Fujiwara Rai, una estudiante de Filología y mesera de medio tiempo en el Yellow Cake's, nunca imaginó que conocería a alguien que le propusiera algo que a su mirar, parecía increíblemente loco; eso era un "Compromiso para Dos"
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Niñera responsable, los niños son niños y el acercamiento con el padre.
Pasar el día con Satoko Tsushima había sido más divertido de lo que Rai esperó, incluso sus niveles de estrés bajaron bastantes niveles. La niña le hizo sentir cómoda en el lugar ajeno, porque aunque se conocían de casi nada, fue muy linda con ella, y sobre todo pudo sentir que la menor confiaba en su persona ciegamente, por lo que se dijo, no le iba a fallar e iba a hacer todo lo que estuviera en sus manos para que tuviera una buena semana, aún sí su padre no pudiera pasar tanto tiempo en casa como ella hubiera querido.
Desayunaron, vieron un poco de televisión, luego jugaron con algunas muñecas que Dazai le había comprado con anticipación; también, al parecer Satoko tenía muchas preguntas acerca de la vida personal de Rai, y como ya le conocía, esta no se quedó con nada dentro, así que estuvieron conversando por algunas horas, en donde la nena también contó a la mayor algunas cosas de su vida en Tokio con su madre, y después comieron lo que el hombre de negocios había enviado a domicilio. Estuvieron juntas todo el día, y ya para cuando dieron las 5:30, jugaban en la sala con una consola de simulación un juego de deportes variados.
—¡Es papá! —Cuando se escuchó el particular sonido de la puerta siendo abierta, Satoko se emocionó tanto, que soltó el mando sin cuidado y corrió a recibir al mencionado.
Acerca de Dazai Osamu, realmente Rai no había podido pensar mucho. Solo que estando en su casa le era imposible dejar ir algunos detalles, como por ejemplo: que era muy ordenado con sus pertenencias, sabía cocinar bastante bien y que los videojuegos al parecer eran su pasatiempo, ya que las consolas en el mueble bajo la tele de la sala hablaban mucho, o era que solamente le gustaba coleccionarlas, pues según, él no tenía mucho tiempo libre.
—¿Cómo te portaste, cariño? —Se escuchó la voz del mayor.
En el momento en que la mesera incapacitada pudo verlos, ellos salian del corredor de entrada y venían de la mano. La pequeña parecía demás emocionada al contestar su pregunta, sin embargo, el rostro del hombre se notaba agotado y Rai pudo darse cuenta de su sonrisa cansada.
—¡Me porté muy bien! ¿Verdad, Rai-san? —habló para ella haciendo que su padre enseguida le diera la mirada.
—Si, Satoko-chan fue muy buena conmigo —aclaró desde su lugar en la sala en el sofá que daba la espalda.
—Entonces me alegro mucho, espero que se hayan divertido. —Aun cansado, Dazai irradiaba gentileza.
La muchacha en eso se levantó del sofá, colocó con cuidado el mando que había estado utilizando sobre la mesa ratona y se apresuró a alcanzarlos cuando ellos seguían conversando. Iba a interrumpirlos para despedirse, sería incómodo, pero tenía que hacerlo, pues su tarea, por lo menos por ese día, ya había acabado.
—Oh, bueno... entonces yo tengo que irme. Ya es tarde y... —comenzaba a justificarse, cuando de pronto Satoko la interrumpió de una manera que no esperó.
