‣ 33.

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- Alek. - sonríe y luego me ve a mí.

- Tío. - saluda con un asentimiento de cabeza.

- ¿Quién es esta hermosa dama? - sonríe.

- Mi prometida. - gira su cabeza para verme y sonríe.

- Katya Ivannok. - estrecho su mano y deja un beso en el dorso de la misma.

- Mucho gusto preciosa... - levanto la mano para interrumpirlo.

- Katya. - le corrijo.

- Katya. - suelta una risita. - Soy Benjamin Andrews, mucho gusto. -

- Supongo que, el gusto es mío. - sonrío.

- ¿Supones? - me ve confundido.

- Compermiso. - murmura Alek y comienza a caminar. - Katya... Siento haberte contado mi pasado, no pensé que te fueras a llevar mal con ellos. - tuerce el gesto.

- Lo siento. - murmuro. - Es sólo que... Si ellos hubieran logrado jugar con tu cabeza, habrías escogido a cualquiera y no estaríamos aquí. - susurro apenada.

Alek deja de caminar y me atrae a su cuerpo envolviéndome entre sus brazos. - Sé que fueron unos bastardos conmigo, pero quiero que los conozcas y los juzgues por ti misma. - murmura dejando un beso en mi mejilla.

Asiento leve y desvío la mirada por un segundo. - Perdón. - hago un puchero y Alek lo besa.

- No pidas perdón, mi amor. - sonríe y me besa con delicadeza. Poso mis manos a los costados de su torso y coloca una de sus manos en la parte trasera de mi cuello para profundizar más el beso. - Te amo. - susurra sonriente luego de terminar el beso.

- Te amo más, precioso. - sonrío y llevo una mano a su mejilla acariciándola con el pulgar.

- Daría lo que fuera por ti, amor, daría todo, te amo, te amo. - murmura y recuesta su cabeza en mi mano.

- Oh, Alek. - sonrío con los ojos brillosos. - Te amo tanto, te amo más de lo que cualquiera puede amar. - murmuro.

- ¿Alek? - pregunta un señor de muy avanzada edad mientras camina a duras penas con ayuda de su bastón.

Alek se gira y sonríe de oreja a oreja. - ¡Abuelo! - murmura feliz como un niño viendo al que le han regalado el juguete de sus sueños

- ¡Hijo! - sonríe el señor y no puedo evitar sonreír con tristeza. Mi abuelo murió cuando era muy pequeña a causa de un cáncer, mi abuela paterna no es que sea lo mejor, y mis abuelos maternos viven muy lejos, en Rusia.

Alek toma mi mano y me hace una seña con la mano para que vaya. - Abuelo, ella es Katya, mi prometida. - sonríe orgulloso.

- He oído mucho de ti, jovencita, pero eres más guapa de, lo que me han mencionado. - sonríe y besa el dorso de mi mano.

Sonrío mostrando los dientes y lo abrazo. - Mucho gusto. - digo luego de soltarlo.

- El gusto es mío, claro que lo es. - murmura con una energía increíble.

- Abuelo... - agarra mi mano entre la suya y entrelaza nuestros dedos. - Quiero tu bendición. - baja la mirada por un segundo a nuestras manos sonriente y nuevamente la sube para ver a su abuelo.

El señor me examina de pies a cabeza, me ve con curiosidad y suelto una risita debido a que me causa gracia el que me examine de esta manera.

Se gira a ver serio a Alek y niega leve haciendo que su sonrisa se desvanezca. - ¡Pero claro que la tienes! Eres una chica muy hermosa, veo que tienes una personalidad divertida, y por lo que vi hace unos minutos, amas a mi nieto. - sonríe y asiento.

- Lo amo más que a mi vida, sí. - sonrío y subo nuestras manos entrelazadas para besar el dorso de la suya.

- Cuídalo, es un buen muchacho, como él te aseguro que no hallarás jamás. - murmura viendo con orgullo a Alek.

- Claro que lo sé, es... Sin duda un ángel para mí. - sonrío. - Fue... - suspiro y desvío la mirada cuando siento mis ojos mojarse. - Fue mi luz entre tanta oscuridad. - digo en un susurro y trago saliva controlando mis emociones y luego de poner todo en orden, veo nuevamente al señor quien me ve sonriente y con los ojos derramando lágrimas. Se acerca a mí a paso lento y rodea sus brazos por mis hombros.

- Te lo agradezco tanto... - susurra en mi oído y me aprieta con un poco más de fuerza. - Siempre recé y le pedí mucho porque la mujer que le fuera a tocar a mi nieto lo amara con locura e intensidad, y tú con tu simple mirada me has demostrado que lo amas incluso más de lo que alguien podría imaginar. - Coloco mis brazos a su alrededor correspondiendo a su abrazo y escondo mi cara en su cuello.

Cuando era pequeña, no tuve una excelente infancia, mi madre siempre apoyaba las decisiones de mi padre y yo siempre estaba intentando ser la hija perfecta para poder tener siquiera un poco de amor por parte de mi progenitor.

- ¿Dije algo malo? - pregunta el hombre de avanzada edad separándose de mí y viéndome con preocupación plazmada en su arrugado rostro.

- No... Es solo que, nunca me he sentido así... - susurro. - En familia. - sonrío y una lagrima cae sobre mi rostro sin poder controlarlo y la quito rápidamente con el dorso de mi mano.

- Oh, querida... Ahora tienes una. - sonríe mostrando su dentadura blanca y sana, desde mi punto de vista.

- Muchas gracias. - sonrío.

- ¿Quieres caminar un rato? - pregunta Alek mientras me toma de la cintura luego de que el abuelo se retirara del lugar.

Asiento leve y sonrío de lado. - Cuando cumplí mis 17, pedí un deseo. - murmuro.

- ¿Ah sí? ¿Cuál fue? - pregunta acariciando mi cintura.

- Pedí que mi vida mejorara. - murmuro. - Pedí que dejara de ser un total asco, que por fin alguien me amara... Que me brindara su compañía y jamás se aburriera de mí. - sonrío. - Y tengo el doble de todo lo que pedí. - murmuro.

Alek deja de caminar y me ve a los ojos.

- Te amo, Katya, yo te amo, yo daría la vida por ti, daría todo. - susurra a un centímetro de mis labios.

Lo veo a punto de comenzar a sollozar como una magdalena, y lo beso.

- Te amo más, Alek Andrews. - susurro.

Your daughter calls me daddy Too #1 (Pronto en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora