Capítulo VIII: Dime la verdad

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El campamento estaba en silencio, todos los chicos aún se encontraban dormidos y en el cielo se podía notar las estrellas dando su último brillo, la calma gobernaba en el aire sin preocupación a ser quitada. Pero en el albor de un cielo neutro, una figura se asomaba para arreglar sus pensamientos sin ser interrumpido, salió de su tienda de campaña con mucho cuidado de no ser escuchado y tomó su mochila en hombros.

El chico de sudadera negra camino hasta llegar a la orilla de un mini lago que tenían cerca, dejó su mochila en el piso y sacó un libro, observo a su alrededor y lo único que pudo visualizar en la oscuridad fueron dos zombis atrapados en uno de los tantos lagos que había. El chico se quedó esperando durante un minuto, estaba algo nervioso y no dejaba de jugar con los cordones de su sudadera, pero un ruido en los arbustos lo alertaron, tomó su espada y se puso en posición de ataque.

-¿De verdad me vas a atacar? No sabía que fueras tan agresivo.

-Solo me estaba protegiendo por si fuera algún monstruos.

-¿Y no lo soy?- dijo la persona mientras sonreía de forma siniestra.

-Mejor toma el libro y vete, no quiero que nos vean los demás- dijo el castaño mientras le lanzaba el libro a los pies.

Se inclino y tomo el libro del suelo, al enderezarse agarro el gorro de su túnica con su mano libre y se la quitó de la cabeza, dejando ver el rostro de una persona joven y de tez morena, sus ojos eran como dos grandes monedas doradas que se iluminaban con la luz de la luna, su cabello tan oscuro como el fondo del mar, se encontraba sostenido a media cola por un listón verde que resaltaba como una esmeralda.

-No se por que te enojas Luzu- el muchacho misterioso se acercó de manera lenta hasta quedar a escasos centímetros del cuerpo del castaño, sostuvo su mentón e hizo que sus miradas se encontraran- me acuerdo perfectamente que la otra noche no escuché que te quejaras de mis manos.

-¡Puagh! Me das asco- dijo Luzu apartando la mano del más alto- eso fue un error que nunca volverá a pasar.

-Como tu digas, pero recuerda que aun estas aprueba, La Hermandad tiene otras misiones para ti aparte de esta.

-Lose, pero como les dije en mi carta, necesitaba tiempo para completarla, además ocupaba que mis compañero me acompañara, no podía hacerlo solo.

-Y lo comprendemos, solo recuerda en darnos el dije sagrado que guarda La Fuente de los Deseos, si no lo cumples, el castigo será peor que del anterior.

Luzu desvió la mirada al recordar aquella horrible vez, no quería volver a sentir eso de nuevo ni estar en ese lugar y, aunque ya no se podían ver las cicatrices, la sensación de ellas seguía en su piel. Se cruzó de brazos y se apartó del de la túnica negra, pudo notar el leve brillo del sol saliendo por el horizonte y entendió que ya era hora de regresar antes de que sus amigos se despertaran.

-Entiendo, solo no se metan con mis amigos por que entonces responderé.

-Eso tienes que decidirlo tu, has tu trabajo y nosotros no los tocaremos.

El pelinegro se puso de nuevo la capucha y con un movimiento de su túnica se giró para desaparecer entre los árboles, Luzu tomo su mochila y empezó a caminar al campamento, sin darse cuenta una lágrima recorrió su mejilla pero la detuvo a medio camino con la manga de su sudadera, el saber que sus amigos estaban en peligro por su culpa le revolvía el estomago, tenia que protegerlos a toda costa.

Después de un rato, los chicos se levantaron para desayunar y recoger sus cosas, ya les quedaba menos así que se apresuraron para llegar antes del mediodía. Caminaron durante dos horas sin parar, el sol aún no alcanzaba su punto más alto pero se podía sentir como aumentaba el calor, y no era raro, pues estaban pasando por el bioma del desierto.

.-* La fuente de los deseos *-.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora