Sarah p.o.v
Me sentía agotada, sentía que no lo iba a lograr.
Rogaba tanto que Lando hubiera captado mi mensaje, sabía donde estaba por los olores, por el recorrido mientras prácticamente me arrastraban, podía ver un poco debajo de aquella cosa negra que tenía en la cabeza y reconocía el piso del edificio que tantas veces había recorrido a la hora del almuerzo.
Y dónde había tenido el primer acercamiento de sinceridad con Lando.
Sentía un dolor ardiente en mi costilla derecha producto del golpe cuando me habían aventado en la furgoneta. También sentía el sabor a sangre en mi boca por las cachetadas de venganza de la bruja, mis manos estaban heladas por el frío que hacía en el lugar, mi cuerpo temblaba y ya ni sabía si de frío o de cansancio.
Alguien había intentado darme comida que olía a rayos, incluso agua pero me había negado rotundamente para no tener la necesidad de ir al baño.
Estaba empezando a sentirme cada vez peor, cada vez me sentía más cansada, me costaba entender lo que hablaban a mi alrededor, me empezaba a fallar la respiración.Poco a poco estaba soltando mi cuerpo en contra de mi voluntad.
No estaba lista, no quería morir, no así, no sin ver a mis padres y a Lando de nuevo.
Algo dentro de mi lloraba y gritaba piedad, no estaba lista para dejar la tierra de los vivos.
En mi último atisbo de consciencia, sentí como me levantaban de la silla con violencia y después de eso, no supe más de mi.Lando p.o.v
Después de explicar las señales de Sarah apoyado por Edmund, la policía desplegó un operativo dónde Frank y yo serviríamos de carnada principal.
—No intentes nada, hijo, un movimiento en falso y el francotirador atravesará tu pecho.-el agente lo sentenció.
—Lando–mi papá me detuvo–lo que sea que vaya a pasar... Vuelve sano y salvo con Sarah.
—No te prometo volver yo, pero ella sí.
—Tiene que ser rápido, con la temperatura aquí fuera a la que a estado expuesta, Sarah puede estar en un estado avanzado de hipotermia y puede entrar en paro sino nos damos prisa.-el mismo agente me informó.Caminé con Frank hasta la parte delantera del edificio abandonado cuando la policía confirmó que había personas dentro.
—Hablale.-le di un empujón.
Miró atrás y soltó un suspiro.
—¡Gabriela! ¡Soy Frank!–la fría noche sopló–¡Gabriela, se acabó! ¡Estoy aquí para ti!
Mi corazón no paraba de latir con fuerza y desespero.
El silencio de la noche me asustaba.
—¿Frank?
Busqué la voz en la oscuridad del edificio.
—Gabriela, mi amor, estoy aquí.
—Esta muerta y tú estas aquí.
—¿Qué dices?
—Esta muerta, amor, nos deshicimos de esa bastarda.-el tono de su voz era perverso.Instintivamente pulse el botón de pánico del dispositivo que me habían entregado.
La calle se llenó de policías apuntando al edificio.