Capítulo 4

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Natalia cogió a su hermana en brazos para intentar salir por la puerta trasera pero un hombre con cara de pocos amigos y una mujer a la que le brillaban los ojos se interpusieron entre ellas.

Ahí fue cuando Alba se dio cuenta de que no iban a salir de allí sin pasar desapercibidas, así que si querían bailar ella les iba a ofrecer la puta orquesta sinfónica. De nuevo, ahí estaba una coreografía distinta a la anterior con sus manos. Liberó al fénix y a las hadas, el hipogrifo empezó a dar coces como loco y en el momento en el que el ave empezó a incendiar cajas la gente empezó a salir de allí como alma que lleva al diablo.

Sin embargo, esos dos no se movían de la entrada. Ahora era Natalia la que se dio cuenta que era su momento de pelear.

Colocó el cuerpo adormecido de su hermana apoyado sobre una de las cajas y se acercó a los atacantes gruñendo. Alba ya tenía las manos rodeadas de un aura del mismo color que sus ojos, listas para ver quien daba el primer golpe. Lo que no esperaba es que la extraña se transformara en un lobo casi tan grande como un caballo. Vale, era bajita pero aquel animal le llegaba al torso de Natalia y medía metro ochenta así que...era grande.

Observó a Natalia cómo alzaba una ceja y se quitaba la chaqueta del traje con soberbia, iba a proteger a su hermana con uñas y dientes, literalmente. Ahí estaba, un poco más grande que la loba que tenía delante. Una pantera enorme, esbelta y negra azabache enseñaba los dientes y movía la cola de un lugar a otro.

Natalia ya se encargaba de la loba pero qué le esperaba a Alba. El chico la miraba como una presa, con la cabeza a un lado y sin pestañear le daba un aire de psicópata. Ese momento de tensión fue interrumpido por los gruñidos de las bestias que se peleaban arrasando con todo lo que había allí. Se podía escuchar como se mordían y se desgarraban la piel, la sangre había empezado a teñir el suelo de la nave.

La magia que usaba el chico era magia negra y Alba no se iba a andar con tonterías porque corría peligro. El brujo la atacó primero, la madera de una de las vigas se enredó sobre su torso y sus brazos en unas milésimas de segundo y la dejó sin poder moverse.

-Oh...vamos, ¿eso es todo lo que sabes hacer.?- preguntó furiosa zafándose de los agarres irradiando un aura de color ámbar.

Pero se dio cuenta de que no tenía interés en ella porque se fue en busca de Elena así que imitó con su mano el gesto de cogerlo y lo lanzó por los aires con su magia. Los ojos del brujo se tornaron de un color negro y atacó a Alba con fuerza, la magia negra era poderosa así que intentó contraatacar en un espectáculo de luz y sombras. No tardó en recuperarse del último hechizo cuando vió como la loba tenía una de sus zarpas sobre el cuello de Natalia.

Miró las cajas al fondo y movió el corazón sobre el anular mientras susurraba.- Incendio.-

La loba se asustó y fue suficiente la distracción para que Natalia le asestara el golpe de gracia pero el brujo llegó a coger en brazos a Elena. Natalia miró desesperada a la bruja, todo pasó demasiado rápido, lo suficiente como para que Alba reaccionase. Por muy rápida que fuera la pantera no llegaría al otro lado de la nave. Ahora su gesto con las manos fue uno mucho más agresivo, más brusco y acompañado de un quejido como si le rompiera el cuello... y así se escuchó el crujir de las vértebras mientras la vida de aquel hombre se desvaneció.

Era la primera vez que llegaba tan lejos pero un segundo más y el brujo habría desaparecido con su hermana. Apoyó la palma de su mano en el suelo y la serpiente volvió a convertirse en el tatuaje que tenía antes mientras Natalia, con el labio ensangrentado y una herida visible en la clavícula cogía a Elena en brazos, desnuda, empezaban a hacerse visible los moratones y otros arañazos. Alba corrió hacia ellas y en un abrir y cerrar de ojos estaban de nuevo en casa de Baba.

La abuela estaba tomando té mientras acariciaba a la gata y casi le da un infarto al ver a la morena desnuda y mal herida, la joven inconsciente y su nieta con una buena brecha en la cabeza.

-¡¿Qué narices os ha pasado?!.-

-Nos han atacado, entramos pero no podíamos salir, ca-casi se llevan a Elena y...- intentaba articular palabra Natalia, solo necesitaba saber que su hermana estaba bien.

Baba se acercó a su nieta, que estaba blanca como el papel pero sin heridas graves. Vió que Natalia se había llevado la peor parte, al menos, físicamente. Le dio la manta que había en el sofá para ver las heridas pero se negó, su hermana primero.

Baba tenía la misma magia que su nieta, un aura de color ámbar rodeó sus manos que se pasaban por el cuerpo de Elena a escasos centímetros de su piel para asegurarse de que estaba bien.- Está drogada, algún brujo se ha encargado de dejarla fuera de combate durante horas pero está bien Natalia... ¡Alba!.- intentó llamar la atención de su nieta.- Ve a por el botiquín, vamos.-

acercó las manos de la misma manera que había hecho con Elena y le proporcionó a Natalia unos pantalones marrones y holgados de tela fina dejándole el pecho al descubierto. Alba reaccionó en su pequeño paseo a por el botiquín. Ya tendría tiempo de recuperarse, ahora tenía que curar a Natalia.

-Natalia cariño, eres una híbrido, ¿verdad?.- Preguntó Baba con dulzura mientras terminaba de inspeccionarla.

Natalia asintió, le dolían las heridas pero el brazo la estaba matando.

-Bien, escúchame, te has roto el brazo y está empezando a soldar mal..-

Alba interrumpió en el salón, sabía lo que tenía que hacer.

-Alba.- le llamó su abuela. La rubia pudo darse cuenta de que su abuela le estaba preguntando si iba a poder ayudarla. El no no era una opción.

-Ey...Nat, mírame.- le dijo Alba mientras le acariciaba el pómulo con suavidad.- Necesito que me mires, ¿vale?, mírame...- Tenía la otra mano apoyada en su hombro, Natalia no se daba cuenta pero estaba proporcionándole una especie de calmante para lo que iba a hacer su abuela.

Baba tomó el brazo de Natalia entre sus manos, le dedicó una sonrisa a la cambiaformas y miró a Alba.- Sujétala.-

La morena estaba desconcertada pero no le dió tiempo ni a preguntar porque Baba le rompió la soldadura del brazo y se lo colocó en su sitio. El grito fue ensordecedor y, como acto reflejo del dolor, se hicieron visibles sus colmillos y los ojos que Alba había visto como su forma animal, mucho más claros, felinos y peligrosos.

Darkness magicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora