No sabía si era debido al alcohol o al haber cantado aquella canción frente a todas esas personas, pero me sentía libre y más segura de mí misma. Cuando entregué el micrófono, unas cuantas chicas se acercaron a mí completamente ebrias. Algunas me felicitaron por elegir la mejor canción de todas y otras quisieron chocar cinco conmigo. Sigo sin saber bien porqué.
Salí de aquel ambiente y me dirigí a la barra que estaba en el centro del bar, donde las luces eran más oscuras y resaltaba la decoración de neón. Me pedí un gin-tonic y, mientras esperaba a que me lo prepararan, una persona a mi lado me habló.
—Buena interpretación.
Era un hombre bastante alto, a lo mejor en sus treintas, con un cabello castaño peinado de manera un poco señorial y unos ojos cafés. Vestía camisa blanca y una corbata negra de puntitos blancos, pero lo más resaltante era lo tenso que estaba. Su espalda estaba recta y, aunque claramente me había hablado a mí, esquivó mi mirada con cierta incomodidad.
—¿Disculpa?
Él se aclaró la garganta para luego señalar el ambiente en donde celebrábamos el cumpleaños de Audrey y ahora otra chica se encontraba cantando Rolling in the Deep de Adele. Cuando me di cuenta de que, a pesar de que en el bar había música electrónica de fondo, aún se podía escuchar perfectamente el karaoke, sentí un poco de vergüenza. Toda la gente que estaba allí me había escuchado.
—Que me gustó tu canción —dijo él.
Asumí que solo quería ligar conmigo porque era evidente que me estaba mintiendo. Yo era consciente de que cantaba horrible.
—Gracias, supongo.
Cuando me entregaron mi copa de gin-tonic y pensé que era un momento apropiado para irme, me habló una vez más.
—En realidad es la segunda vez que nos vemos. Bueno, que te veo —corrigió. Arrugó los ojos y demostró que estaba muy incómodo con la situación—. Llegué a Nueva York hace un par de meses por trabajo y mis compañeros insisten en ir todos los viernes a un bar cerca del Columbus Circle. Es muy curioso volver a verte justo aquí también.
—Lo curioso es que te acuerdes de mí sin haberme hablado antes —contesté, dándole un sorbo a mi trago y disimulando un poco mi preocupación al pensar que él podría ser algún tipo de acosador.
Bebió de su trago también y guardó una de sus manos en el bolsillo de su pantalón. No me sonreía, pero tampoco me miraba de mala manera. Era un poco... sobrio de expresiones.
—De hecho sí intenté hablarte. Bueno, mis compañeros me insistieron en que debía acercarme a ti para conversar, pero creo que ya estabas con alguien esa noche.
Lo miré confundida porque yo no había tenido citas últimamente, así que rara vez se podría decir que yo estaba «con alguien» en un bar, mucho menos cerca del Columbus Circle. El único bar que había visitado allí era...
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Vendiendo mentiras © [Vendedores #2]
RomanceControlador, calculador, astuto, sensual, analítico, y peligroso. Nathaniel Jones siempre obtenía todo lo que quería, sin importar lo que tuviera que sacrificar para ello. Gracias un extraño e incómodo reencuentro con su mejor amiga del instituto...