Me gustas de cualquier manera.

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Una blanca ciudad se iluminaba con las primeras luces del alba. La nieve había cuajado durante la fría noche y el sol la iluminaba despuntando un nuevo día en el que yo despierto entre sus brazos y Christian ya está despierto y mirándome.
Cuando abro los ojos lo primero que veo es su preciosa cara. Sus ojos grises me inspeccionan con ese brillo indescifrable.

-Buenos días, preciosa. -Me abraza aún más contra él acariciándome con muchísima ternura y me besa los labios castamente.
Sonrío.

-Buenos días.

-Me encanta que seas tú lo primero que vea por la mañana -dice en voz baja.
Sonrío ampliamente y junta nuestras frentes.

-Estas obsesionado, campeón -le digo burlona y él se encoge de un hombro con una sexy sonrisa. Me pego aun más a él cerrando cada ínfimo hueco entre su piel y la mía-. Y eso me encanta -susurro sobre sus labios y le beso.

Paseamos por el parque abrazados. Estamos prácticamente solos, y Hela puede ir un rato sin correa. La nieve ha cuajado bastante esta noche y hace un frío que pela.
Hela está como loca con el nuevo fenómeno atmosférico que está conociendo. Come nieve y se revuelca en ella.

-Madre mía, está chorreando -digo al verla y miro a Christian que está para comérselo con un gorrito de lana verde militar, a juego con un plumón, un pantalón negro y unas botas de nieve.

-Sí, pero mira lo bien que se lo pasa.
La miro correr y correr haciendo un gran círculo levantando nieve tras ella. Saco mi móvil y la grabo. Christian me rodea la cintura desde atrás y me quita el móvil de las manos. Invierte la cámara y en un segundo salimos los dos en la pantalla-. Quiero una foto contigo -dice con una sonrisa que se refleja en la pantalla.

-Vale -le digo y me acomodo bien el pelo que sobresale de mi gorro rojo y sonrío pegando mi cara a la suya y él hace la foto-. Mira qué guapos salimos -dice haciéndome reír.

-No tienes ego -me burlo.

-Venga otra. Esta vez sonríe más. Así. -Estira mucho los labios enseñando toda la dentadura frontal y yo me echo a reír.

-Me recuerdas a Sid. ¿Has visto la peli de La edad de hielo? -Echo la cabeza hacia atrás rendida a la risa que una vez más produce un efecto sorprendentemente alegre en mi estado.

- ¿En serio me has comparado con este perezoso feo? -dice mirando la pantalla de mi móvil, dónde ha abierto una página del safari y ha buscado al perezoso-. Has herido mis sentimientos, pajarillo -dice haciendo un lindo puchero y yo me giro entre sus brazos y le abrazo con fuerza-. Todas las tías guapas sois mala gente -gruñe fingiendo estar dolido.

-Ven aquí, mi apestoso y feo perezoso. -le ofrezco mi boca y él la acepta sin dudar.
Me coge en brazos y me encaramo en él como si fuera un Koala. Acuno su cara con mis guantes de lana rojos y le beso a mis anchas tal y como a mí me gusta.
Nos separamos un segundo para coger aliento y volvemos a sellar nuestro beso. Ya no siento frío. Solo deseo.

-Me las estás poniendo dura -susurra bordeando con la boca mi mentón hasta mi cuello.

-Vámonos a casa -gimo bajito cerrando los ojos cuando me lame la piel y me muerde el cuello.

-Estás hecha para mí -susurra apretándome el culo y siento su erección en mi entrepierna-. Estamos hechos para follar juntos.
Sonrío rozándole la nariz con la mía y le doy un suave beso.

-Tienes la nariz helada y roja. -Se la vuelvo a besar.

-Sé dónde voy a meterla para que se caliente -susurra con toda la intención haciéndome sonrojar de puro placer.

- ¡Hela! -la llamo. Christian me deja en el suelo y se vuelve dando un fuerte chiflido y la loba sale de entre unos arbustos corriendo como una bala hacia nosotros y yo suspiro aliviada-. Ven aquí, pequeña. ¿Dónde has estado? -le digo acariciándole la cabeza mientras Christian le pone la correa.
Se la ve más tranquila y relajada después de un poco de ejercicio.

Loba rojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora