Capítulo VII

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KyungSoo se removió en la cama, acomodándose y haciéndose un pequeño bollo oculto entre sábanas frías, preparándose para caer nuevamente en su profundo y relajante sueño, cuando un cosquilleo agradable y un calor especial colocado en el centro de su espalda lo hizo fruncir los labios con confusión y entreabrir los ojos, extrañado y descolocado en extremo porque no era natural ni normal sentir algo así con apenas despertar.

Fue entonces cuando dio de lleno con el pecho de JongIn bajo su cara y fue consciente del brazo rodeándolo, la mano conocida acariciando su cabello y la respiración suave chocando contra su cuello; las mejillas se inundaron con color, su corazón se aceleró contra su caja torácica y su dragón casi ronroneó debido al placer incontrolable que sentía al despertar junto a JongIn, a quien consideraba ahora su pareja (a pesar de no haber una marca que lo distinguiera como tal). Reprimió una sonrisa mordiendo su labio inferior al recordar todo lo ocurrido la noche anterior, desde la confesión de JongIn hasta las risas, la cena y la invitación a dormir juntos. Había sido bueno, realmente bueno compartir cama con JongIn, dormir abrazado a su cuerpo y apoyado sobre su pecho cálido y protector, era una de esas cosas que se gozaban y encantaban todos los días, de las cuales no te cansabas aunque quisieras y que morirías por repetir una y otra vez.

KyungSoo había podido cumplir una de sus más grandes fantasías, y no podía hacer más que sentirse feliz y emocionado por ello y por el panorama aparentemente prometedor que pintaba para ambos.

Suspiró y se acurrucó un poco más contra su cuerpo caliente, colocando una mano sobre su pecho, seguro y con las mejillas escarchadas en un tono dulce de rosa, y suspiró con calma, inundando sus fosas nasales con su aroma concentrado bajo su nariz. Las caricias en su espalda se reanudaron un segundo después y el otro brazo de JongIn lo rodeó por la cintura, ocultándolo entre sus fuertes y musculosos brazos, y en ese momento fue realmente consciente de lo pequeño que era comparado con el menor.

—Buenos días, Soo. ¿Has dormido bien? —preguntó JongIn con cariño y KyungSoo apretó los labios al sentir el aroma mentolado de su aliento contra su nariz—

Asintió con la cabeza, avergonzado porque sabía que su higiene bucal no era la mejor en ese momento y no quería hacerlo pasar un mal rato oliendo su aliento, y JongIn los rodó en la cama hasta estar cara a cara, reposando sobre sus laterales y enfocando su mirada completamente despierta sobre la suya aún adormilada. Su mano gigante se posó sobre su mejilla caliente y comenzó a pasearla por la superficie con delicadeza, sin dejar de sonreír, probablemente sintiéndose tan satisfecho como el mismo KyungSoo (o eso quería pensar). El mayor se hundió en su cuello descubierto gracias a la musculosa negra que tenía puesta y JongIn dejó un beso en su frente con suavidad.

—Gracias por dejar que me quedara. Por mucho ha sido la mejor noche que he tenido en mi vida —confesó con seguridad y KyungSoo sonrió y se abrazó un poco más a su pecho, aunque aún negándose a hablar. JongIn no tarda en notar esto, y por ello se aleja ligeramente y lo mira con una ceja arqueada, acercándose peligrosamente a su rostro con una mirada aguda en sus ojos oscuros y curiosos—.

Rápidamente KyungSoo lo detiene, colocando una de sus manos sobre su nariz y boca y abre muy grande los ojos, niega con fervor y se separa un poco antes de hablar, asegurándose de que su "hedor" pase desapercibido por su nariz sensible —estúpidos beneficios sobrenaturales—.

—¡Alto! No es momento para arrumacos demasiado cerca, ¡debo lavarme, así que espérame aquí por un momento! —exclamó y JongIn rió con diversión, pero de igual manera lo dejó en libertad y permitió que saltara fuera de la cama y corriera al baño para higienizarse—

—¡He sentido tu aliento mañanero antes, cuando éramos niños, KyungSoo! —gritó desde la habitación, luego de escuchar la puerta del baño cerrándose, y KyungSoo soltó una sonrisa con buen humor y contestó de la misma forma, más relajado por el conocimiento de que no iba a avergonzarse por las cosas más naturales del cuerpo y el organismo—

Perfect DragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora