Isabella
- ¿Seguro no te queres levantar Valen? - Cuestioné sentándome cerca de él, pasando uno de mis dedos por su pelo recién cortado.
Pegó un bufido y se escondió aún mas en las costosas sábanas negras de seda.
Había llegado a su casa mínimamente hace 2 horas, y ni siquiera lo había visto a los ojos. Estaba acostado con la cabeza metida en la almohada denegando por completo cualquier plan improvisado que armaba en mi cabeza para subirle el ánimo.
- Andate Isa. - Remojé mis labios y aparté mi mano de él, un silencio se formó en la habitación, y comparado al anterior, éste era algo incómodo y tenso.
Mi cabeza se pobló de malos pensamientos, quizás estaba haciendo todo mal, y lo estaba poniendo de peor humor.
Tomé aire y cerré los ojos recordando lo que me repetía Belen en cuanto Valentin se iba; "Hay que saber entender que cuando esta abrumado tiende a tratar mal a la gente, su intención no es esa, simplemente es más fuerte que él".
Lo pensé unos segundos, recalculando si realmente tenía ganas de pelear con el castaño en estos momentos.
- ¿Vos queres que me vaya? - Esperé ansiosa una respuesta mientras intentaba alinear mis pensamientos y actitudes para no mandarlo a cagar en una milésima de segundos.
Tardó unos pocos minutos en responder, su respiración seguía tranquila, y si no fuera porque veía su cuerpo subir y bajar por su corazón latiendo, pensaría que estaba muerto.
- No. - Musitó aún con ese tono molesto.
Algo en mí se sintió bien, pero de igual forma seguía teniendo ese presentimiento de que mi presencia lo aturdía.
- Anoche no pude dormir. - Formuló por fin una oración, casi sin modular.
Reí un poco.
- Yo poco y nada, creo que voy a necesitar una medicación más fuerte. - Dije con cierto tono de preocupación, pero al fin y al cabo terminé despreocupándome ya que tomar una o dos pastillas más realmente no cambiaría demasiado mi rutina
- Pero vos igual estás linda.
- Si ni me viste Valen, mi cara pide a gritos descansar. - Formé una sonrisa de labios cerrados y oí una mini risa por su parte.
- Seguro estás hermosa Isa.
- ¿Y quien dijo que vos no? - Contraapregunté sin creerme que el mismísimo Valentin Oliva esté inseguro de sí mismo.
No es por nada, pero antes de conocerlo ya daba por hecho ser 100% lesbiana.
Las sábanas se movieron y por fin apartó su cabeza de la almohada.
Sonreí por fin después de estar horas sin poder verlo a la cara.
- ¿Ves? Seguís igual de lindo. - Le guiñé un ojo y le di un palmazo suave en el brazo.
- Vos no igual, tenías razón. - Soltó con un tono de burla, y más que ofendida estaba desconcertada por lo rápido que cambiaba su humor.
Abrí la boca haciéndome la dolida y llevé una mano a mi pecho siguiendo con mi actuación dramática de telenovela.
Rió y estiró sus brazos hasta llegar a rodear mi cuerpo atrayéndome hacia él.