...
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{. Ω .}
—No señorita, aquí no trabaja ningún Mingyu o algo parecido—la recepcionista le contestó.
—Muchas gracias—dijo ya cansada, ¡Valla que su investigación era aburrida! Era la tercera empresa de más alto nivel en la que preguntaba, si aquel extraño o posible secuestrador no estaba en la última empresa iba a quemar todo.
Si el tipo tenía el carro del año—Que no era para nada barato—eso significa que sus ingresos eran bastante buenos, por lo que decidió investigar en las empresas prestigiosas.
Si no se equivoca la última empresa que visitaría era una constructora con alto nivel, si el tal Mingyu no trabajaba ahí iba a reconsiderar de dónde demonios sacó semejante auto.
Caminó unas cuadras más hasta llegar a la puerta del edificio, caminó hasta llegar a la recepción.
—Disculpe señorita, estoy buscando a alguien llamado... ¿Mingyu?—consultó.
La recepcionista se quedó en silencio pensando como le diría a la mujer que necesitaba... específicaciones; no es como que no conociera a las personas que trabajaban allí, sin embargo en su vida había escuchado del tal Mingyu.
El rotundo silencio en el ambiente le dió la evidente respuesta a Yoorim, ¡Genial! La última empresa en la que pensaba buscar al misterioso no tenía registros del dichoso Mingyu.
Mientras Yoorim aceptaba su derrota notó como la recepcionista parecía recibir a alguien más.
Ese alguien era Seonghwa
En ojos de la mayor aquel rostro se le hizo bastante familiar... cómo si lo hubiera visto antes...
Mientras que Seonghwa recogía su gafete la mujer no pudo evitar recordar una escena de hace algunas semanas.
—¡Yeosang!¡Vuelve aquí!—gritó pero fue inútil, su hermano corría sin rumbo.
Aquel día misteriosamente Yeosang se aferraba tanto a los gemelos que incluso los estaba cargando mientras corría y corría.
Seguía sin entender que había pasado, cuando vió los rostros de tres hombres solo pudo identificar a dos: los tipos que en algún momento jugaron con los gemelos.
El tercer rostro no lo conocía pero en su cabeza se quedó grabado aquelllas facciones que tanto lo identificaban.
No fue hasta que su hermano llegó sudado a su hogar con los niños en brazos que entendió el motivo de su huida.
