¿Quién eres?

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Habían pasado ya tres semanas desde que había iniciado la universidad, el tiempo pasaba rápido al lado de los cuatro chicos que conocía desde el primer día.
Cada día que pasaba me iba sintiendo más cómoda en mi nuevo ambiente, incluso había conocido a algunas chicas y chicos de clase.
Aunque todo parecía estar bien, realmente no, mi relación con Richard iba a menos cada vez un poco más, los demás chicos también se habían alejado de mi, menos Roberto y Daisy, con ellos dos hablaba todos los días por mensajes y llamadas.

—¿Mamá?
—Dime.
—¿Crees que haya algún problema si mañana después de clase los chicos vienen un rato?
—¿Cuantos son los chicos?–levanté cuatro dedos–sino se van tarde, no hay problema.
—Gracias.-le di un beso en la mejilla.

Avisé a todos que tendríamos reunión después de clase.

Salí al jardín a intentar arreglar una de las lámparas de mamá que había dejado de funcionar.

Sentada en la escalera de la entrada de mi casa, me quedé viendo la entrada de los vecinos del frente, hacía varios días que no veía a Dante y unas semanas que no veía a Lando.
Le resté importancia y seguí desarmando el cacharro luminoso.
Mi mamá me avisó que entrara a cenar, papá llegaría tarde así que tocaba cenar solas como casi siempre.

—¿Hiciste todas tus tareas?
—Síp.
—Demasiado queso por hoy.-me alejó el bote de parmesano.
—Mamá.-me quejé.
—No hay mamá ni puchero que valga, no quiero que te enfermes de nuevo.

Tenía una alergia a las grandes cantidades de queso.

Terminamos de cenar y volví a salir para terminar de romper la lámpara o arreglarla, la que fuera mejor opción.

Saqué mi celular del bolsillo de mi pantalón y llamé al primer número.

—Astronauta Frank, ¿en que puedo servirle?
—¿Tú sabes porqué una lámpara que se carga con energía solar dejaría de cargar?
—Estudiamos medicina, no electricidad.-intuí su sonrisa del otro lado de la línea.
—Tengo casi dos horas intentando arreglarla y no puedo.
—Probablemente esta mojada...
—Se supone que es resistente al agua.
—Dejala bajo tu lámpara de escritorio toda la noche, si mañana no funciona, te prometo que antes de ir a tu casa, yo le compro una a tu mamá.
—Eso sería muy amable de tu parte, te dejo en paz, termina la tarea y nos vemos mañana.
—Ya estoy terminando, hasta mañana.

Corté la llamada.

Comencé a considerar la idea de secarla con mi secador de pelo.

Las luces de un coche alumbraron demasiado la calle y no pude evitar mirar.
El coche negro último modelo se estacionó frente a la casa de los Norris. Apenas abrieron la puerta, mi gran amigo de color chocolate bajó corriendo en mi dirección.

—Creo que tenemos que practicar nuestros encuentros llenos de pasión, amigo.

El perro me había hecho sentarme en el piso frío, mientras lamía toda mi cara y daba vueltas moviendo la cola.

—Alguien esta feliz de verte.

Levanté la mirada y ahí estaba el desaparecido.

—Estas–me levanté del piso–vivo.
—Eso parece.-me sonrió.
—Que bien–le quité la correa de las manos y se la puse a Dante–te entrego al cachorro.

El perro movía la cola atento a nuestra conversación como si entendiera algo.

—Papá me dijo que habías iniciado los estudios.
—Sí, inicié hace tres semanas.
—Yo estuve de viaje.
—¿Sí? Que bien, me alegro.
—Bueno... No molestamos más, nos vemos mañana.
—Si no desapareces otro mes, nos vemos mañana.-sonreí.

Take me to church.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora