‣ 24.

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Miramos al señor atentamente y Alek me abraza a su cuerpo de manera posesiva.

- Necesito hablar con la señorita para el testamento. - murmura de manera calmada al ver a Alek desconfiado.

Suelto un suspiro y me giro a ver a Alek dándole un asentimiento de cabeza para asegurarle que estoy bien.

- Vamos adentro. - le ordeno al abogado y camino con mi postura recta, meto la llave en la cerradura sin titubeos, abrí la puerta y entré con Alek y el abogado siguiéndome el paso.

- Soy el señor Marco Raúl, mucho gusto. - extiende su brazo para estrechar mi mano la cual tomo con desconfianza.

- Katya Ivannok. - murmuro.

- Este testamento es confidencial, por lo que le voy a preguntar si el señor presente es de suma confianza para usted y puede continuar dentro de la habitación. - dice.

Me giro a ver a Alek y luego al abogado y le doy un asentimiento. - Puede quedarse. - acepto.

- Muy bien, entonces sin más preámbulos, empezaré a leerlo. - saca el documento de un sobre amarillo y se aclara la garganta. - A través de éste papel, le otorgo todos mis bienes, propiedades y mi empresa a mi amada esposa, Katya de Müller. - Sí algo me llega a pasar, éste documento confirma que mis cosas pasan a ser tanto de mi esposa como de mi hijo. - "hijo" esa palabra al saber a quién se refiere es como exprimir un limón sobre una herida abierta.

- Todo... Lo de los Müller... ¿Me pertenece? - pregunto incrédula.

El señor asiente y me pasa unas hojas. - Según el difunto señor Müller, usted es la heredera. - murmura.

Giro a ver a Alek y regreso la mirada al abogado del difunto viejo. - Pero... Soy menor de edad aún. - elevo una ceja.

- De hecho, al faltar menos de una semana para su cumpleaños número 18, la vuelve mayor de edad, así que... Sí lo es, puede recibir todas las cuentas y manejar la empresa como usted quiera. - sonríe. - Sólo debe firmar aquí. - murmura y me señala con el dedo índice al pie de la hoja donde se encuentra una línea.

-Lo haré mañana... Con un abogado presente. - sonrío y me pongo de pie. - De resto, me quedaré con éstos papeles, muchas gracias. - camino hasta la puerta y la abro indicándole que puede retirarse.

El señor me ve sorprendido y asiente. - Vaya... Ahora sé por qué el señor Müller la amaba tanto. - murmura.

Mi pecho arde en cuánto escucho nombrar al difunto bastardo que me hizo la vida cuadros, mi sonrisa se borra y mi voz se torna áspera. - Fuera. - ordeno.

El señor intimidado agarra sus cosas y sale de la casa casi corriendo, cierro la puerta con fuerza y Alek da pasos grandes hasta mi, abre sus brazos y me envuelve en ellos.

Marck se fue... Marck se fue y no puedo hacer nada para que vuelva, no puedo traerlo a la vida y lo único que me quedan son recuerdos...

Sé que prometí ser fuerte y lo estoy intentando, no dejo que nadie además de Alek me vean mal, pero es inevitable ponerme melancólica a la luz de la luna cuando es la hora a la que me hacía el amor.

- Vamos a dormir, cariño. - murmura y me toma en brazos mientras continúo sollozando en su pecho.

¿Qué tan difícil era matarme a mí? Mató a su propia sangre... Debí haber sido yo, debí hacer más para interponerme, debí lanzarle algo, debí... Debí proteger a Marck...

El pensar en que pude hacer algo me destroza, y pensar en que fue mi culpa lo hace más...

Al despertar, Alek ya no se encuentra a mi lado. Suspiro y me estiro en la cama tronando los huesos de mi cuerpo, me pongo de pie y camino hasta el baño, me veo en el espejo y suspiro. Estoy hecha un desastre. Mis ojos están rojos e inchados de tanto que lloré, mi cabello se dispara a todos lados, estoy más pálida de lo normal y tengo ojeras bajo mis ojos.

Your daughter calls me daddy Too #1 (Pronto en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora