Capítulo 12

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Ici y Elena llevaban cena para ocho, ¿en qué momento habían pedido tanta comida?.

-Ici tía, que yo no me como todo esto.- se carcajeaba la más joven con los dedos cansados y blanquecinos por el peso de las bolsas.

-Lo que sobre se lo come el tallo de tu hermana mañana, tú no te preocupes por eso que además...vendrá con hambre.- dijo en un tono pícaro alzando ambas cejas

-¡Tía! Somos horribles por dios...Madre mía Iciar cógeme una bolsa que me voy a quedar sin brazo.-

-¿Tú no te tenías que poner fuerte, pequeña saltamontes?.-

-¿Y para eso tengo que quedarme sin dedos?.- contraatacó Elena.

Las risas inundaron la calle apenas transitada porque todo el mundo andaba o de fiesta o cenando fuera. Iban inmersas en una conversación sobre los entrenamientos de Elena, que avanzaba lento pero avanzaba, cuando una mujer despampanante pero con cara de pocos amigos se les cruzó en el camino. Ambas chicas se miraron un poco extrañadas e intentaron seguir sin darle importancia a la zumbada que tenían delante pero la extraña mujer se puso delante de nuevo.

-Oye guapa, que se me enfría la cena no tengo el horno para bollos eh.- advirtió amenazante la rubia poniéndose delante de Elena.

-Contigo no tengo problema, ¿qué tal si me dejas espacio y mantengo una conversación con la niña?.-

-¡Eh, cómo que niña!.-

-¿En serio, tía?.- se giró un poco Ici y vio cómo Elena encogía los hombros y le hacía una mueca con su rostro. A ver, tenía que parecer una tipa dura.

La extraña mujer de pelo de color rojo oscuro, los ojos negros y los labios gruesos se lanzó a por Elena sin titubear. Lo que no esperaba es que Iciar tuviera los reflejos suficientes para usar sus dones.

No podía moverse, y no es que no lo intentase, es que no podía. Ici la tenía prisionera en su propio cuerpo, una de las peores sensaciones del mundo, afirmaban las criaturas que habían estado bajo el embrujo de un hipnotista.

-¿Y a tí quién narices te manda?.- preguntó Ici desde una distancia prudente.

La mujer le escupió en el zapato, no iba a hablar.

Ici miró a su amiga y la señaló con la cabeza.

-¿Ahora?.- preguntó Elena

-No, mañana seguro que es un buen día.- respondió con ironía.

Elena suspiró y dejó las bolsas con cuidado en el suelo, se remangó un poco y miró atenta al personaje que tenía delante. Quizás no venía sola así que se limitó a seguir lo que Baba le había enseñado.

Concentración, instinto y cerebro.

Sus habilidades para identificar criaturas eran todavía muy poco certeras así que le arrancó un pequeño mechón de pelo y le dio un buen puñetazo que la dejó KO.

-Eso también lo sabía hacer yo eh.- dijo Ici cogiéndole las bolsas.

-No me fío yo de los encantamientos todavía y el derechazo nunca falla.-

-Amén hermana.- contestó Ici con una sonrisa saliendo de allí corriendo.

Al llegar a casa llamaron al duo inseparable, Afri y María. Ici era una mujer poderosa pero si empezaban a investigar quién andaba detrás de Elena y cubrían un perímetro seguro no venía mal.

-¿Me estás diciendo que mi Albi y Lacunza están por ahí de cita comiéndose los morros y nosotras olisqueando pencas un viernes por la noche?.- preguntó María descalzándose en el salón de Ici. En realidad, detrás de esa queja sólo había preocupación por sus amigas y por Elena. Natalia le pidió que investigara un poco y tirase de contactos pero no había descubierto gran cosa.

-A ver cariño, que mi plan favorito no era hacer de rastreadora de gratis.- intervino Afri.

-¡Eh que tenemos cena de sobra!.- dijo Elena levantando las bolsas.

-¿Hay cerveza?.- preguntó María echándole un ojo a la comida.

-¿Cuándo te he invitado yo a mi casa sin haber cerveza, tía?.- le preguntó Ici.

-A ver cariño.- se dirigió la más morena a Elena.- ¿Tienes algo de la penca esa?.-

África era una cambiante, una mujer capaz de convertirse en un lobo de pelaje negro enorme y precioso con un olfato increíble. Elena le dio el mechón de pelo que le arrancó horas antes. Guardó unos mechones que le daría a Baba por la mañana por si ella podía hacer algo más con su magia.

-Uf...tía lista.- comentó María devorando unos nuggets de pollo.

Elena la miró confusa.

-Puedo darme una vuelta por el barrio por si detecto su aroma pero se ha teñido el pelo la muy zorra y dudo mucho que tu magia pueda rastrear algo.- contestó Afri.

-¿Oye no queda feo que uses zorra como insulto?. Digo, por eso de que eres una loba y eso...- filosofó María con la boca llena y casi imposible de entenderla.

África le dio una suave colleja antes de salir por la puerta, si es que María era así, simplemente María. -Como yo me cruce con el imbécil que está orquestando todo esto voy a encargarme personalmente de que se cueza en el infierno.- sacó el teléfono del bolso y marcó a alguien. Ici y Elena comían observando cómo María empezaba a mover hilos. Si una gilipollas se había atrevido a atacar a su familia en la ciudad, la encontraría.

Al otro lado de la ciudad un par de chicas se besaban ansiosas en el portal de la rubia. La conversación de antes había sido la chispa de una llama que a ver quién era el listo que la apagaba.

*Cinco minutos antes*

Andaban por las calles mirando los puestos, de fondo sonaba un grupo callejero de tres muchachas que tocaban y cantaban una cumbia. El mundo en aquel rincón parecía haberse parado. La gente bailaba alrededor de las muchachas mientras otros preguntaban por el precio de una joyas hechas a mano.

Natalia arrastró a Alba hasta esa pista improvisada, tomó a Alba de la cintura porque esa canción la conocía. Lo que no esperaba es que Alba también así que ahí empezó el principio del fin.

Alba coló su mano por la nuca de la morena, bailaban pegadas, muy pegadas como si tuvieran la necesidad de acabar con todas y cada una de las partículas de oxígeno entre ellas. Aunque bueno, oxígeno les faltaba a los espectadores de ese espectáculo.

Natalia estaba encendida y el corazón le iba a mil por hora, casi como Alba vaya, pero el clímax llegó con esa pregunta, esa preciosa y maldita pregunta.

La rubia se coló un poco más entre sus piernas y le obligó a agacharse a escasos centímetros de su boca.

-¿Y si te pido que no te reprimas?.- preguntó en un tono sensual y sugerente con una sonrisa

-¿Qué?. - Natalia abrió los ojos como platos y aunque la escuchó perfectamente, tenía la necesidad de oirlo.

-Lo quiero todo de tí, Nat. Todo.-

Creo que vamos a ir viendo un poquito más de los amigos de Alba y Natalia :) aviso a navegantes que en el próximo capítulo vamos a tener que darnos con el agua fría así que no descartéis leerlo con un ventilador delante,para evitar combustiones!

En un par de capítulos vamos a ver la acción, es decir que habrá sangre y algún susto. Y sin duda, vamos a describir más de la magia de Nat...ahí lo dejo!

Cuidaros mucho! Un besito♡

Darkness magicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora