Second Chances || Joe Mazzello✔️

Capitulo 7

"La vida es una serie de sorpresas."

Ralph Waldo Emerson.

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Si le pagaran por pasar vergüenza en público, seguro ya tendría millones en su cuenta bancaria. Para Joe ya era costumbre ser el centro de las miradas cuando algo gracioso o disparatado ocurría cerca de su grupo de amigos; pero ahora, sabiendo que detrás de él hay un público no habitual, sin duda se sentía como el hombre más patético de la tierra.

Su garganta quema por los gritos que ahogó al taparse la boca con su antebrazo, mismo que se convirtió en una parte importante para impedir que su voz se escuchara en la casa vecina. Dentro de él sentía un gran peso, uno que lo anclaba a su reciente escondite; y un segundo, que lo empujaba a volver para enfrentar lo que sería un sueño hecho realidad.

-Tranquilo Joe... respira. – se dijo así mismo y con la frente en alto se dispuso a salir. Ya la vergüenza la había pasado. ¿Qué más podía suceder?

Con pies de plomo, hombros encorvados y manos dentro de sus bolsillos, el actor Joe Mazzello regresó hacia la mesa, en donde lo esperaban dos hombres mayores, quienes lo miraban con un gran signo de interrogación tatuado en sus frentes.

Sus ojos no podían posarse directamente en ellos, en especial en los verdes grisáceos que lo estudiaban detenidamente, como si fuera un bicho raro que encontró en su jardín.

-Eh... ¿te encuentras... bien? – la voz de Roger lo recibe cuando recién llega a la silla que ocupó, mostrando cautela y un poco de gracia en cada una de las palabras.

A Joe solo le queda asentir con la cabeza y sellar su boca en una sonrisa lineal, algo caricaturesca para el que lo ve desde lejos. Sus mejillas están fuertemente coloradas y un nudo en su garganta se forma cada vez más rápido. Las manos le sudan dentro de los bolsillos de sus jeans, más aún cuando las tiene cerradas en férreos puños.

La tensión entre los tres presentes se hace visible, pero esta se disipa cuando John inesperadamente carraspea para ocultar una risa furtiva que hace a Joe reaccionar de su estupor. Al tiempo, Roger los ve a ambos y solo le queda seguir con el juego, empezando a reír cada vez más fuerte, llegando a colorarse rápidamente debido a la falta de aire.

En pocos segundos los tres forman un cálido y memorable coro de risas.

-No lo veía venir... lo juro. – la intervención de John armoniza mejor el momento, dejándose ver más relajado y a gusto con la ocasión. Una imagen muy diferente a la que Joe llegó a imaginarse en un principio.

-Lo siento... yo, eh... no suelo ser así. – responde Joe claramente apenado.

-Si lo decías antes, te creería.

Roger lanza una carcajada más audible ante el comentario, respondiendo al humor que comparte su viejo amigo y que tanto lo caracteriza entre sus allegados.

Por su parte, Joe no se siente ofendido en lo absoluto, y al contrario de lo que John pensaría que hiciera ante su comentario, el joven solo se acerca poco a poco y extiende sus brazos, sonrojándose aún más tras buscar las palabras correctas para mencionar.

-¿Puedo? – logra preguntar torpemente, insinuándole a John su deseo más ferviente.

-Claro, muchacho.

Y sin más, pronto los brazos de Joe Mazzello arropan a John Deacon en un fuerte y entrañable abrazo, el cual se extiende y se aferra como aquellos que ofrecen los hijos a sus padres que no han visto en mucho tiempo.