"Eres...exasperante".
Montserrat Harrison.
Al siguiente día, me sentía muy confundida. La noche en el parque me había dejado confundida y enojada. Estaba muy enojada, no entendía que sucedía, no entendía absolutamente nada.
Dominick sacaba mi peor lado, en verdad, él lograba que gritara, que dijera groserías, que sintiera un remolino de emociones, y él...siempre seguía igual, sin expresión, indiferente y frío.
¿Por qué no podía cambiar aunque sea un poquito?
Quizás porque no le importaba, quizás solo aceptó ser mi amigo porque yo se lo insisti. Quizás, agh, ya no quería pensar en nada más.
Me estaba torturando la cabeza.
Pero había tomado una decisión, tenía que descubrir que carajos sucedía, porqué Dominick era como era, porqué era tan indiferente a todo lo que le rodeaba.
Me duché, me vestí, me arreglé, y bajé ala cocina.
Mi nana, —la señora Lila— estaba preparando un licuado de frutas que me removió todo el estómago.
—Nana —dije tomándome el estómago—. Quiero de eso que haces.
Ella al escuchar mi petición sonrió y asintió.
—Claro que sí, mi niña. Tome asiento y ahorita le sirvo —dijo dándose la vuelta para ir por un vaso.
Una sonrisa se deslizó por mis labios, como adoraba a esta señora, deseaba que nunca se fuera de esta casa, porque mi vida sería más triste de lo que ya era.
—Aquí está mi niña —dijo, poniendo el vaso enfrente de mí—. Espero le guste.
Asentí con una sonrisa.
—Por supuesto que sí.
Empecé a tomar el delicioso licuado, pero la pregunta que hizo mi nana en esos instantes, logró que casi lo escupiera.
—¿Y su novio, mi niña? —Preguntó muy sonriente.
Empecé a toser descontrolada, me estaba ahogando en verdad.
—¿Novio? —Repetí entre una risa nerviosa—. No, no tengo.
Ella me observó entre cerrando los ojos.
—¿Y el joven que trajo ayer? —Preguntó con una ceja enarcada—. Parecía su novio.
Iba a negar rotundamente cuando mi celular en la mesa empezó a vibrar, mi ceño se frunció cuando noté que era un número desconocido.
Así que un poco dudosa, respondí:
—¿Diga?
Se escuchaban jadeos y maldiciones a través del teléfono, pero a lo lejos, escuchaba muy bien, y eso hizo que me inquietara.
—Hola, princesita —dijo una voz que jamás había escuchado, y que era ronca y pastosa.
No me gustaba nada.
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Inevitable
Teen FictionElla no debía de saber de su existencia. Él tenía que cumplir con su lista. Ella no debía intentar ser su amiga. Él carecía de sentimientos hacia alguien que no fuese si mismo. Ella cayó en un hoyo sin fondo. Él era el hoyo sin una salida. Ella se e...