Nuestra tradición.

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Sarah, mi asistente personal, hace verdaderas palmas cuando me ve.
Estamos en Harrods, donde no cabe ya un alma. Las últimas compras navideñas impulsan a la gente a llenar los centros comerciales. La semana que viene es Navidad y ahora mismo caigo que no le he comprado nada a Christian.
Unas chicas jóvenes chillan a nuestro lado.

- ¡Tía. Tía! Es el nuevo bolso de Mark Jacobs! -dice una de ellas y las otras chillan.
Las miramos perplejos y Christian no puedo evitar poner cara de horror. Todo lo contrario a ellas cuando le miran.

-Por lo menos han dejado de chillar -le digo bajito y él gruñe. Sonrío amable a Sarah -. ¿Qué tal, Sarah?

-Me alegro de verte, Anastasia -dice muy alegre y extiende su mano hacia mí-. Señor Grey. Es un placer -le dice igual de amable pero más retraída-. ¿En qué puedo ayudarles hoy? -dice servicial.

-Necesito un vestido de fiesta. Largo, no muy escotado, rojo cereza, verde esmeralda o mostaza, y... puede ser de encaje, seda o incluso terciopelo.
Sarah me mira con una amplia sonrisa y asiente.

-Tengo lo que buscas. Y además es una maravilla. Y tengo varias cosas que acaban de traer que me gustaría que vieras, te van a encantar -dice emocionada.
Miro a Christian y este desliza su mano hacia adelante.

-Te espero por aquí, cielo. -Se inclina y me besa la cabeza.

Sarah me pasea por la sesión de primeras marcas enseñándome todo tipo de nuevas prendas de temporada. Cojo un abrigo, un par de camisas para la oficina y tres faldas. Ah, y por supuesto no me pueden faltar dos zapatos de tacón y un nuevo bolso de piel envejecida de Vera Wang.

-Voy por el vestido de fiesta -dice Sarah mirándome de arriba abajo con aprobación la falda plisada de piel negra y la camisa blanca con encaje negro en las mangas y el cuello -. Me encanta eso -dice volviendo a mirarme.
Asiento mirándome al espejo.

-Es una maravilla, Sarah.

-Sabía que te gustaría. Cuando el señor Grey ha llamado para pedir cita me ha dicho que hoy era esencial que te mimara más que nunca -dice con una mirada ensoñadora y se va desplegando su pasión por la moda, toqueteando prendas aquí y allá.
La puerta de mi pequeña suite se abre e Christian asoma la cabeza y pone mala cara.

-Yo pensaba encontrarte desnuda -refunfuña haciéndome reír.
Entra y cierra tras él.
Viene hacia mí con esa mirada abrasadora, sin barba parece aún más inalcanzable, mordiéndose el labio de esa manera tan lujuriosa y extiende su mano, yo le doy la mía y me hace girar lentamente.

-Qué guapa estás.
Sonrío y me lanzo hacia él abrazándole el cuello y le beso con fuerza los labios.

-Si quieres me desnudo para ti.
Gime cerrando los ojos clavándome su miembro.

-Lo estoy deseando. Pero me temo que tu asesora de moda estará por entrar. ¿Y adivina qué? ¡Traerá un bolso horrible! -dice chillando en una mala imitación a las chicas locas de antes.
Me echo a reír.

-Creo que cambiaron de opinión cuando te vieron -bromeo y él me mira con cariño y me acaricia el pelo.

-Mala suerte para ellas -dice como si nada-. Yo soy hombre de una sola mujer.
Sonrío con picardía.
Sarah abre la puerta y nos mira un poco incómoda al vernos abrazados en medio de la suite-probador y Christian la mira muy serio.

-Lo siento, señor Grey -dice asustada.

-No te preocupes. Pasa -le digo con una voz más apaciguada y ella se relaja un poco.
Levanta el brazo y frente a mí se desliza una elegante prenda que nos deja a ambos en completo silencio durante unos segundos hasta que buscamos la mirada del otro y Christian asiente con aprobación.

Loba rojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora