C A P I T U L O 3

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Nickolas Peña

Horas antes de la fiesta.

Me desperté por el increíble ruido de mi hermana y su fantástica rutina de ejercicio, Adriana esta empeñada en mejorar su figura y cuidar más su salud, aunque yo la veo normal, no es ni tan delgada a ser una ramita o una hamburguesa destilando grasa a cualquier lugar que va, es un peso justo para su edad de diecinueve años.

Adriana es alemana al igual que yo, ella es de una estatura promedio de cabello oscuro como la noche, ojos cafés oscuro, tez blanca y facciones suaves con cara de una niña pequeña.

Me vi obligado a levantarme de mi cama, es un viernes y al parecer ella no tiene clases este día lo cual me molesta hasta el infierno ya que tengo que soportarla todo el día hablar sobre su prototipo de "chico perfecto" o por ejemplo la última conversación que tuvimos fue sobre "cómo le gustaría que la follaran".

No es que no la quiera, porque en realidad la amo muchísimo solo que es fastidiosa hasta llegar al punto de querer saltar por la ventana solo para ya no escucharla hablar.

Al llegar a la sala del apartamento en el que compartimos ya que ella estudia en la misma universidad que yo y mis padres prefirieron que viviéramos juntos y así la mantenía vigilada.

La sala es amplia pero no tanto como la terraza que tenemos, hay un sofá blanco en forma de L, dos sillones individuales grises en el centro una pequeña mesa de madera donde yacen un montón de libros y cosas para ejercitar, enfrente una pantalla plana de cuarenta y nueve pulgadas en donde puedo ver los mejores partidos de fútbol.

Mi hermana estaba en la terraza sudando como alguien que lleva deshidratado más de un año haciendo saltitos y luego unas sentadillas.

—¡Adriana! —la llamé—¡Deja de traumar a los vecinos!

—¡Calla! —me reclamo—¡Ya se quejaron, la señora Ponce otra vez!

La señora Ponce es una viejita amargada que vive en este edificio hace más de treinta años, la mayoría de los residentes tienen problemas con ella ya que se queja por todo, o más bien como ella dice "Ustedes los incultos jóvenes de esta época que no hacen más que desperdiciar oxigeno el cual se podría ocupar en otras personas que si valen la pena".

—¿Podrías dejar de hacer ruido? —pregunté— Quiero dormir, loca.

Ella por fin en una vez de la vida que logro acatar mi petición y paro de estar haciendo sus saltitos raros, recogió sus cosas adentrándose en el apartamento otra vez.

—¿Y tú no tendrías que ir a traer tu traje? —inquirió, lo cual era cierto y se me había pasado por alto, la fiesta comenzaba a las ocho de la noche y yo no tenía mi traje listo ya que la última vez que lo utilice fue en la boda de mi tía Linda en el que termino hecho un desastre con champagne y pastel. —La fiesta ya va a comenzar

Y hasta ese momento me di cuenta de que eran las seis de la tarde, había estado durmiendo todo el día porque hasta en la madrugada regresé a mi apartamento después de una noche de pasión.

—Gracias

Deje a mi hermana en la sala gritándome que era un olvidadizo lo cual era cierto.

Me duché lo más rápido que pude y en cuestión de minutos llegué al establecimiento, pedí mi traje, pagué y lo más importante me lo puse.

*****

Todos iban de trajes y vestidos pegados al cuerpo como si fuera una alfombra roja e iban a la gran premiación de los Grammys.

La mayoría se estaban metiendo la lengua hasta el esófago y otros manoseándose, tal vez yo sería uno de esos tantos, pero como tan tonto que soy perdí mi ligue de una noche al decirle el nombre de otra mujer por lo cual ella se enojo y aparte de haberla perdido me gane una cachetada.

GLOW [Mer]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora