CAPITULO XX

7.8K 326 54
                                    

—Princesa —murmuran levemente.

Me acurruco más y abrazo con fuerza la almohada.

—Aunque estar en esta posición contigo es todo un sueño, debes despertar.

Mierda.

Abrí los ojos de un tirón pero tuve que cerrarlo cuando la luz me cegó, de nueva cuenta, lentamente comencé a abrir los ojos acostumbrándome a las luces interiores del autobús.

Parpadee otro par de veces para asegurarme lo que miraban mis ojos: mi brazo sobre el estómago de Tyler.

Con cautela, aunque no sirviera de nada, retire mi brazo y levante mi cabeza de su hombro. Mire hacia la ventana, y por el rabillo de mi ojo note que sonreía.

—Quiten esas caras. Ustedes se lo buscaron —expresa el profesor—. Ahora, antes de bajar del autobús les explico lo que haremos. Primero: es de noche por lo que les pasare una linterna por pareja para que alumbren su camino, no quiero que se separen. Segundo: al llegar al lugar donde acamparemos, inmediatamente se instalaran. Deben estar con su compañero —Tyler me miro alzando las cejas, puse los ojos en blanco—. Tercero: entréguenme sus celulares.

Las quejas no tardaron en alzarse por todo el autobús. Creí que el profesor nos dejaría conservarlos al ver que no los retiro antes de salir, no era dependiente al celular pero aun así.

El profesor de sociales comenzó a caminar entre los asientos con una bolsa negra en mano. Uno por uno fue introduciendo su móvil en la bolsa hasta que llego a nosotros, me despedí dramáticamente del mío, dándole un beso en la pantalla.

—Que melodramática —dice Tyler una vez que el profesor se aleja.

—Venga, vamos jóvenes.

Las parejas de enfrente fueron las primeras en bajar, yo no podía salir hasta que Tyler se levantara y el susodicho esperó a que no hubiera nadie en el autobús para levantarse.

Tendió su mano en mi dirección pero la ignore y pase por delante de él.

Lo primero que me recibió al bajar del autobús fue un aire gélido. Fue automático el momento en que mis dientes comenzaron a castañar.

—Saquen sus mochilas rápido jóvenes.

—Aquí esta la tuya —me asuste cuando mi mochila apareció frente a mi rostro—. No tienes que agradecerme.

—No planeaba hacerlo Tyler.

—Uy otra vez con ese tono. Es mejor que volvamos a la parte en donde no te hablo y...

—No —lo interrumpo antes de que mi cabeza pueda procesar las palabras.

Una enorme sonrisa de satisfacción se formo en su rostro.

¿Sabes? Concuerdo contigo en que cuando sonríe así, parece el gato de Alicia en el país de las maravillas.

—Vaya... hasta que por fin estamos de acuerdo en algo.

—¿Que? —pregunta extrañado.

—No. Nada.

Debo dejar de decir cosas en voz alta.

—¿Listos jóvenes? Bien, andando —dicta después de una ligero bullicio de afirmaciones.

Mientras caminamos por el camino de tierra y pasto, me cohibía aun más dentro de la sudadera que había sacado de mi mochila después de que Tyler me la entregara.

Ojala me estuviera cohibiendo por el aire fresco y no por las formas que tomaban los arboles en la oscuridad.

Mi cabeza comenzó a maquinar diversos escenarios terroríficos en mi cabeza, de un accidente hasta un psicópata en el bosque. El sonido de una rama rompiéndose me hizo pegarme al costado de Tyler.

El mejor amigo de mi novioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora