No te dejaré jamás.

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Taylor aparca en el parking del Zafire y Sawyer abre mi puerta.

-Vamos a mi oficina, Ana -me dice rodeándome la cintura y me dedica una mirada posesiva atrayéndome con brusquedad a su cuerpo y me besa la mejilla -. Voy a estar toda la reunión pensando que no tienes bragas y que tu pequeño coño está desbordado de mi semen.
Me quedo sin respiración.

-Cada vez que me muevo me duele. Súmalo a tus perversas ensoñaciones -digo con descaro.

-Cuando acabemos esto nos vamos a casa. Mañana ni siquiera podrás andar -gruñe en mi oído y me muerde el lóbulo con fuerza.

-Que romántico -digo con un tono juguetón y él me besa la cabeza.

-Tenemos todo el tiempo del mundo para el romanticismo -dice contra mi pelo y yo mantengo la mirada al frente.
Respiro hondo.
¿Por qué mejor no me callo?

Ninguno saluda a Olivia cuando pasamos por su lado, Christian tampoco le contesta cuando ella le dice que su cita está dentro. Un hombre algo mayor y con gafas se pone de pie de uno de los sillones que hay frente al escritorio de Christian y nos mira. Tiene una mirada marrón muy afilada y escrutadora. Lleva un traje que parece muy caro igual que su enorme reloj.

-Señor Petrova, siento el retraso, teníamos un asunto muy urgente que resolver -dice Christian con firmeza y frialdad.
Ni siquiera parece que se esté disculpando, y realmente creo que no lo hace.

-No pasa nada, señor Grey. Solo llevo aquí unos minutos -dice con una voz muy suave y amable en contraste con su mirada. Ambos se estrechan la mano con firmeza.

-Bien. Ella es mi prometida. Anastasia Steele -le dice y el hombre me mira y sonríe brevemente.

-He oído hablar de usted, señorita Steele. Me alegro que esté recuperada de su accidente, por decirlo de alguna manera, claro.
Asiento educada.

-Él es Izan Petrova -dice Christian y extiendo la mano hacia el hombre frente a mí con una sonrisa amable y asiento.

-Encantado, señorita Steele.
Sonrío derrochando mi encanto.

-Igualmente.

-Sentémonos aquí. -Ivan señala su mesa de reuniones y pone la mano en la parte baja de mi espalda guiándome hasta allí.
Mi ruso de modales perfectos me retira la silla de piel negra que hay a la derecha de la silla presidencial e Izan toma asiento a su izquierda. Como el caballero que es me acomoda la silla y se sienta a mi lado.

-Ethan le habrá hablado un poco del negocio que le queremos proponer -empieza a decir Christian e Izan asiente.

-Sí, pero no dejo de ver muchas complicaciones en este negocio -dice con frialdad.
Está ligeramente bronceado por lo que supongo que vive o que viene de unas largas vacaciones en algún sitio de sol y playa.

-Linc lleva demasiado tiempo haciéndose con el poder que le roba a otros. Lo hizo con mi padre, lo hizo con usted y lo hizo con mucha gente más -le dice e Izan se queda muy serio mirándome.

-Entiendo su sed de venganza, señor Grey, para nadie es un secreto que Linc le tiene en el punto de mira. Pero no somos los primeros en intentar ponerle fin y acabar sin cabeza en el fondo del mar.
Christian me mira muy serio y frío, la misma mirada que le devuelvo yo.

-No voy a quedarme de brazos cruzados mientras mata a mi familia. Mi novia estaba embarazada y la tiraron por una cuneta -espeta con una voz tan lúgubre que enfría el ambiente-. Si usted quiere participar, estupendo. Si no, ha sido un placer hablar con usted -gruñe sin contemplación.
Izan le mira muy serio y luego a mí.

-Ethan me dijo que la señorita Steele había hecho una propuesta excelente -dice y me mira pero yo busco la mirada de Christian.
Solo mirarle y ya sé que puedo hablar.

Loba rojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora