Capítulo XI

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En el amanecer del quinto día de celo y apareamiento, KyungSoo pudo ser capaz de despertar sin sentirse acalorado y necesitado sexualmente. El celo estaba a punto de desaparecer y él sentía cómo la normalidad física comenzaba a asentarse en su cuerpo dolorido.

No había salido de la cueva en todo ese tiempo; JongIn se encargó personalmente de llevar alimentos para los dos, cambiar las mantas y almohadas arruinadas y atender sus necesidades primitivas sin ningún tipo de quejas, de hecho, siempre estaba sonriendo para él y eso era realmente perfecto y agradable, además de tranquilizador. Se duchaban en la caída de agua de la montaña y utilizaban el baño del lugar para cubrir sus obligaciones fisiológicas, luego se acostaban en las mantas limpias y con buen aroma y tenían sexo hasta que KyungSoo se agotara o llegara a la inconsciencia.

Habían sido días agotadores y muy intensos. Ambos fueron dominados por sus partes animales para poder aguantar tanta actividad y desgaste físico en tan corto tiempo; los músculos dolían al estirarse y sentía una punzada incómoda en la espalda baja, además de numerosos chupetones cubriendo todo su torso, hombros, espalda, muslos y nalgas siendo perfectamente visibles para cualquiera. Estaba agotado, pero muy satisfecho con lo que había conseguido.

Ahora, estando más consciente y unido nuevamente a su parte humana y racional, se sentía feliz y lleno de calidez al ver la marca que había aparecido tras compartir su sangre con JongIn, justo sobre su muñeca. Eran detalles grabados en su piel en forma de un tatuaje de tinta negra, palabras del antiguo idioma que los definía como una sola alma y un solo ser y que comprobaba que realmente eran pareja destinada. Una marca de pertenencia y exposición orgullosa a los demás, la muestra de honor que rodearía su apellido eternamente. Era muy lindo, se sentía bien saberse únicamente de JongIn.

Dioses, creía que volaba junto a las nubes en su forma humana, y eso era espectacular.

Sonrió tontamente a su tatuaje antes de llevar la mirada al rostro sereno de un durmiente JongIn, que lo acorralaba entre sus brazos con excesivo cuidado y cariño, y suspiró silenciosamente antes de subir una mano y acariciar con el índice la suave piel de su cara, pasando por su mejilla, la línea de su mandíbula, la barbilla, sus labios hinchados, la nariz pequeña y su frente lisa. Delineó la forma de sus ojos cerrados con delicadeza y se inclinó para dejar un beso amoroso sobre su pómulo.

Su corazón dio un vuelco al notar la sonrisa apareciendo en la boca del alfa al separarse de su cara y los colores subieron a sus propias mejillas cuando los preciosos ojos de su pareja se posaron perezosamente sobre él. JongIn gimió gravemente, un sonido sensual que le erizó la piel por completo, y lo abrazó con más fuerza, atrayéndolo a su cuerpo desnudo para sentir sin ningún problema su calidez, su anatomía grande cubriendo la suya y una erección mañanera rozando su muslo. La nariz de JongIn se posó sobre su cabeza e inhaló largamente, consiguiendo su olor entre las hebras suaves y desordenadas.

—Buen día, mi cielo, ¿cómo te sientes hoy?

El calor aumentó en sus pómulos ante el apodo cariñoso y una sonrisa boba salió a relucir, empequeñeciendo inmediatamente entre los brazos y el pecho firme del menor.

—Mucho mejor. El celo está a punto de desaparecer.

—¿Ya no duele?

—No, sólo siento una muy ligera molestia y un poco de calor, pero no duele como antes. Gracias por atenderme, Jong.

JongIn se alejó al oír esto último y subió una mano para posarla sobre su rostro cuidadosamente. Acarició su mejilla regordeta y colorada con cariño y un beso fue depositado suavemente sobre su frente.

—No tienes que agradecerlo, Soo. Eres mi pareja, voy a hacer esto siempre a partir de ahora. Jamás permitiría que sufrieras algún dolor a causa de tu celo.

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