"¿Yo celosa?".
Montserrat Harrison.
Seguir a Dominick, sabía que estaba mal. Sabía que no lo conocía, que no era bueno ir ala boca de el lobo.
Pero... ¿Qué podía hacer? Cada vez que miraba a Dominick, se me hacía imposible intentar decirle que no, o evitarlo.
Él tenía algo, algo tan fuerte que me hacía querer estar cerca de él, cada segundo del día. Y no sabía si eso era bueno.
Quizás no, pero... ¿Qué podía salir mal?
No iba a enamorarme, o bueno... eso esperaba.
Entramos en el edificio y noté que había una recepcionista, ella al ver a Dominick sonrió, y este hizo lo mismo. Pero no era de esas sonrisas que le salían conmigo..., no, esta era maliciosa y genuina.
Mi estómago se había encogido.
Y no entendía la razón, así que moví mis ojos de esa escena que estaba pasando enfrente de mí.
—¡Drac! —Dijo la chica.
La miré confundida. ¿Drac? ¿Por qué le decía así?
—Hola, Sofy —respondió sin ser indiferente.
Eso me hizo sentir muy incomoda, primeramente, le había abreviado el nombre, segundo, no era indiferente con ella. Y conmigo sí, todo el tiempo.
—¡Extrañaba verte, Drac! —Exclamó saliendo de su lugar—. Espero que te quedes una buena temporada.
Y de pronto sentí tragarme la bilis... ella lo abrazó, y él le respondió de igual manera. Rodeó su cintura con sus brazos, acercando más su cuerpo al de él.
¿Qué hacía aquí? No lo sabía, era una estúpida.
Se separaron de el gran abrazo romántico que tuvieron, y finalmente, ella fijó su vista en mí.
Al verme una sonrisa se presentó, se miraba genuina pero no sabía que esperar, y tampoco sabía porque sentía un tremendo malestar.
—¿Quién es ella? —Preguntó sin apartar su vista de mí.
Dominick cambió su semblante, como siempre lo hacía.
—Una conocida. —Respondió.
«Una conocida» ¡Ja! ¿Necesitas algo más, Montserrat? No sé, algo como un poco de... ¿dignidad?
Estaba furiosa, sentía como mi mandíbula se tensaba tremendamente, pero en ese momento entendí que no iba a dejar que Dominick notara el efecto que tenía sobre mí, así que iba actuar indiferente y simple.
Así como él.
—Un gusto —dije con una sonrisa—. Soy Montserrat.
Ella se acercó y me acuno en un abrazo, así que sin esperar nada más la rodeé de igual manera, aunque en verdad no me sentía con muchas ganas.
—Me llamo Sofía, pero puedes decirme Sofy —dijo separándose de nuestro abrazo—. Espero no estés enamorada de este chico, porque la fama que tiene es por traer a muchas chicas.

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Inevitable
Novela JuvenilElla no debía de saber de su existencia. Él tenía que cumplir con su lista. Ella no debía intentar ser su amiga. Él carecía de sentimientos hacia alguien que no fuese si mismo. Ella cayó en un hoyo sin fondo. Él era el hoyo sin una salida. Ella se e...