‣ 19.

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Sin pensarlo dos veces, nos alejamos, me senté sobre el sillón con las piernas cruzadas y Alek se sentó en su silla viendo fijamente a la puerta.

Una de las secretarias entra con una sonrisa coqueta que se borra inmediatamente cuando sus ojos se posan sobre mi rostro con el ceño fruncido.

- Y-yo... - balbucea.

Alek la ve con desaprobación en su rostro y debo morder mi labio para que la sonrisa en mi rostro no se extienda.

- Me parece que se te ha olvidado tocar. - dice Alek molesto.

- Yo... Creí que estaba solo. - se aclara la garganta y es cuando entiendo todo... La secretera es la chica con la que Alek se acuesta. - Perdón. - murmura y se retira.

Giro a ver a Alek con el ceño fruncido y éste me ve con sorpresa en su rostro, sabe que lo he descubierto.

Tampoco es que tengas mucho qué reclamar.

- ¿Por qué me ves de esa manera? - se aclara la garganta y se afloja un poco la corbata.

Me pongo de pie y comienzo a caminar hacia la puerta, Alek me detiene se pone frente a mí. - ¿Me das permiso? Debo trabajar. - le digo.

- Katya, ¿Qué pasa? - pregunta haciéndose el desentendido. Agarra mi rostro entre sus manos y junta su frente con la mía inclinándose un poco.

Giro mi cabeza sacándola de las manos Alek y doy un paso hacia atrás. - ¿Me vas a decir que ella no es la típica secretaria con la que te acuestas? - pregunto sin ningún pelo en la lengua.

Que poca moral hay aquí. Me pregunto con qué ovarios le reclamas cuando tú tienes a Marck.

Nadie que se acueste conmigo puede acostarse con alguien más.

La boca de Alek está entreabierta, pero nada sale de ella.

- ¿Vas a decir algo? - pregunto dolida.

- Katya... Ella fue antes de que me enamorara de ti. - murmura.

Suelto una carcajada sarcástica echando mi cabeza hacia atrás. - Entonces... ¿Esperas que lo crea? - pregunto seca con una sonrisa burlona en mi rostro.

- Es la verdad. - susurra.

- Claro. - me aclaro la garganta y lo paso de lado, me giro y le doy una sonrisa falsa. - Jefe, llámeme si necesita algo. - murmuro y salgo de ahí.

Camino hasta mi oficina y en cuanto entro, todo es nuevo, hay un aroma a cereza que me hace Inhalar profundo y disfrutar ante tal frescura, me siento en la gran silla de cuero color negra y enciendo mi computadora, me pide crear un usuario y hago todo conforme me va indicando la máquina.

Un chico de unos 23 toca mi puerta que se encuentra abierta y me sonríe en cuanto elevo la mirada para verlo.

- Buenos días, señorita Ivannok, soy Austin. - sonríe. Sus hoyuelos se marcan de manera profunda en cada mejilla, sus ojos verdosos son intensos, de pestañas abundantes, alto, quizás un par de metros, delgado, poco musculoso y de cabello que cae en rizos color chocolate.

- Buen día, Austin. - sonrío de vuelta.

- Yo... Seré su secretario, por si necesita algo. - sonríe con las mejillas levemente sonrojadas.

- Gracias, te avisaré cualquier cosa. - sonrío de manera cortez, él asiente y se retira.

- ¿Gusta un café? - entra una chica de golpe.

Mi desaprobación marcada en mi expresión es muy notable y hace que poco a poco su sonrisa vaya desapareciendo, da unos pasos atrás saliendo de la oficina y toca la puerta.

Your daughter calls me daddy Too #1 (Pronto en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora