💍
- Es por eso que pudo pagar tal anillo.
- ¿Qué anillo?
Arrastrándome más abajo en el asiento, saqué el monstruo del bolsillo de mis vaqueros y le sacudí las pelusas. El diamante brillaba con tono acusador a la brillante luz del día.
Nayeon comenzó a temblar a mi lado, con una risa amortiguada saliendo de sus labios.
-¡Madre de Dios! ¡Es enoooorme!
-Lo sé.
- No, en serio.
- Lo sé.
- Joder. Creo que estoy a punto de hacerme pis encima —dijo ella, abanicándose el rostro y saltando de arriba a abajo en el asiento del auto—. ¡Míralo!
- Nayeon, detente. No podemos volvernos locas las dos. No funcionará.
-Cierto. Lo siento. —Se aclaró la garganta, visiblemente luchando contra ella misma para controlarse—. ¿Cuánto vale eso?
- Realmente no quiero adivinarlo.
-Es. Una. Locura.
Ambas observamos mi joya en un silencio asombrado.
De repente, Nayeon comenzó a brincar de nuevo en el asiento como una niña después de comer mucho azúcar.
-¡Ya sé! Vendámoslo y vayamos de mochileras por Europa. Demonios, probablemente hasta podamos dar la vuelta al mundo un par de veces con esa cosa. Imagínalo.
-No podemos —dije, por más tentador que sonara—. Tengo que devolvérselo algún día. No puedo quedármelo.
- Una lástima. —Sonrió—. Así que, felicitaciones. Estás casada con una estrella del K-pop.
Volví a meter el anillo en mi bolsillo.
-Gracias. ¿Qué demonios se supone que haga?
- Honestamente, no lo sé. —Sacudió la cabeza hacia mí, con los ojos llenos de preguntas—. Has excedido todas mis expectativas. Quería que te soltaras el cabello un poco. Conseguirte una vida y que les des otra oportunidad a los hombres. Pero éste es un nivel totalmente nuevo de locura a la que has ascendido. ¿De veras tienes un tatuaje?
- Sí.
- ¿De su nombre?
Suspiré y asentí.
- ¿Dónde? ¿Se puede saber?
Cerré los ojos con fuerza.
- El mi nalga izquierda.
Nayeon no pudo contenerlo, se rió tan fuerte que lágrimas comenzaron a caer por su rostro.
Perfecto.
💍
ESTÁS LEYENDO
¿Que Pasó Ayer?→JeongMin✓
Fiksi PenggemarLos planes para la celebración del vigésimo primer cumpleaños de Yoo Jeongyeon eran grandes. Enormes, pero jamás se hubiera imaginado despertar en el suelo de un baño con una resaca que competía con la peste negra, un semidesnudo y muy atractivo hom...