Te lo has ganado.

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Como cada mañana, íbamos juntos al trabajo. Christian ya estaba enchufado en una conversación en italiano sobre una empresa dedicada al sector textil.
¿Cuántos negocios tendrá?
Respiro hondo y miro cada vez más bullicio de gente según nos acercamos a Canary Wharf.
Miro a Christian que sigue hablando con un tal, Angelo, sobre que el envío de textiles de Abu Dhabi no está siendo todo lo puntual que debería. Le miro como se desenvuelve en cualquier idioma perfectamente y como pone a cada persona en su sitio con su firmeza y frialdad. No tiene contemplaciones. Es inflexible con la puntualidad y los márgenes que pone en los plazos de trabajo y es muy perfeccionista. Nos parecemos mucho. La verdad es que tenemos muchas cosas en común.
Cuelga el teléfono y vuelve a marcar un número.

-Scott, ponme en la agenda una videoconferencia con Angelo Ferrety para después de las vacaciones de navidad -dice y cuelga el teléfono. Me mira rápidamente antes de bajar la mirada de nuevo al móvil y teclear a toda prisa -. Lo siento, cielo. Hay un problema en unos almacenes de Roma.

-No te preocupes. Lo he oído. No sabía que también manejabas el mundo de la moda.
Sonríe.

-Más que el mundo de la moda, me interesa más los clientes que tengo en el lugar de dónde se traen los textiles importados para esas prendas.
Asiento.

-Abu Dhabi.

-Exacto.

-Pero hablabas de que el problema era con el textil, que no era el adecuado que la firma había pedido para sus diseños.
Sonríe.

-La mayoría de las empresas que tenemos se utilizan para blanquear dinero o transportar mercancías ilegales. Cada una cumple con sus funciones legalmente, las sacamos adelante, trabajamos en ellas para hacerlas las mejores, da igual que ese no sea nuestro propósito. Nos interesa que sea así, porque cuanto más exitosas y conocidas sean, menos escrutinio tendrá a ojos fiscales.
>>El escondite más difícil es aquel que se expone ante ojos de todos.
Sonrío llena de admiración.

-Cielo, nuestro nivel es alto, por lo tanto, nuestras empresas deben de generar mucho beneficios para que podamos cubrir todos los pedidos.

-Esta empresa en particular. ¿Cada cuánto se hacen pedidos a Abu Dhabi, y cuánto dinero puedes blanquear?

-No podemos ir más de una vez al mes sin que levantemos sospechas. Y solemos hacer tiradas entre unos treinta o cuarenta millones.
Parpadeo un par de veces.

-Joder -susurro. Me mira serio pero con la expresión relajada-. ¿Cuánto te pagan por hacerlo?

-El cuarenta por ciento.
Silbo impresionada.
Y esta es una empresa de tantas que tiene.

-Eso son muchos ceros.
Asiente.

-No corremos el riesgo por unos cuantos de miles, Ana. Nosotros sí hacemos las cosas bien. Les damos a nuestros clientes la confianza y seguridad de que pueden gastar su dinero tranquilamente sin declararlo y pueden explicar clara y legalmente de dónde proviene. Pero tienen que pagar el precio.
Respiro hondo.

-Corres muchos riesgos, campeón.
Niega y se acerca a mí para abrazarme. Le devuelvo el abrazo y le beso el cuello.

-Quien no apuesta no gana, Ana. Pero te puedo asegurar que antes de que yo caiga, cae el mundo.
Me acurruco en el hueco de su cuello y suspiro.

-No quiero que te ocurra nada, Christian.

-No te preocupes por mí. Ni por ti, jamás te pasará nada. Nunca te expondré a ningún riesgo -dice con sinceridad. Levanto la cabeza y le miro.

-No tengo miedo, podré con lo que sea -le digo y él sonríe orgulloso.
Está soberbio con esa expresión seria y fría, y ese aire poderoso que le da el carísimo traje hecho a medida de color azul marino a juego con mi vestido de raya diplomática.

Loba rojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora