A. Track Two

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Después de aquel desastroso primer día el resto de la semana pasó casi volando. Seokjin siguió comiendo con nosotros acompañado de Namjoon, pero ninguno de los otros tres se pasó por nuestra mesa una sola vez. Un ligero sentimiento de decepción se alojaba en mi, pues tenía la ligera esperanza de que Jimin se sentase con nosotros en algún momento. 

Me recargué nuevamente en mi silla, dejando caer mi cabeza contra el respaldo en busca de alguna clase de iluminación divina. El día de hoy había sido horrible, pues al parecer los profesores se habían puesto de acuerdo para dejarnos tareas interminables y lecturas increíblemente largas, sin dejarnos un solo momento para respirar. Ahora estaba escribiendo mi reporte numero tres de lectura y lamentablemente solo llevaba mi nombre. La cabeza me dolía y mi cerebro se sentía seco, carente de imaginación.

Unos golpecitos en mi puerta llamaron mi atención, bajé el volumen de mi música antes de dejarle entrar.

—Kook. —llamó mi padre, volteé hacia el curioso. —¿Estas muy ocupado?

—No realmente. —mentí un poco, la lista interminable de tareas aun en mi mente haciéndome sentir presionado.

—Bueno, lo que tengo para decirte es rápido de todas maneras. —se acomodó contra el marco de la puerta dirigiéndome una sonrisa. —Estamos invitados a una gala importante mañana.

—Papá, acaba de iniciar la escuela.

—Lo sé, se que tienes millones de cosas que hacer, pero también debes pensar en tu futuro Jungkookie, esas personas podrían ayudarte en algun momento y es mejor que las conozcas ahora. —señaló con firmeza aun manteniendo la sonrisa en su rostro. —Solo piénsalo ¿si?

Asentí dejando salir un suspiro. Mi padre imitó mi gesto cerrando delicadamente la puerta. Chillé frustrado, sintiendo la impotencia correr por mis venas, sabía que mi padre tenía razón. Todas estas reuniones con personas relacionadas a la empresa me ayudarían demasiado en ello, pero había un problema gigantesco. Yo no sabía que hacer. Estaba casi seguro que no quería estudiar Administración pero tampoco quería decepcionar a mis padres diciéndoles que quería otra cosa, mas si aquellos resultaba ser algo de las bellas artes. 

Sentí mi corazón oprimirse ante la presión, las lágrimas no tardaban en aparecer junto a millones de sentimientos mas, la indecisión me carcomía por dentro. Negué limpiando con poca delicadeza las traviesas lágrimas que ya habían comenzado a caer por mis ojos. Tomé un fuerte respiro, intentando apartar aquellos sentimientos de mi mente, dejarlos arrinconados para que me permitieran concentrarme en terminar mi tarea. La única certeza que tenía era que debía entregarla mañana o reprobaría. Algo exagerado, pero los profesores se ponían muy estrictos cuando se trataba de los de ultimo año, argumentando que en la universidad no serían tan condescendientes, como si en algún momento de los cursos pasados lo hubieran sido.

Me concentré nuevamente en la computadora, escribiendo cualquier cosa que se me viniera a la mente, enfocado en terminar de una vez e ir a dormir, deseando que el día por fin terminara. Al final lo logré, sin ningún tipo de interrupción mas, me cambié a la pijama y solo me lance a mi cama, cubriéndome un poco con mis sabanas y deseando poder dormir pronto.



Al día siguiente seguí mi rutina normal antes de ir a la escuela, poco a poco me iba acostumbrando nuevamente. Aunque aún callaba al reloj unas tres veces antes de hacerle caso y correr hacia todas partes guardando lo primero que se me cruzara y creyera que era importante. Bajé corriendo las escaleras, tropezándome con el último escalón, maldije en voz baja, sobando un poco mi tobillo por el impacto.

—Buen día hijo. —saludó mi padre con su mirada clavada en el periódico, sin voltear a verme. 

—Buen día. —devolví acercándome a una de las encimeras de la cocina donde estaba una bolsa de papel que seguramente contenía mi almuerzo, sonreí guardándola en mi mochila.

A song for the heart | JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora