Capítulo 11 - Final

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"El tiempo que se disfruta es el verdadero tiempo vivido".

Jorge Bucay.

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Por primera vez en mucho tiempo Joe no quiso regresar pronto a casa. Esta corta estadía en Cornwall ha sido más que grata y por mucho que lo piense, ningún otro momento se comparará como este que está viviendo.

La generosidad del anfitrión y la consideración de su gran amigo las atesorará por mucho tiempo, en especial cuando lleva consigo un gran recuerdo que ocupará un buen lugar en su habitación. Ahora sí tendrá más motivaciones para seguir con sus clases, no quiere defraudar a John.

Por su parte, John había dejado a un lado la angustia o cualquier signo de ansiedad, solo se había dejado llevar por el momento y en ese sentido, ya podía afirmar que a partir de ahora iba a poder ver mejor su estado actual. El actor le había hecho reír con sus ocurrencias e imprudencias, tal como si de un niño se tratara. Se había sentido a gusto con sus historias y hasta se permitió bromear un poco, sorprendiéndose por la capacidad de Joe de reaccionar a cada uno de esos comentarios sin esfuerzo, porque simplemente compartía ese humor que en ocasiones pocos los aceptaban.

Pero más allá de eso, se sentía tranquilo y complacido por haberse permitido vivir este momento sin ningún temor o peso. De alguna forma, este día pasó a ser uno de esos que no borrará de su memoria.

John y Joe permanecieron un tiempo más en el comedor compartiendo anécdotas relacionadas con sus gustos musicales y algunos viajes que hicieron. El actor seguía escuchando atento cada relato y se mordía la lengua para no interrumpir con cualquier ocurrencia fuera de lugar, mientras abrazaba con fuerza el regalo contra su regazo.

Ni el mismo Roger pudo romper con ese momento de intimidad, aun cuando entró minutos después al recinto como una bala, disculpándose por interrumpir y mostrándose emocionado con su teléfono en mano. A Joe le pareció gracioso ver como John le reprendía en voz baja, mientras que el baterista ignoraba su reacción ya que en línea estaba el mismísimo Brian May, quien deseaba hablar con su viejo amigo.

Joe decidió retirarse, pero de un tirón Roger lo atrajo hacia ellos, sin importar sus quejas. El actor, claramente apenado y muy sonrojado, mantuvo una corta conversación con el guitarrista siendo custodiado muy de cerca por John, quien trataba de esconder una sonrisa al ver como el chico reía con nerviosismo ante algún comentario emitido.

Tras despedirse, Joe se apresuró a salir del comedor, no sin antes escuchar el llamado de Roger a sus espaldas para avisarle que ordenarían pizza para ver una película. En ese momento se sintió como un niño y solo pudo alzar su pulgar en aprobación, pero al recordar el trato que había hecho con él como una de las condiciones para su viaje, no tardó en regresar para advertirle, aunque sorprendiéndolos a ambos tras asomar su cabeza en la puerta.

-Yo pago esta vez... sin objeción.

Aquella noche transcurrió entre risas, historias, música y buena comida. Fue como un fin de semana familiar en donde todos se reunieron para recordar viejos tiempos y pasarla bien. Joe se sintió a gusto e integrado, mientras que John volvió a encontrarse con esa parte de su familia adquirida con la que no había podido compartir, pero que igualmente atesoraba.

Casi a medianoche, Joe decidió apartarse un momento de la reunión y sin ser visto – según él – se dirigió de nuevo al jardín, en donde se sentó en los escalones que daban paso al amplio terreno.

Allí la noche fresca y la luna alumbrando el cielo despejado pudieron recibirle, pero no estuvo mucho tiempo a solas cuando sintió que tenía compañía.

Sin decir nada, Joe y John estuvieron sentados por un buen rato en donde solo se dedicaron a observar la noche. De sus bocas no salieron palabras, pero eso no impidió que ambos se sintieran a gusto, porque en pocas horas pudieron entenderse un poco más y apreciar lo bueno del otro.

Ya en dos días Joe estaría en Estados Unidos, volviendo a su rutina y en miras de otro proyecto; mientras que John regresaría a Londres para seguir con su vida tranquila y privada, alejada de todo ojo público. Pero lo que ninguno podrá olvidar de esta experiencia, es que pudieron conocerse y a pesar de las diferencias, los dos pudieron encontrar una pizca de cada uno que los hacían coincidir de una manera un tanto familiar.

Por esta razón, a John no le quedaba más que agradecerle a Roger por su ayuda y ahora tenía por delante otro objetivo, el cual iba dirigido a él mismo, porque después de vivir ese día tan familiar y lleno de gratos momentos, no esperaba más que entregarse a ellos y atesorarlos más.

-Joe, ¿puedo pedirte un favor?

John rompió el silencio, casi sin inmutarse por su impulsiva intervención. Joe no se molestó por ello y en cambio no dudó en asentir con emoción, para luego ver como su compañero sacaba un lapicero de su bolsillo y una pequeña hoja, a lo que el actor no le quedó de otra que ahogar otro grito y tragar en seco para mantener la compostura.

-¿Podrías darme tu autógrafo, por favor? – le extendió el papel sin apartar la mirada sobre él –. A mi hijo Joshua le encantará saber que el actor de una de sus películas favoritas estuvo conmigo. Es un gran fan de Jurassic Park.

El guiño de John le causó gracia y con manos temblorosas no pudo más que aceptar y escribir unas bellas palabras en el papel, terminando con una pequeña nota dedicada a él, como recuerdo de ese día.

Al entregarle el papel, John lo leyó y asintió satisfecho, volviendo ahora su mirada al frente sin borrar todavía de su rostro ese reciente brillo de alegría.

-Gracias. Ahora estamos a mano.

Con una sonrisa formándose en la comisura de sus labios, Joe se sumerge en la reciente complicidad de ambos, no sin antes ver de reojo como John le sigue el juego y ahora los dos ríen como buenos amigos.

-Mejor, imposible.


FIN.


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Second Chances || Joe Mazzello✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora