Capítulo XVIII

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Nuevo comienzo

JongIn sonrió a su reflejo en el espejo pulido. Se veía bien, elegante, juvenil y formal. Su cuerpo alto y bien formado se encontraba excelentemente encajado en aquel traje a medida color negro. La corbata del mismo color estaba muy bien colocada, con un nudo perfecto imponiéndose. El broche personalizado brillaba con sus piedritas preciosas al sol con cada movimiento. Los zapatos negros se hallaban bien pulidos, lustrosos, y el cabello un poco largo estaba perfectamente peinado hacia atrás, con un par de delgados mechones cayendo sobre su frente, masculino y atractivo.

El reloj alrededor de su muñeca marcaban las doce veintitrés de la tarde. Aún tenía un momento para sí mismo, terminar de prepararse y tomar un trago de whisky para envalentonarse. De hecho, eso fue precisamente lo que hizo.

El alcohol pasó con fuerza y ardor por su garganta, quemando durante un par de segundos, por lo que su cara se arrugó en un gesto compungido que hablaba de su inexperiencia como bebedor, y luego dejó el vaso vacío en su sitio, como si nada hubiera ocurrido. Suspiró, sintiendo con dicha como su corazón corría a toda marcha en su pecho y su alfa se retorcía con nada más que orgullo y frenesí, y oleadas de su aroma personal salieron de sus poros al exterior. Estaba ansioso, se encontraba emocionado. Su humano estaba feliz, rebosante de brillo y alegría, su contraparte animal no hacía más que enorgullecerse de su trabajo en conjunto. Era un ser lleno de armonía y luz propia en ese instante.

Hubieron tres toques rítmicos en la puerta y luego esta se abrió para dejarle ver el rostro curioso de su hermano mayor. JongIn sonrió de inmediato al ver a InSung con su esmoquin azul y su pelo bien arreglado. Se veía increíblemente guapo; cosa de genes, seguramente.

InSung imitó su sonrisa y cerró la puerta detrás de su amplio cuerpo musculoso, se cruzó de brazos y caminó hacia él con alegría mal retenida, los ojos brillando, expectantes y dichosos.

—Oye, te ves bien. No has enloquecido —fueron sus palabras al estar frente a frente y JongIn bufó, divertido, antes de negar con la cabeza—.

—Por supuesto que no; estoy seguro de que todo saldrá bien. Por otra parte, tú también te ves bien.

—Claro que sí, ¡soy un Kim! Los Kim somos guapos, está en nuestra sangre —alabó, animado, y JongIn rió por lo bajo para después sentarse en el mueble a su disposición. InSung lo siguió un momento después—. ¿Estás nervioso? —preguntó más tranquilo el mayor después de un par de minutos en silencio y JongIn formó una sonrisa suave y pequeña con la vista fija en sus manos unidas—

—Supongo que sí, sólo un poco. Es todo tan abrumador e increíble que no puedo hacer más que sentir nervios.

InSung asintió y luego sonrió grande, rodeó sus hombros con su brazo y dejó un par de palmaditas en la extremidad derecha.

—Por supuesto que sí, después de todo, te estás casando con tu compañero hoy, después de tanto tiempo. Es normal que sientas un poco de nervios, pero no te preocupes, KyungSoo no va a huir si eso es lo que temes.

JongIn volvió a reír y negó una vez más.

—No temo que me deje plantado en el altar, InSung, es sólo que hay muchas expectativas respecto al futuro, a lo que ocurrirá de aquí en adelante. Hemos pasado por tanto, han pasado tantos años desde que nos distanciamos... es simplemente sorprendente para mí saber que, a pesar de todo, KyungSoo sigue estando aquí, conmigo, aceptándome, teniendo un huevo nuestro y ahora a punto de casarnos para pasar toda la vida juntos formalmente. Quiero compensar todos sus malos ratos y malas experiencias siendo un gran alfa para él y un buen padre para nuestro hijo, así que no sentir nervios sabiendo eso es un poco difícil.

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