《7》

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—Señor Gallagher — terminé de preparar las dos tazas de café y me giré — ¿desea que le preparé uno? — señalé el café y él negó.

—Ya tengo uno — alzó su mano para mostrar el café que tenía en esta.

—Comprendo... — agarré las dos tazas — con permiso — pasé por su lado para volver a la oficina, pero él me detuvo.

—Lamento el haberme ido de ese modo ayer, surgió un imprevisto — se disculpó de pronto y asentí.

—No se preocupe señor Gallagher, comprendo que sea un hombre ocupado — aseguré, sinceramente no le había prestado mucha atención a su ida.

Él asintió, y di por terminada la conversación. Regresé a mi escritorio y me encontré a Thomas jugando con su móvil.

—Listo... — dejé su taza en el escritorio, mientras que le di un sorbo a la mía.

—¿Por qué tardaste? — dejó el móvil y empezó a beber su café.

—¿Lo hice...? — dije con sarcasmo, aunque muy en el fondo quedé meditando un poco las palabras de esa mujer, ¿Por qué habrá pensando que estábamos peleados?

—Ya no importa... — se levantó de mi silla y señaló con su cabeza la entrada — llego el editor — se apresuró a decir mientras daba otro sorbo a su café — nos vemos en el almuerzo.

Sin esperar mi respuesta fue a su escritorio. El señor Gallagher dio los buenos días y se encerró en su oficina.

Empecé hacer mi trabajo, es decir, que organicé las ideas conforme a su dificultad.

—Bien, empecemos — comencé a teclear en el computador, y perdí la noción del tiempo.

La hora del almuerzo llegó y fue cuando sentí una mano en mi hombro.

—Vamos a comer — susurró Thomas. Alcé la vista y solo nosotros dos estábamos en la oficina.

Asentí y guardé los documentos en la nube y bloqueé la computadora. Al dejar todo listo salimos de la oficina, admito tenía demasiada hambre.

Llegamos al comedor e hicimos la fila, al tener nuestro almuerzo buscamos un espacio vacío para comer.

—Allá hay uno — musitó Thomas mientras ladeaba su cabeza en dirección al sitio vacío, lo seguí de inmediato y al llegar noté a una persona que se encontraba almorzando también en la mesa conjunta.

—Bueno provecho chicos — dijo el señor Gallagher al ver que nos sentamos a su lado.

Asentimos y empezamos a comer.

El almuerzo terminó y retomamos nuestro trabajo.

Así los días fueron pasando y sentí una extraña sensación. ¿Por qué lo digo?, bueno verán, noto algo extraño con el señor Gallagher, puede que sea paranoia mía, pero es que siempre donde estoy, él esta, es decir, comprendo que congeniamos a la hora del almuerzo, pero es demasiada casualidad que siempre que me dirijo a la sala de juntas, a los cinco minutos el señor Gallagher llega, lo mismo pasa cuando voy a la zona de descanso.

Entiendo que, por estar bajo el mismo techo, hay una gran posibilidad que pasé, pero ¡Dios!, hace dos fines de semana lo encontré mientras hacía ejercicio en el parque, y ni que decir cuando fui hacer las compras en el mercado, estaba en la parada esperando el transporte público y lo encontré ahí. El colmo fue cuando Thomas y yo decidimos ir a cenar en un restaurante, él se apareció unos veinte minutos después y pues, cenamos con él. Por eso es que digo que todo esto es raro.

Es lunes y me sentía algo cansada por todo, mi única alegría es que falta poco para la publicación del libro y reconozco que será un éxito rotundo.

•Una Oportunidad• [TERMINADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora