capítulo 02

14.4K 1.7K 689
                                    

—Se cuidadosa, por favor —le pidió Jimin a su compañera de trabajo, quien estaba en una escalera colocando un cartel en la enorme ventana de la tienda.

El cartel estaba anunciando una nueva venta de navidad para la próxima semana. A Jimin le habían informado que traería a toneladas de clientes y tenía que estar preparado.

—¿Qué tal está? —Sana, su compañera de trabajo, preguntó. Esta colocó sus manos sobre sus caderas y miró hacia el cartel, el cual ahora colgaba de unos cables conectados al techo.

—Luce genial —Jimin respondió, mientras veía a Sana bajar de las escaleras. La pelinegra ayudó a Jimin a llevar la escalera al cuarto trasero para nuevamente volver a la tienda. Era temprano en la mañana, alrededor de las 7:00 am y ellos se estaban preparando para la apertura.

—¿Eso era todo lo que necesitábamos hacer? —Jimin preguntó. Sana miró hacia su portapapeles dudosa, mordiendo su lapicero. Comprobó algo en la lista y asintió.

—Al parecer, sí. La próxima semana Irene y Yoongi pueden configurar los productos para la venta. Nuestro horario podría ser acortado ya que el jefe dijo que van a tratar y dar todas las horas de los trabajadores.

—Seguramente es por la cantidad de personas que vendrán. Obviamente algunos no serán capaces de soportar aquello —comentó el rubio. Recuerda a algunos de sus compañeros de trabajo con mal genio.

—Probablemente. De todos modos, es momento de desbloquear las puertas —Sana anunció, caminando lejos hacia el cuarto trasero. Jimin tomó las llaves desde atrás del mostrador y desbloqueó la gran puerta de vidrio. Encendió el resto de las luces y comprobó de que todo estuviera en orden.

La pelinegra apreció de nuevo, atando su cabello en una cola y dándole la bienvenida al primer cliente del día.

Por la tarde, Jimin estaba trabajando lo más rápido que podía.

—Muchas gracias por haber comprado en Pretty. Sólo un recordatorio de que habrá una venta de navidad empezando la próxima semana y habrá toneladas de descuentos que no querrá perder —Jimin le sonrió al último cliente en su fila.

El cliente le agradeció y sonrió antes de dejar la tienda. Yoongi, quien ha llegado a iniciar su turno hace una hora, le sugirió a Jimin cambiar de lugar. El rubio asintió necesitando un descanso, y dejó que Yoongi ocupara su lugar en la caja registradora.

Jimin caminó alrededor de la tienda, preguntándole a los clientes si necesitaban algo de ayuda o asistencia. Ellos amablemente rechazaron la oferta excepto por un grupo de chicas risueñas las cuales le hicieron muchas preguntas, la mayoría de ellas no relacionadas con la tienda o productos.

—Sí, estoy actualmente soltero. Por otro lado, les recomendaría probar nuestra nueva esencia Aurora. Últimamente ha estado en alta demanda y es fabulosa.

—¿Irías por chicas jóvenes? —preguntó nuevamente una de ellas. Debían tener alrededor de 15 y 16 años. Eso era embarazoso para Jimin. Afortunadamente, Sana fue a su rescate y le dijo que ayudara a más clientes, mientras que ella se ocupaba de las chicas adolescentes. Jimin caminó hacia el otro lado de la tienda, preguntándole a una señora de baja estatura si necesitaba de su ayuda.

—Sí, por favor. Mi hija ha estado preguntándome si puedo comprarle esta nueva esencia, ¿Aurora? Y bueno, ¿te molestaría dirigirme hacia donde está?

—Oh, sí, no se preocupe. El stand está justo allí —Jimin señaló hacia el stand, en el cual quedaban tan solo 12 de las 50 botellas que había colocado. La señora le agradeció y se dirigió hasta allí.

Segundos después, Jimin sintió un ligero golpecito en su hombro y se giró para encontrarse con un, vagamente familiar, hombre.

—Hey —el castaño saludó, su vos escuchándose suave y gruesa a la vez. Jimin parpadeó.

—Hola... mhm, ¿cómo puedo ayudarte hoy? —cuestionó titubeante, mordiendo su labio tímidamente. Aquel gesto no pasó desapercibido por el más alto que ya tenía puesta su intensa mirada en Jimin, haciendo que este se volteara abochornado.

—Bueno, verás... Desde aquel día que te conocí, no he podido dejar de pensar en una cosa y me gustaría que me ayudaras. Así que, ¿podrías decirme qué tono de labial serían tus labios? ¿O por lo menos un tono que se acerque? —interrogó seductor, a la vez que peinaba con sus dedos su castaño cabello hacia atrás.

Jimin podía imaginar lo furiosamente rojas que se debían encontrar sus mejillas en ese instante y se maldijo por eso. Miró hacia la sección de labiales rosas de la tienda y le indicó al azabache que lo siguiera. Cuando ambos llegaron a la solitaria sección, Jimin rápidamente dirigió su mirada hacia los labiales. Él no tenía idea, ni mucho sabía exactamente que tono serían sus labios. No es como si se los mirara diariamente.

—Yo... Honestamente, no lo sé, lo siento —musitó bajito, y al ver que este no le había respondido nada, se giró para observarlo. Abrió sus ojos sorprendido al darse cuenta que este yacía perdido mirándolo. El rubio por primera vez en su vida se sintió pequeñito. Pudo notar através de esa mirada tan profunda, que los ojos azabaches del castaño eran tan brillantes como la noche. Jimin lo recuerda. Ha estado pensando en él desde el día en que llegó a la tienda, lo cual fue hace 5 días.

No pensó que el castaño se fuera a mostrar de nuevo en la tienda, pero ahí estaba, junto a él.

—Bueno, entonces déjame intentar —murmuró suavemente, levantando de la barbilla el rostro de Jimin—. No te molesta, ¿o sí?

—No... —Jimin susurró, sonrojándose por su atrevimiento. Él no podía encontrar su voz. Estaba sorprendido, desprevenido. Él no podía decir que no le gustaba, porque lo hacía. Pero también se sentía extraño, no sabía que hacer.

—El color es muy hermoso... —el de hebras castañas pasó su pulgar por el labio inferior del rubio, sus ojos negros mirando fijamente a los de este—. Justo como tú.

Jimin tragó saliva sonoramente. —Y-Yo... Mu-Muchas gracias.

El hombre se inclinó lentamente, su nariz casi rozando con la del más bajo. Jimin momentáneamente olvidó que estaban en público, y si el caso hubiese sido al revés, no habría dejado que le importara más de la cuenta porque al fin y al cabo no había nadie en aquella sección.

Se quedaron así por un momento, que Jimin lo sintió eterno. Juraba que si el hombre que estaba haciéndole sentir un remolino de sensaciones en su pequeño ser no lo besaba, él estaba dispuesto a hacerlo. El hombre era demasiado atractivo, y estaba seguro de que tenían casi la misma edad.

Sin embargo, las cosas no pasaron como hubiese querido. Puesto que el castaño se alejó repentinamente de él, y quitó su mano suavemente de su barbilla.

—Te-Tengo que irme, lo siento. Espero verte de nuevo. Por cierto, mi nombre es Jungkook. Espero que me recuerdes —diciendo esto último, Jungkook se dio media vuelta y caminó fuera de la tienda. Jimin por algún motivo encontró ilusión al escucharlo decir esa última oración.

Tomó aire segundos después de haber reacionado ante todo lo sucedido. Miró por la puerta de vidrio por la que Jungkook había desaparecido y suspiró. Ese sin duda había sido un momento íntimo.

"Espero que me recuerdes".

Por supuesto que lo haría. Él desearía haber obtenido su número, e-mail, algo. Cualquier cosa, realmente. Pero era muy tarde.

Jungkook había dicho que esperaba volverlo a ver. ¿Eso significaba que volvería? Jimin esperaba que sí. La forma en la que Jungkook le había hecho sentir en ese momento fue indescriptible. Su corazón había estado latiendo rápido y fuerte, su respiración se había cortado y sintió que sólo eran ellos dos contra todo.

Jungkook era un chico misterioso ahora, Jimin sabía eso. Esperaba saber más.

—¿Jimin? ¿Estás bien? —Sana interrumpió sus pensamientos. La atención de Jimin volvió de nuevo a la realidad y la miró. Sonrió y asintió.

—Sí, estoy bien, gracias. Sólo estaba organizando algunas cosas —con una ligera sonrisa Jimin se alejó, buscando por más clientes que podrían necesitar ayuda.

"Espero que me recuerdes".

lápiz labial 丼 kookmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora