Isabella
- ¡CHIN CHON! - Grité parándome de un salto alegre del sillón en donde estaba sentada.
El castaño chasqueó su lengua disgustado y tiró sus cartas sobre la mesa logrando chocar con el maso apoyado en ella, haciendo que varias se cayeran por los bordes del vidrio caro y lustrado que se encontraba frente a nosotros.
- Si hace trampa para todo esta, es obvio que así gana cualquiera. - Se quejó el ojiazul demostrando aun más su personalidad aniñada y caprichosa. Revoleé los ojos y caminé a pasos lentos por toda la habitación.
Los dedos de mis pies se encimaban entre sí debajo de mis zapatillas blancas casi negras de lo sucias que estaban. Vi el cuadro alto y reluciente que decoraba el ambiente, estaba en mitad de una ventana y la otra, dando un contraste visualmente satisfactorio por la simetría entre los objetos.
Un marco ondulado y dorado encuadraba aquella obra de arte pintada completamente a mano por un, según Belen, artista famoso, porque yo lo había buscado en internet y nunca encontré nada de él por ninguna página web o red social.
Era una familia hetero de 4 tradicional, un hijo y una hija de unos 5/6 años cada uno, el padre con un traje ajustado y oscuro, y la madre con un maquillaje cargado y un vestido largo que tapaba casi por completo los tacones de punta alta y fina que llevaba puestos.
Detrás de ellos permanecía una casa lujosa, con un gran parque decorado por hojas verdes y flores de muchísimos colores, eran todos de una gama completamente pensada para que de esa sensación de perfección con tan sólo una simple mirada rápida.
Lo más peculiar era el árbol a unos largos metros de donde estaban parados. Era alto y estaba deshidratado, al rededor suyo había hojas secas como las que caen en otoño con las brisas fuertes de las noches. Colgaba de una rama ancha y gruesa una soga, que en su final traía un nudo donde cabería perfectamente una cabeza humana.
Era siniestra y cínica, y eso me gustaba. Sentía que detrás de una simple pintura, había posiblemente una historia terrorífica e inquietante. Pero nunca se supo lo que realmente había sucedido, o por lo menos yo no lo había descubierto aún.
Era imposible verla y no tener en mente millones y millones de hipótesis nuevas, desde acontecimientos tan irreales como fantasmas y espectros, a también algo que podría pasar en una familia mafiosa y adinerada como la que se veía en la imagen.
- Ahí vas a estar vos la próxima que me rompas los huevos de más. - Acoté señalando con mi dedo índice la soga que colgaba del árbol desierto en la obra. Miré amenazante al muchacho que sólo pareció darle gracia mi comentario, y poco a poco vi como borraba esa sonrisa espléndida que portaba, y desviaba su vista de mí al persuadir la verdad inquietante de mis palabras.
Permaneció con la vista perdida en otro punto de la habitación, de vez en cuando jugaba con los cordones de su buzo y los tironeaba de un lado a otro logrando mi desagrado absoluto al ver tanta desprolijidad en sus acciones.
Remojó sus labios con la punta de su lengua húmeda y me miró nuevamente.
- Si son tus manos en vez de la soga las que me ahorcan me la banco, y sino también. - Comentó divertido ensanchando una sonrisa amplia de oreja a oreja, arqueé mi ceja completamente negada de alguna vez entender la confianza rápida que había agarrado el ojiazul.
- Hmm. - Aclaró su voz Belén mirándonos a ambos rascándose la nuca. Acomodó sus anteojos y me invitó con una mirada y una sonrisa amable que me sentará nuevamente para que nos pueda hablar a ambos. - ¿Nos vemos el jueves que viene?
- Sí. - Sonrió de lado mirándome de reojo el muchacho, la morocha me miró esperando también mi aprobación. Hice un poco de suspenso, realmente debía venir igual sea con el castaño o no. Asentí y vi como hacía un mini aplauso con sus manos orgullosa de según ella nuestro "progreso", aveces Belén olvidaba que no éramos dos nenes chiquitos jugando a la mancha, ambos priorizábamos de ayuda psicológica nos guste o no admitirlo.