KyungSoo se removió en su cama. Había una manta cubriendo penosamente su cuerpo desnudo y una extremidad se enredaba posesivamente con su pierna derecha. Bajo su cabeza, una superficie dura y cálida -pero no menos cómoda- se movía acompasadamente, de arriba hacia abajo, y en su cintura, una mano descansaba para brindarle protección y afecto. No puede evitar una sonrisa, así como tampoco puede pasar el contacto por alto y se aferra y apreta más contra el gran cuerpo desvestido de JongIn.
Pronto está hecho bolita con la mitad de su cuerpo echado encima del de su alfa, abrazándolo por el pecho y dejando castos besos adormilados sobre la piel sedosa y bronceada que tanto amaba admirar.
Entre sueños, JongIn sonrió y lo abrazó más fuerte, sus dedos se hundieron deliciosamente en su piel y su pierna subió hasta que, de forma inconsciente, su muslo estaba contra su intimidad. KyungSoo se mordió la esquina del labio inferior y alzó la cabeza para admirar a su compañero, absolutamente embelesado con su belleza masculina alejada de la consciencia.
El cabello sedoso de JongIn se hallaba más largo, mucho más, tanto que el flequillo tendía a cubrir sus ojos si no estaba engominado, también estaba desordenado, exponiendo así la amorosa y pasional actividad nocturna compartida hace tan sólo unas pocas horas. Los labios hinchados y rojos estaban entreabiertos, los ojos cerrados con tranquilidad y paz y las mejillas suavemente sonrojadas por el calor. Él era tan fascinante, tan precioso, que su corazón no podía evitar encontrarse afectado ante la dulce imagen de su alfa en reposo.
Su cuerpo se movió por impulso, borracho de la apariencia adorable y sexy de su pareja, y pronto se encontró besándolo suave y cariñosamente en los labios, importándole poco o nada el aliento mañanero o el ligero hilo de saliva seca en una esquina de la boca de JongIn. Habían pasado por tanto y había transcurrido tanto tiempo desde que estaban juntos, que esas pequeñeces no evitarían darle un beso o disfrutar de su hombre. Muy lejos habían dejado las inhibiciones y vergüenzas, sepultadas bajo fuertes muros de confianza que se tomaban la tarea de fortalecer con cada nuevo día. JongIn se encargaba de ello, él era su maestro y KyungSoo su gustoso aprendiz.
Los labios del menor se hallaban secos, pero bajo su toque, fueron un oasis en medio del desierto infernal. KyungSoo exhaló por la nariz y sus dedos acariciaron delicadamente el pectoral de JongIn, sintiendo su corazón agitado dando tumbos contra sus costillas y a su omega liderando sus instintos y deseos; pronto tuvo una mano en la mejilla y un el par de labios bajo su boca moviéndose dulcemente contra los suyos, un toque gentil, cariñoso y perezoso que no podía ser nada más que perfecto.
JongIn dejó ir su boca con un chasquido húmedo y pronto se dedicó a acariciar sus narices juntas con una sonrisa adormilada que KyungSoo admiró con fascinación.
—Buenos días —la alianza fría contra su mejilla ayudó a aliviar el calor de sus pómulos cuando la voz grave y sedosa de JongIn salió para acariciarle los oídos. KyungSoo desenredó sus piernas y pasó el muslo por encima de la cintura del menor, y de esta forma se hallaba acostado sobre su pecho, entre sus piernas, apoyado en sus duros pectorales con marcas rosadas y apasionadas sobre la piel y las manos de JongIn descansando en su espalda baja. No tardó en acercarse a su rostro de nuevo, friccionando sus cuerpos apretados, para besar una vez más su boca—.
JongIn lo recibió con un suspiro y un apretón en su agarre firme y posesivo. Prolongó el contacto labial cuando sus manos se colaron bajo la sábana escurrida y la apartaron de su cuerpo, lo tomó de la nuca cuando se hallaron desnudos una vez más y acarició sus nalgas exhaustivamente al encontrarlo inevitablemente entusiasmado con la idea de sexo perezoso y mañanero para comenzar el día.
A KyungSoo le encantaba hacer el amor con su pareja. Siempre estaban llenos de intensidad, de pasión, erotismo, cariño, afecto, adoración. Se unían íntimamente de forma complementaria, encajando a la perfección, disfrutaba de los asaltos rudos e impacientes y de aquellos tiernos y cuidadosos por igual. Hacer el amor en la mañana era más que agradable. Normalmente JongIn tendía a hacerlo lento, lo atendía como a un rey y le susurraba lindas palabras al oído con cada nueva arremetida. ¿Cómo no amanecer sonriente entonces? JongIn se llevaba todo el estrés que podía acumular y le daba paz y relajación con una íntima atención dedicada.
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Perfect Dragon
أدب الهواةKyungSoo es un dragón blanco e inmaculado sumamente pequeño para su especie, dos particularidades que lo convirtieron en un punto de burlas constantes y señalamientos durante su adolescencia y que le dejó una nula oportunidad para emparejarse con al...