CAPITULO XXXIV

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Bruce

—¿Clarisa ya se fue a la escuela? —le pregunto por segunda vez a su mamá aun incrédulo.

—Exactamente Bruce. —me contesta gentil—. ¿Le avisaste que vendrías?

—Bueno... —me aclaro la garganta ante su mirada—. Le envíe un mensaje anoche, y solo lo dejo en visto.

—Seguro se le olvido responder.

Aunque sonaba sincera, me parecía apenada. Continuo:

—Digo, además te fuiste varios meses y se acostumbró a ir sola la escuela.

—¿Sola?

Ella asiente como respuesta. No sabía que se iba sola, recuerdo pedirle a Tyler que si podía llevarla algunos días, en especial en los lluviosos.

Me mantengo en silencio intentando comprender el extraño comportamiento de Clarisa.

—Creo que se te hace tarde para el instituto y...

—Antes de irme —la detengo a media oración—. ¿Usted sabe que le sucede a Clarisa?

Me mira con ojos desorbitados y balbucea varias cosas incoherentes.

—Usted sabe. —aseguro— Es su madre y seguro ella ha hablado al respecto.

Vuelve a balbucear solo que esta vez palabras, pero aun sin sentido.

—Yo... bueno... —mira hacia otros lados nerviosa— No se... quizás tú...

—Por favor —le suplico cuando logro que me mire—. Tiene semanas comportándose rara conmigo, y no le hayo explicación.

—Deberías pedírsela a ella —murmura con una sonrisa apenada.

—Lo he intentado, pero siempre pasa algo que no lo permite —le explico— ¿Podría darme algún indicio de lo que le sucede? Por favor.

Pareció pensárselo pues soltó un suspiro.

—Bruce, quiero que sepas que te tengo aprecio, has sido un excelente novio con mi hija. Sé que eres una excelente persona y tus sentimientos son buenos. —siento mis orejas calientes—. Aun así hay cosas que le corresponden a mi hija decirte, no yo.

—Lo sé, —me apresuro a decirle— Pero si me diera alguna pista de que debería hacer o una idea para saber dónde comenzar para entenderla.

—Solo te puedo decir que te fuiste.

—Sí pero...

—Déjame terminar —me interrumpe—. Te fuiste mucho tiempo y a veces cuando uno se va dejando cosas o a personas, todo eso puede cambiar.

—Está tratando de decirme que Clarisa... ¿cambio?

—¿Tú no lo has notado? —asiento dándole la razón. Ella sigue—: Ahí está tu respuesta. Además cuando te fuiste ella comenzó a pensar...

—Que la deje de lado —la vuelvo a interrumpir cuando ato los cabos—. ¿Es eso verdad?

De nuevo me observa con ojos saltones.

Claro que lo es, sino ¿por qué reaccionaria como si la hubiera descubierto?

—¡Por supuesto! —sujeto sus manos—. Seguro se hizo varias ideas erróneas en la cabeza. Y por eso esta tan rara conmigo.

Ella comienza a negar con la cabeza, asustada.

—Tranquila señora. —la tomo por los hombros— No le diré que usted me dijo lo que le sucedía. —le muestro una gran sonrisa antes de atraerla hacia mí, dándole un abrazo— ¡Muchas gracias suegra!

El mejor amigo de mi novioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora