¿Recuerdan esa fiesta que hizo cierto castaño para alegrar a su amigo que siempre porta una bufanda roja?
Luego de que Goth se declaró a Palette y éste de cierta forma evadió su confesión, el primero se puso muy triste por mucho tiempo.
Gabriel por tratar de animarlo un poco, lo invitó a la mejor fiesta del año, según el más alto, y después de tanto insistir, Goth aceptó.
El de bufanda va, empieza la fiesta pero...
¿Y si Goth hubiera preferido esconderse de todos?
¿Y si Gabriel se dio cuenta de eso?
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—¿En serio vas a quedarte aquí?
Goth levantó su mirada, encontrándose con Gabriel observándolo.
—¿Puedo, verdad? —Preguntó escondiendo su rostro entre sus brazos.
—Entonces me quedó contigo.
—No, no es necesario, puedes ir abajo a divertirte —A pesar de lo que dijo, el castaño se sentó a su lado— Lo siento.
—¿Por qué?
—Bueno, esta fiesta era para alegrarme ¿No? —Se abrazó a sí mismo con más fuerza— Pues ni siquiera lo intenté, preferí deprimirme y aislarme de todos, aquí, encerrado en esta habitación, mientras abajo hay una fiesta.
—No te preocupes, te entiendo.
—Uh... ¿Lo haces?
En ese momento sentía que nadie lo entendía.
—Me gusta Cindy.
—Sí, ya sé —Era obvio, talvez no mucho, aunque sí se nota, un poco solo.
—Ella me rechazó hace mucho tiempo.
—Vaya...
Perfecto, ahora había pegado su tristeza a su amigo.
—Me costó aceptar que ella solo me quería como un amigo, pensé que mi mundo se había oscurecido más de lo que estaba y todo eso —Soltó una pequeña risa melancólico— ¿Qué tenían esos chicos con los que salía, que no tenía yo? Me lo preguntaba una y otra vez... Hasta que comprendí que no podía obligarla a corresponderme solo porque yo la quería, sería egoísta de mi parte.
El ruido del primer piso de pronto se esfumó, solo se concentró en escuchar la voz del contrario.
¿Como conseguía hablar con tanta calma?
—Aún te gusta.
—Sí, creo que sí... —Soltó un suspiro poniendo una mano en su pecho— Supongo que es hora de dejarlo ir, este sentimiento que me abruma todos los días.
—¿Crees que yo podría ser capaz de hacerlo algún día también?
—Claro que sí, ten un poco de confianza en ti mismo.
—¿Cómo? Si parece que soy el mismo niño de diez años que no sabe qué hacer.
—Uhmm, yo no lo veo así, has cambiado, Goth.
—¿He cambiado?
—Todos lo hacen o por lo menos casi todos —Se levantó al decir aquello y sacudió su ropa— ¿Te gusta esta habitación?
—Supongo que sí —Alzó su rostro tímido— ¿Por?
—Nada, ven, toma mi mano.
Dudoso se paró con la ayuda del castaño.