Capítulo 24.

7.7K 1.1K 126
                                    

Giulia.

La muerte de Francesca había devastado a toda la familia, nada era igual y lo que ella había logrado unir ahora otra vez estaban todos separados enfrascados en su propio dolor.
Mi esposo se encerró en si mismo, estar tapado de trabajo era lo único que lo mantenía pensando en otras cosas pero para nosotros tres nos dolía la indiferencia de Alfonso hacía nuestros hijos y sobre todo a mí.
Entendía por completo su dolor, murió su hermana pero no podía dejarnos de lado, también lo necesitábamos, no quedaba nada para la llegada de la bebé y me sentía más sola que esas semanas antes del parto de Nick.

- Mami, está el abuelo - aparece mi hijo mayor. - Papi es un tonto - agrega llegando abrazarme mientras estoy sentada en la mecedora. - Gio y yo siempre te cuidaremos - dice sin soltarme de sus brazos.

Nicholas es uno de los mayores amores de mi vida, con él todo cambió y aunque diga que es un viejito gruñón en el cuerpo de un niño de cuatro años, era él que más se daba cuánta de las cosas, sobre todo cuando estaba triste y no dudaba en abrazarme, repitiendo que él me cuidaría.

- Te amo, hijo - digo secando mis lágrimas para dejar un beso en su cabeza.

- ¿A mí mami? - la voz de Gio en el umbral de la puerta haciendo un mohin solo me daban más ternura.

- A tí también te amo - aseguro haciendo señas para que se acerque así lo abrazaba.

Ellos dos son mi fortaleza.

- ¡Acá están! - exclama el señor Giovanni al llegar a la habitación de la bebé.

- Gracias por venir ayudarme - le agradezco.

- Traje a mis hombres para ayudar - declara marcando a tres de sus guardaespaldas que estaban detrás suyo.

- Se lo agradezco, no sabía cómo armar la cuna con esta panza - acoto divertida.

- Déjenos señora Salvatore, nosotros lo haremos - contesta uno de los hombres.

El señor Giovanni nos hace señas para que salgamos de la habitación y tomando la mano de mis dos hijos salimos dejando a los fuertes hombres para que armen la cuna de la bebé.

- ¿Cómo está todo con Alfonso? - me pregunta una vez que estamos solos. Los niños estaban pintando con acuarelas mientras nosotros los observamos.

- Está distante, sale temprano a trabajar y llega tarde. No pasa tiempo con los niños, las veces que está en la casa se la pasa encerrado trabajando - suspiro llevando mi mano a mi vientre dónde sentía la fuertes patadas de la bebé.

- Todos estábamos mal por la perdida de Fran, a mi me duele pero mi nieta no hubiera querido que dejemos nuestra vida de esa forma, ella era de las que decía que debíamos seguir adelante. Mi querida Fran era tan sabía - dice sonriendo con tristeza.

- Ella era única - murmuro dando un sorbo a mi taza de té.

- ¿Ya pensaste que nombre le pondrás? - me pregunta.

Me acomodo en la silla tratando de disminuir el dolor en mi zona lumbar y suspiro acariciando mi gran vientre porque en sí la bebé no dejaba de moverse.

- No todavía - miento porque quería que sea una sorpresa.

Mi hija llevaría el nombre de su maravillosa tía pero solo era un secreto entre ella y yo, lo iba a revelar cuando mi pequeña decida llegar al mundo.

- No estes triste, se que pronto Alfonso será ese hombre que todos conocemos - asegura dándome aliento.

Espero que ese pronto esté cercano porque en este momento que más lo necesitaba él más me ignoraba, se que mis sentimientos están alterados por mi embarazo pero no quita que me duela toda su indiferencia.

Destinos cruzados (0° SAI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora