Capítulo 11

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Pasaron 3 días hasta que volvieron a verse, al fín y al cabo los padres de Natalia y Elena querían pasar tiempo con ellas. Ellos volverían a casa y las hermanas vivirían con Iciar una temporada.

Ici era para Natalia una hermana, era una hipnotista con grandes habilidades sociales que vivía en la ciudad desde que decidió irse de casa y estudiar música y teatro así que acogió encantada a ambas. Los hipnotistas tenían mucho en común con las brujas, se les llegó a considerar verdaderos hechiceros pero su poder no iba más allá de la capacidad de anular la voluntad. Había muchos tipos de hipnotistas pues podían controlar la mente, el cuerpo o ambos. Iciar era capaz de manejar el cuerpo de las personas a su antojo, la consciencia y la sugestión no era lo suyo y jamás había tenido interés en ello.

Los padres de Natalia tuvieron una extensa e incluso a veces tensa conversación con Baba pero estaban realmente agradecidos por lo que había hecho y estaba haciendo con su hija. Confiaban en Natalia y confiarían en ella como sus cuidadoras por unos meses hasta que su hija pudiera al menos controlar sus poderes y mantenerla a salvo pues la amenaza no había acabado.

Alba les cayó bien desde el minuto cero, pero cómo no iba a caerles bien...primero que Natalia había allanado el camino como si hubiera pasado una apisonadora y segundo, era Alba Reche.

La madre de María, ya fuera por intuición de madre o por sus dones como súcubo supo ver la chispa y la cercanía. En realidad, solo había que prestar atención a los detalles. Cómo se miraban, cómo Natalia había calmado a Alba antes de entrar por la puerta...Bueno también es cierto que su padre las había escuchado con ese oído tan fino.

Alba tenía que aceptar que las presentaciones le habían abrumado un poco, no se había presentado como si tuviera algo serio serio con Nat pero tampoco eran ciegos. Nunca había creído en el amor a primera vista, es más, era una defensora de que el amor romántico era una estupidez enorme de comedias románticas. Ella creía en la confianza y en la comunicación, por su puesto que había atracción y cariño pero el amor podía venir o no con el tiempo.

Por supuesto, ella iba a dedicarle tiempo.

-¡Ici!.- llamó Natalia desde el baño a su amiga.

-Tía llevas 45 minutos de reloj para un eyeliner y todavía no sabes qué vas a hacer con el pelo, has quedado con la churri en media hora y siento decirte que no tienes esa cosa tan chula en plan puerta mágica de Doraemon como ella.-

-¡Así no ayudas Iciar!.- le reprochó su amiga.

-Natalia eres una modelo de metro ochenta, reina.¡Aunque te pongas una fregona irías guapa!.-

-¿A qué viene tanto jaleo?.- apareció Elena.

-Tu hermana, que a indecisa no la gana nadie y como es una intensa cree que se casa, como si la rubita no hubiera visto ya todo lo que tenía que ver.- contestó la rubia alzando las cejas repetidas veces.

Recibió un manotazo por parte de su amiga, como era de esperar.

Si esto fuera una película podríamos ver la pantalla dividida en dos y una escena muy parecida en el pequeño pisito de la bruja.

Se había ondulado un poco el pelo y estaba rematando los últimos brillos del maquillaje. Revisó dos veces el bolsito que llevaba: el monedero, las llaves...Se decidió por un vestido blanco roto de tirantes con algunos reflejos, las medias por supuesto si no quería pasar frío y un abrigo negro.

Natalia la llevó de excursión así que le pareció una buena idea organizar ella una cita. Iba a llevar a Natalia a un encuentro de artistas en un espacio enorme a las afueras, se reunían jóvenes talentos en busca de público y unas buenas tapas. Había de todo, exposiciones de pintura y fotografía, músico profesionales y otros amateur, escritores y poetas en recitales improvisados, actores en pequeñas obras de teatro...Todos los meses hacían un fin de semana así y ella iba a menudo.

Darkness magicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora