Era difícil dar una respuesta directa a una pregunta tan complicado. Ni siquiera estaba seguro de que esa era la razón por la que había hecho ese regalo. Golden se retorcía las manos y trataba de controlar las emociones que le delataban en el rostro, respirando con calma.
—Sí me gustas.
—Pero... —Foxy no sabía cómo reaccionar ante esa confesión, él esperaba que el rubio negara todo, que fuese un malentendido y la relación siguiera igual que hasta entonces habían llevado.
Justo al momento, apareció Chica corriendo súper emocionada porque llevaba una de las cartas de Loon que acababa de llegar y Foxy le preguntó si había alguna carta para él, cosa que en efecto sucedió y partió a su habitación para contestar su correspondencia.
Ambos chicos sabían que el As estaba huyendo.
Lo peor vino a partir de entonces. Ya no estaban juntos todo el tiempo, de hecho el pelirrojo por fin parecía un guardia y no un invitado especial del rey —como había parecido hasta el momento— porque ahora se limitaba a observar todo con seriedad y desconfianza desde un rincón, ocasionando que el ambiente fuera pesado para los presentes.
Golden estaba mortificado por la manera en la que había resultado su intento de declaración pero no buscaría al otro, lo que restaba de su dignidad se lo exigía.
En cambio, el pelirrojo tenía sus propios conflictos emocionales con respecto al tema del Rey.
Por un lado estaba todavía el anillo, que no se había quitado y cada noche lo observaba con atención y aprecio. Una de las razones era que le gustaba que fuera plata y no oro; le parecía menos exagerado aunque fuese también valioso. Ahora que lo miraba con otra perspectiva, notaba que el anillo era igual de brillante que los ojos del rey de Diamantes, tan puro que daba la sensación de querer protegerlo pero sabiendo que podría ser mortal si quisiera usarse como arma.
También estaban los sentimientos de Golden que aún lo confundían. Era como si de pronto le dijeran que el cielo es morado: No podía creerlo... Pero recordaría que, cuando empieza a caer la noche, el cielo va cambiando de color y, quizá por un momento, sí logra verse morado. De igual manera, el rubio en ocasiones parecería más atento, la forma en la que lo viera sería profunda y lo haría querer estar más cerca de él.
Ahora venía lo más difícil: saber qué es lo que él sentía.
Podría decir que apreciaba al rubio, que se divertía a su lado, que admiraba lo mucho que había avanzado en el uso de espada, que ya no era tan frágil e inútil en batalla y que es el amigo más cercano que tenía en este momento, pero de ahí a hablar de gustar... Llegar a este punto lo hacía gritar de desesperación por no saber la respuesta, así que tendría que buscarla.
El As se dirigió a la habitación de Golden, tocando la puerta con fuerza y, luego de unos largos segundos, se dejó ver un despeinado rubio somnoliento.
—¿Foxy? ¿Qué haces aquí? Ya es muy tarde. ¿Pasó algo malo?
—Tu eres un rey y estás casado. —Sentenció el mencionado, sin mayor explicación pero tampoco parecía muy necesario. Esas palabras fueron suficientes para despertar al más bajo pero también para hacer decaer su ánimo.
—¿Es eso? —Se rascó la nuca por el nerviosismo— Siempre me han dicho que soy un buen rey pero, si el serlo me impide estar contigo, no me importaría dejar de ser rey, incluso dejar de ser hombre porque si fuera una chica tal vez...
Quizá las palabras fueron las indicadas o la desesperación de encontrar una respuesta que nunca había buscado hasta que el misterio de un regalo lo había requerido pero, lo que haya sido, sirvió para juntar sus bocas en un impulsivo acto del As.
Después de ese primer beso, la frialdad en el corazón de Golden desapareció y la oscuridad que crecía a cada día que estuvieron separados, comenzó a retirarse, convencido de que esto era mejor de lo que había esperado y dejó que el otro se despachara a gusto en sus labios.
Foxy esperaba encontrar repulsión y asco pero no había nada de eso al sentir el pequeño cuerpo del otro, respondiendo a la forma en la que le besaba, pegado a él, sosteniéndole por el cuello. Había fuego, humedad y excitación; estaba la inexperiencia pero también mucho deseo.
Al separarse, se miraron sin decir nada y volvieron a juntarse para reafirmar lo que habían sentido, aún en el umbral de la habitación del monarca.
Las explicaciones llegarían después.
★★★
Félix se había sentido un poco decaído los últimos días, por lo que decidió tomar la invitación que le hiciera Spring en su momento de visitarlo en el reino de Tréboles, la cuestión era ver si iría solo, aunque al final, el As de Corazones decidió acompañarle hasta allá.
Justo como se le fue prometido, tuvo un cálido recibimiento que reconfortaba el corazón del pelirrosa.
Era un gran contraste para Félix pasar del Reino más exuberante y ostentoso al más sencillo de todos, en el que no necesitaban tanto poder para estar orgullosos pero, una de las mejores cosas que obtuvo de otro reino, fue encontrar algo parecido a la esperanza.
En uno de esos días que conversaba con los reyes de Tréboles, llegó Fede, uno de los mejores floristas de todos los reinos y antiguo amigo de "la reina" de Picas.
—¡Fefi! —Con más emoción que elegancia, el de ojos amarillos corrió a abrazar al más bajo en completa felicidad.
—¡Me alegra verte, Félix! El rey me mandó a llamar. —Luego de estas palabras, el de Picas giró en dirección al mencionado, el cual respondió con una sonrisa.
—Te dije que aquí habría buenos amigos para ti aquí. —Debía admito que ese había sido un regalo hermoso.
Ese fue el motivo de alargar un poco su estadía en aquél reino, adoraba la compañía y sabía que nadie lo echaría en falta en su reino.
Cuando se está desesperado por sentir —o dejar de hacerlo— no es tan extraño que se actúe por impulso, incluso abusando de alguien que ofrece una amistad sincera. Eso fue lo que ocurrió con el abandonado gobernante.
Ese día, estaban Fede y Félix solos, en la habitación de este último y por cuestiones caprichosas que no podemos predecir, de alguna manera, el más bajo terminó siendo "acorralado" contra la cama. Pronto el aire tenía ese peso de la inevitabilidad, llevándolos a desear más.
—¿Félix? —El de ojos azules observó al otro tan cerca que era asfixiante respirar, sabiendo lo que ocurriría.
—Fefi, creo que todos merecemos tener un poco de amor, alguna vez. —Dicho esto, juntó los labios a los del de Tréboles, dando un paso mas hacia el destino que se teñía de un profundo carmín.
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Para evitar la guerra (FNAFHS AU CARDS KINGDOM) GOLXY
Fiksi PenggemarLo más simple para una persona, puede ser la perdición para otra... O para todos los reinos. ¿Una profecía que advirtió o arruinó todo?