Huida

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En los pasillos del Zafire me encuentro con una pálida y alicaída Hanna.

-Ey, no tienes muy buena cara -digo y ella hace una mueca.

-Apenas he dormido, princesita -dice dando un bostezo.

- ¿El capullo buenorro insaciable te ha dado la noche? -digo y ella se echa a reír.

-Salvajeitor.
Me echo a reír con ganas.

-Sí, creo haberte visto cojear un poco -comento.
Ella asiente.

-Tu tampoco tienes buena cara, princesita.
Sonrío un poco al oír su apodo.

-Solo necesito cafeína por un tubo y algo de desayu...

-Poneos a trabajar ya. Esto no es el patio del recreo -gruñe de mala hostia Elena pasando por nuestro lado y sin siquiera mirarnos.
Hanna me mira con los ojos muy abiertos y me da un rápido beso en la mejilla.

-Te veo luego, princesita.
Asiento y la miro andar a toda prisa hasta su cubículo. Yo voy tranquilamente. No tengo ninguna prisa.
Cuando entro en mi oficina me quedo plantada en la puerta y perpleja al ver un lujoso despliegue de comida en una preciosa mesa de cristal con dos sillas de piel negra, y en el centro de la mesa, dos enormes globos rojos en forma de corazón.
Este hombre es absolutamente detallista y así, mi enfado por su ex, mengua considerablemente. La verdad es que me siento un poco ridícula por todo lo que le he montado. Christian es un hombre cariñoso y atento conmigo, no se merece que desconfíe de él. Pero inevitablemente sentí un cuchillo hurgando en mi alma cuando lo vi irse con ella.
Me siento tras la silla a degustar la apetitosa comida cuándo por arte de magia, invocación divina, o maldición del puñetero destino, su ex entra por mi puerta.
Anda hacia mi mesa con una radiante sonrisa, vestida de diseño y peinada de peluquería. Mira todo con soberbia como si ella fuera la dueña del lugar hasta que sus ojos de color ámbar recaen en mi desayuno y en los dos globos rojos en forma de corazón que la hacen poner cara de asco.
Me pongo de pie lentamente sin parecer ni molesta, ni sorprendida.

-Anoche no nos presentaron como es debido. Soy Lily Bogdánov. Ex prometida de Christian.
Asiento con cara de póker pese a que por dentro todo en mí se ha detenido.
¿Prometida? Voy a matarlo.
Juro por lo más sagrado que voy a descuartizarlo lentamente y dolorosamente.

-Anastasia Steele -digo con firmeza y le ofrezco asiento frente a mi mesa-. ¿Te apetece desayunar? -le ofrezco y ella niega lentamente-. ¿Un café? ¿Un globo con forma de corazón?
Me fulmina con la mirada.

-No he venido a intercambiar consejos de amigas. Más bien he venido a advertirte. -Me siento con un suspiro y empiezo a picotear un cruasán-. Él no es el hombre que tú crees. Es un demonio -afirma.

-Aún así estás enamorada de él -digo con tranquilidad y ella parpadea perpleja en respuesta.
Me llevo un pellizco de cruasán a la boca mirándola y ella se recompone.

-Con él pasé los mejores años de mi vida. Pero al final lo jodió tanto que solo siento odio.
Asiento bebiendo del delicioso café.

-Por eso no te ha llevado ni una sola vez a cenar con su familia -digo con frialdad y ella entrecierra los ojos.
Recuerdo la conversación que oí ayer mientras ellas estaban en el tejado con la víbora.

-Yo entraba en su casa cuando quería, Anastasia. Su madre me adora y me sentía como en mi casa -dice a la defensiva.
Sonrío con burla y asiento.

-Vale, teníais una relación de ensueño. ¿Y a mí que me importa, Lily? -le digo impaciente y ella suspira.

-Yo le di lo mejor de mí y él me llenó de lujos, joyas y viajes. Me decía que era la única, que me deseaba como a nadie. Me dio un lugar en su vida, en su casa y yo me sentí protegida y amada. Me llamaba cariño, cielo. Incluso me puso un apodo cariñoso, decía que era una mujer frágil, como un pajarillo. -La comida se me revuelve en el estómago y me sube con efervescencia por el esófago-. Estaba deseando que tuviéramos un bebé.
No puedo evitar palidecer ante sus palabras.
¿Pero qué coño...?
-Tener un bebé es lo más importante para él, Anastasia. Contigo es igual, ¿a qué sí? -Me quedo sin palabras-. Christian es un hombre atractivo, poderoso, un conquistador nato. Y las mujeres pequeñas son su fuerte. Solas, sin nadie en el mundo y sin nada. Así es más fácil su juego. Es más fácil para él manipularte, conquistarte, te da ilusiones, te da sueños, te da algo que merezca la pena y cuando menos te lo esperes, te abandona. Te deja tirada, sola. Sin nada más que lo puesto. -Aprieto los puños en mi regazo y ella sonríe condescendiente -. Yo dejé de ser válida para él cuando perdí a su bebé y el doctor me dijo que no podía volver a ser madre -dice y sus ojos se llenan de lágrimas.
Respiro despacio.

-Lo siento -digo y ella asiente con tristeza.

-No pareces mala chica, Anastasia. Y él rara vez ve más allá de su propio bien.
Bajo la mirada a mis manos unos segundos y la vuelvo a levantar para mirarla a ella.
Tiene una expresión llena de desolación y tristeza.
Me limpio unas lágrimas y ella se levanta y viene hacia mí.

-No llores, Anastasia. -Me abraza -. Es un ser despreciable, un hijo de puta.
Asiento entre sollozos.

-Ne...Necesito salir de aquí -digo y ella asiente.

-Claro que sí, cariño.

-Él...Sawyer no me dejará ir sola e Christian me perseguirá. Está obsesionado conmigo. Dice que si me voy me buscará y me obligará a quedarme aunque sea a la fuerza.
Ella pone cara de horror.

-Madre mía, Anastasia. Está enfermo -dice llena de preocupación.
Asiento varias veces.

-Sácame de aquí, por favor. No quiero volver a verle.
Ella asiente.

-Saldremos por donde he entrado. Nadie me ha visto. -Asiento levantándome de pronto y cojo mi abrigo y mi bolso con manos temblorosas y ella me ayuda con una amable sonrisa-. Tranquila, Anastasia. Te voy a ayudar.
Sonrío con dulzura y la abrazo.

-Gracias, gracias de corazón, Lily.
Me coge de la mano pero me tambaleo casi cayéndome.

-Anastasia, ¿estás bien? -dice con preocupación.

-Lo siento, es que estoy muy débil aún por el accidente y en shock.
Asiente comprensiva.

-Yo te sujeto, cariño -dice y me rodea la cintura.
Salimos a hurtadillas. Lily me guía hasta las escaleras de incendios y bajamos a trompicones.

-Vaya, estoy bastante débil -le digo y ella sonríe un poco.
Llegamos a una puerta de metal de color gris y salimos a la calle. A un callejón trasero del edificio donde hay un Audi pequeño de color rojo.

-Es mi coche, vamos. -Me insta a andar y me abre la puerta.
Subo y espero que lo haga ella en el asiento del conductor.

-Lily, no quiero meterte en problemas. Estás siendo muy amable al ayudarme y no quiero que la tome contigo.
Niega.

-No sabrá que te he ayudado si no se lo decimos. Nadie me ha visto entrar ni nos ha visto salir.
Asiento conforme.

-Tengo una amiga que vive en las afueras, por Surrey. Ella podrá esconderme allí.
Asiente.
Respiro hondo cuando pone el coche en marcha y pone rumbo a las afueras sin que nadie nos siga.

-Tranquila, Anastasia -dice acariciándome la mano.
La miro con una sonrisa aunque ella tenga la mirada fija en la carretera.

-Es que... no me puedo creer que vaya a librarme de ese capullo arrogante -digo aliviada y ella me mira de reojo.

- ¿Tan mal estabais?

-Desde mi accidente y la pérdida del bebé nada fue lo mismo. -Asiente comprensiva y me da un suave apretón en la mano.

-Nos hemos librado de un gran error, Ana. Para mí ya es tarde, pero tú puedes seguir adelante. Ojalá alguien me hubiera prevenido de él -dice con un suspiro acongojado.

-No puedo creer que haya sido tan tonta de confiar en él -me lamento-. Pensaba que pajarillo era algo entre él y yo.
Me mira un segundo y niega.

-Yo también era su pajarillo. Me encantaba que me llamara así.
Me llevo las manos a la cara.

-Dios mío, y el bebé. Yo creía que... -sollozo negando con la cabeza y frotándome los ojos.

-Él solo quiere un heredero, Anastasia. No le importa nada ni nadie.

-Dios mío. Que equivocada... Dios mío. Que ciega he estado.

-No te martirices, es un gran embaucador -dice aprensiva.

-Me ha dejado sin nada para mantenerme a su lado. Me ha llenado de lujos para comprarme. Y...me hace el amor con tanto... -me callo y vuelvo a sollozar.

-Conmigo era igual.
Niego abrumada.

-Date prisa, por favor. No quiero volver a tener nada que ver con él nunca más -digo con un hilo lastimero de voz y ella acelera el coche.
Suspiro y miro por la ventanilla como dejamos atrás la ciudad.

Loba rojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora