²³Ayuda

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{.   Ω   .}

En menos de lo pensado, Yeosang estaba en un lugar demasiado lujoso.

Un enorme mounstro arquitectónico se presentaba ante el par de ojos incrédulos del joven rubio.

Había dos grandes palabras: Edificio SuongHoong.

Esta era exactamente la misma que la tarjeta de trabajo. En todo el camino solamente dirigió sus ojos a toda la dirección de la tarjeta.

—Buenos días, ¿Puedo ayudarle en algo?—una voz femenina se escuchó en la recepción.

Yeosang finalmente dejó su aturdimiento y sus ojos casi se salen de sus órbitas, ¿Ya había entrado?

—Yo... Quisiera ver al Arquitecto Park—solo dijo eso.

La mujer de recepción sonrió —¿Arquitecto Park?¿A cual Park se refiere, señor?—

—Park... Seonghwa...—luego de que habló la recepcionista mostró un ceño decaído.

—El señor Seonghwa no de ha presentado desde hace 2 semanas, si quiere puedo darle un número de teléfono para que se comunique —la señorita dijo sin más.

—Muchas gracias —al finalizar no olvidó inclinarse y salió del edificio.

Cuando por fin estuvo de vuelta en la calle fue directamente a sentarse a las macetas de piedra en la entrada del edificio.

¿Debería ir a la otra dirección?¿Ahí aclararía las mil dudas en su cabeza?

Dudó por unos instantes pero al final tomó una sola decisión: averiguar que era lo que quería ese hombre.

Se levantó y se estiró cuál perro alistándose para caminar más de 2 kilómetros.

Contó nuevamente el dinero en mano y descubrió que con suerte le alcanzaría para el regreso desde el edificio.

No iba a darse el lujo de derrochar dinero a lo loco.

Al iniciar su camino fue guiandose con la información de la identificación junto con las instrucciones que iba pidiendo para llegar hasta esa calle repleta de edificios.

Por cada paso que daba se sentía cada vez más cerca de resolver todos los problemas mas recientes.

Cuando finalmente llegó se encontró con todos estos edificios enormes que desde lejos se veían horriblemente caros.

Dentro del suéter de Yeosang, en un bolsillo, había una cartera medio vacía que gritó con dolor.

Suspiró y presentó su propia identificación al portero, este, luego de ver qué realmente era la persona de la credencial lo dejó pasar.

Al estar dentro del elevador no escondió su confusión al momento de estar frente a los botones; por supuesto que sabía cómo se usaban, sin embargo sus ojos fueron a la identificación ajena y leyó otra vez las especificaciones.

"Piso 12, No. 39"

Cuando el elevador se detuvo en su destino Yeosang suspiró, dio un paso afuera y pronto estaba entre solamente 5 puertas.

"No. 39"

El rubio observó por 5ta vez la credencial hasta que tocó el timbre.

Cuando la puerta se abrió vio un fantasma: un hombre con ojeras visibles, pálido como el papel y con una expresión funeraria.

Al chocar sus miradas ninguno dijo nada por un momento hasta que Seonghwa parecía respirar con dificultad.

—¿Cómo llegaste hasta aquí?—el tono de su voz era excesivamente bajo y desconcertante. Aún así lo invitó al pasar.

Al entrar, el más joven se sorprendió demasiado, a pesar de encontrarse con varias cosas fuera de su lugar, el piso no tenía ninguna mota de polvo o mancha, aún así habían papeles tirados.

La cocina estaba limpia pero la tarja estaba llena.

Hubo un silencio incómodo en el que solo se dedicaron a verse sin parpadear ni moverse un solo centímetro.

En medio de la sala, en el sillón más grande había una bola de pelo blanco completamente dormida.

La escena frente a sus ojos se le hacía demasiado familiar, ¿Y como no?

Después de la fiesta en la cama de Seonghwa, Yeosang se llevó dos regalos en su abdomen; gracias a esto su juventud se redujo a entrar en una gran crisis al enterarse de su estado.

Había descuidado su higiene personal y el orden de su habitación, incluso era 10 veces peor del estado de la casa de Seonghwa ahora mismo.

No tuvo fuerzas para salir de su habitación en ese entonces, Seonghwa parece estar igual.

Sus pensamientos fueron solo para tratar de buscar una solución, los de Seonghwa también.

En ese entonces no tenía a nadie que lo ayudara, Seonghwa... tampoco...

Por cada momento que pasaba, sentía el corazón cada vez más pesado y nervioso.

Se acercó con cautela a un Seonghwa en completo estado de aturdimiento, desde una distancia decente levantó el brazo y tocó la mejilla del mayor con puro nerviosismo.

En ese entonces Yeosang solo contaba con la ayuda a distancia de su hermana, si hablaba de tener a alguien al lado suyo físicamente, no tenía a nadie.

En ese entonces Yeosang anhelaba una mano amiga a su lado.

En el estado de Seonghwa lo único que el pelinegro necesitaba era la compañía de dos— tres, tres personas.

El rubio tenía la oportunidad de ser la mano amiga.

Seonghwa acarició con duda la mano del otro y recargó el rostro.

Al mismo tiempo Yeosang talló el lindo rostro de Seonghwa.

—¿Cuánto nos necesitas?—solo fueron tres palabras las que salieron de los labios de Yeosang, pero en su corazón fue un permiso para que otra persona se añadiera a su familia de 3.

—Los necesito... Los necesito mucho...—la voz del pelinegro salió temblando de sus labios con los ojos enrojecidos, pronto sus ojos estaban expulsando lágrimas, lágrimas y más lágrimas.

El más joven le dio el permiso de arrodillarse frente a él mientras abrazaba sus piernas y limpiaba sus mocos en sus pantalones.

Estando parado siguió acariciando los cabellos tintos del más alto. Pero por cada caricia parecía llorar aún más.

Aún sin calmarse Seonghwa empezó a balbucear —Gracias, gracias... ¡Gracias!

Son tus hijos...

Los pensamientos extraños que Yeosang tenía finalmente se fueron en su totalidad, este hombre no era un secuestrador, ni un traficante de órganos, solo era...

Solo era un hombre tonto queriendo convivir con sus hijos

En estos momentos Yeosang era un alfiletero atascado hasta el borde, el primer alfiler que salió con dificultad por los enredos dentro suyo fue el de la terquedad.

{.   Ω   .}

Salí de vacaciones hace una semana y apenas me atrevo a actualizar 😟
Estaba más ocupada escribiendo historias que jamás publicaré 💀
Bonito fin de año por adelantado ~

En la mira ❥╹Seongsang╹❥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora