26: ¿Quieres pasar la noche conmigo?

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Había escuchado bien

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Había escuchado bien. Nate me había pedido salir de manera formal. No dudé ni un segundo en juntar mis labios con los suyos en un beso tan rápido como intenso, asumiendo que aquello sería respuesta suficiente. Sus manos fueron a mis caderas y me apretó contra su cuerpo con libertad y determinación.

—¿Eso es un sí? —preguntó, paseando la punta de su nariz por mis mejillas. Ambos sabíamos que no había necesidad de que yo verbalizara mis intenciones, él solo insistía para hacerme sufrir un poco.

—Sí, tonto. —Le sonreí y él se rio bajito.

Me besó una vez más con más fuerza que antes, haciéndome sentir apretada entre la pared del elevador y su cuerpo, y causándome suspiros entre besos. Una de sus manos quiso bajar por mi muslo —me hizo pensar que subiría mi vestido y a aquello no pensaba oponerme ni un poco—, sin embargo las puertas se abrieron en ese momento, robándonos una deliciosa experiencia. No ayudó en nada que un par de viejitos se quedaron boquiabiertos cuando nos giramos para salir.

—Buen día —los saludó Nate, tratando de no reírse de su expresión y tomándome de la mano. Mordí mi labio inferior sin poder creer que aquello de verdad estaba sucediendo—. Se me ocurren varias ideas para pasar el día. ¿Tienes planes para la tarde? —Negué con la cabeza. Una vez salimos del edificio nos detuvimos, él con varias ideas en mente—. Podemos almorzar en un sitio que conozco no muy lejos de aquí, o ir al Nitehawk Cinema. No soy muy fan de esta última propuesta pero creo que a ti te gustaría. O simplemente ir a un bar y tomarnos algunas cervezas mientras hablamos de tonterías.

Sonaba emocionado y nervioso a la vez.

—¿Qué te parece si almorzamos algo delicioso y luego nos tomamos esas cervezas mientras hablamos de tonterías? El cine lo dejamos para mañana, si quieres.

Así hicimos. Cumpliendo nuestra tradición, nos tomamos unas malteadas en un sitio cerca de allí y aprovechamos en comernos algunas hamburguesas que estaban en promoción, las cuales decidí invitar yo. Él no era la clase de chicos que se molestaba si la mujer pagaba pero sí me indicó que los tragos los invitaba él. Sonaba muy justo.

Tomamos un taxi y llegamos a su bar preferido casi al caer el sol, uno que quedaba muy cerca de su trabajo y en el cual ya nos habíamos visto antes. Al entrar, nos sentamos en la barra justo como habíamos hecho la vez anterior; ese día no tenía preocuparme porque apareciera la famosa Patricia y me opacara. Solo seríamos él y yo.

—¿Cuáles son tus planes en tu trabajo actual? —le pregunté mientras esperábamos a ser atendidos—. Quiero decir, ¿te ves en esa empresa durante los siguientes años?

Pensó su respuesta durante varios segundos.

—Quisiera decirte que sí pero lo cierto es que no lo sé. Cuando apliqué a las pasantías pensé que este era el ambiente que quería y en el que me vería por mucho tiempo, en el que construiría una carrera. Lo cierto es que estoy un poco decepcionado de cómo se manejan las relaciones laborales. Estas semanas lo he sobrellevado mejor porque Shisui y yo la pasamos bien juntos, y porque mi dinámica con Lucy va cada vez mejor. Sin embargo es probable que ella se vaya de la empresa y a lo mejor Sushi también.

Vendiendo mentiras © [Vendedores #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora