CAPITULO XXVII

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—Tienes cara de funeral. Dicen que yo tenía esa cara cuando mi novio me engaño —menciona Evan al aire libre para después, disculparse en voz baja por sus palabras.

Un suspiro fue lo único que salió de mí. Eso junto a una pequeña sonrisa sarcástica mientras seguía mirando al cielo con Evan a mi lado.

Engañar...

Así como los del clima engañaron hoy seguramente a toda la ciudad al decir que sería un día soleado.

El día hoy el cielo era plenamente nublado, sin un rayo de sol, y por la forma de las nubes apostaría cualquier cosa a que probablemente llovería. El clima parecía combinar con mi estado de ánimo.

Seguramente debería de estar pensando en cómo regresaré a casa sin que parezca un trapo mojado. Pero mi cabeza definitivamente no estaba aquí en la Tierra. Tenía días que no lo estaba.

Me enderece hasta que estuve sentada cuando la superficie plana comenzó a generarme molestia. Evan permaneció igual, sin inmutarse. Lo mire de reojo y tenía los ojos cerrados.

Atraje mis rodillas hacia mi pecho y recargue la barbilla en el medio.

Me puse a observar a mí alrededor, a los estudiantes que caminaban por los exteriores del instituto, a aquellos que estaban sentados en una mesa o en el pasto, así como Evan y yo.

Una que otra mirada furtiva que atrapaba viendo en mi dirección, e instintivamente me encogía. Así había sido desde el martes. El día de mi conversación con Tyler.

Si antes mi paranoia respecto a Tyler cuando se acercaba ya existía en cierta escala, ahora el sentimiento había dejado de ser un modelo a escala para convertirse a uno de tamaño real.

Me sentía observada y juzgada, como si las personas a mi alrededor supieran lo que estaba haciendo. Sabía que era pura paranoia mía, en parte, pues había estado siendo precavida al igual que Tyler, en parte.

Pues a diferencia de mi discreción y la de Tyler, la de él no parecía ni siquiera una discreción.

Desde que empezamos esto y lo confirmamos en el aquel cuarto del conserje le fui muy clara al respecto de cómo quería que se dieran las cosas.

Así que le impuse un par de condiciones. Cinco para ser exacta.

Pareció entender y aceptarlo muy renuentemente en aquel momento, aun así parecía que lo olvidaba intencionalmente y se acercaba a mí o intentaba hacerme escenas de celos con Evan. Como si nos tratáramos de una pareja normal.

Lo cual definitivamente no éramos. No hasta que terminara mi relación con Bruce una vez que él estuviera de regreso. De hecho ni siquiera estaba segura de que seriamos una pareja

—Otra vez tienes esa mirada perdida —menciona Evan incorporándose con ayuda de sus antebrazos— Bien Evans, cuéntale a Evansito ¿qué sucede ahora con tu príncipe?

—No lo llames príncipe. Tyler puede ser lo que quieras pero no un príncipe. —digo seria— Además ¿por qué piensas que pasó algo con él?

—Respondiéndote a lo primero, él te dice princesa, así que vi correcto que él sea tu príncipe —explica intentando parecer gracioso— ¿Entiendes? ¿Príncipe? ¿Princesa? Combina.

Solo le muestro una media sonrisa negando con la cabeza.

—Eres alguien extraña Evans —se incorpora ahora si por completo hasta que está de pie y me tiende su mano para pararme.

Se vuelve a colocar sus gafas una vez que estábamos dentro del instituto, aunque el clima afuera era agradable, no lo fue tanto cuando comenzó a lloviznar.

El mejor amigo de mi novioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora