Capítulo 2: "La mañana después"

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—Y… ¿cada cuánto tienes estas reuniones? Honestamente, siento que mi padre muerto se cansó de escucharme llorar por mi novio desvanecido y me podría servir tener un público nuevo —habían pasado cinco años y aún le dolía un poco cada vez que usaba el humor sobre ese tema. Pero, ¿qué haría si no? ¿permanecer en un duelo eterno? Llorarle la pérdida a Steve solo haría que él se sintiera peor, ya lo había aprendido por las malas hacía un par de metidas de pata.

Steve aparcó el auto despreocupadamente en el estacionamiento del complejo, aunque cualquier cuidado habría resultado ridículo considerando que ese lugar tenía capacidad para al menos cinco vehículos, de los cuales no llegaría ninguno.

—Nos reunimos todos los jueves. No se si sirva de mucho, pero al menos apacigua la constante idea de que no estoy haciendo nada y, bueno, estar rodeado de personas que se sienten parecido a ti en una situación trágica te hace sentir un poco más reconfortado —finalmente, luego de dos horas de incómodo viaje de camino al complejo, Steve se decidió por romper el molesto voto de silencio que había tomado en el automóvil. 

Liv agradeció que contestara con algo parecido a un poco de soltura, pese a lo tensa que había sido la situación durante todo el trayecto. Las cosas no se encontraban precisamente como antes pero al menos las bisagras se iban ablandando lentamente.

Ingresaron por la puerta delantera justo a tiempo para ver un holograma de Rhodey desdibujándose y a Nat detrás de él, respirando profundamente de una forma que Liv había visto con anterioridad: estaba tratando de controlarse para no romper en llanto. Estaban todos en el mismo barco allí.

—Iba a ofrecerme a cocinarles, pero ya te ves lo suficientemente miserable, ¿sabes? —está bien, cuando el Capitán América le robaba su mecanismo de defensa del humor era porque todo se estaba yendo demasiado al diablo.

Liv intercambió una mirada con él por una fracción de segundo, extrañada. Pero en el momento en que Steve se la devolvió, retiró su atención hacia Natasha. Sí, seguía siendo demasiado incómodo. Ella observó a Liv con una mirada suspicaz, para borrarla instantáneamente y dedicarles una sonrisa divertida.

—¿Viniste a lavar tu ropa? —inquirió en cambio, con una sonrisa de lado y una ceja enarcada.

—Y a visitar a una amiga.

—Bueno, ya que nadie tiene ganas de cocinar, ¿qué dices si sacamos ese vodka? —Liv salió rumbo a la cocina, parcialmente porque quería una excusa para no estar en la misma habitación que Steve, parcialmente porque necesitaba ahogar las penas -las de hacía cinco años y las de un mes atrás- en alcohol de alta graduación.

Amaba Folkvanger, pero una chica terminaba por cansarse de tomar cerveza todas las noches.

Metió en el horno un par de pizzas congeladas que sabía que Nat guardaba, para luego servirse un vaso y tomarlo apoyada en la mesada, esperando que la comida estuviera lista ¿Cuántos de esos hacían falta para que se le desarmara el nudo de culpa que sentía en el estómago? Porque eso ya no era miedo a arruinar la amistad con Steve, ya habían perdido a demasiada gente como para darse el lujo de alejarse por esas cosas. Pero, aún así, sentía como si aquello fuera una infidelidad. Haci nada más que un recuerdo, pero infidelidad en fin. No podía creer que había hecho eso cuando aún sostenía el anillo que colgaba de su cuello al dormir. Cuando todavía tenía sueños en los que Bucky la abrazaba.

Se secó una lágrima que se le había caído sin darse cuenta en cuanto escuchó el sonido de pasos aproximándose. Vació su vaso y, en cuanto lo puso sobre la mesada, vió a Natasha acercarse.

—Puse unas pizzas en el horno —justificó su ausencia con una pequeña sonrisa que temía no engañaría a nadie, o al menos no a la pelirroja.

—¿Quieres hablar sobre eso? —Nat no la miró mientras preguntaba, sino que se sirvió el contenido de la botella en un vaso propio y rellenó el de Liv.

—¿De las pizzas? —ese intento de evitar la conversación dio tanta pena que la mujer no pudo más que reírse al respecto.

—Estaba pensando más bien del hecho de que no puedes mirar a Steve a los ojos después de que te acostaste con él y que estás llorando sola en la cocina, pero sí, podemos hablar de las pizzas ¿De que las elegiste? —se puso las manos en la cintura en el gesto más maternal que Liv le había visto hasta el momento. La chica no pudo más que sonreír, aún con los ojos empañados de lágrimas.

—¿Cómo te enteraste? —atinó a preguntar, aunque sabía que era estupido considerando con quién estaba hablando.

—Vamos, es la primera vez que te veo tan incómoda cerca de él y eso sumado a lo imprevisto de tu partida la última vez que viniste, es algo obvio. Entonces, ¿qué sucede? ¿culpa? —la chica se limitó a asentir, antes de darle otro enérgico trago a su bebida— Cariño, no es engañar si lleva cinco años fuera del mapa, lo sabes ¿no? —Natasha tomó su mano como intento de consuelo— Además, Steve tiene más sentido común que para dejar que eso arruine la amistad que ustedes tienen.

—Lo se, es solo que… es difícil. Es su mejor amigo y lo extraño tanto —se había abierto una compuerta que Liv se había esforzado en mantener cerrada y el llanto comenzó a fluir de forma incontrolable. Nat le consiguió algunas servilletas de papel para ayudarla a mantener las lágrimas a raya, pero no había mucho más que pudiera hacer—. No puedo dejar de pensar en cómo se sentiría si lo descubriera. Fue un error, nos dimos cuenta en el momento en que todo terminó —agregó, tomando el dije de su collar con la intención de tranquilizarse.

—Mira, en primer lugar, vamos a darte agua porque si tratas de ahogar el llanto con vodka terminarás sin poder volver a olerlo en toda tu vida —Nat trajo una silla y la instó a sentarse en ella, para luego arrastrar una para ella y apagar el horno al paso—. Tu eras la prometida de Bucky, él era su mejor amigo. Ustedes son lo más cercano que tienen para recordarlo, tiene sentido que hayan terminado acercándose tanto. Además, sentías que él era el único que te entendía. Lo que pasó era inevitable —trabó miradas con Liv, lo cual increíblemente la ayudó a dejar de sollozar—. En realidad, me sorprende que no hubiera pasado antes. Aguantaron bastante —rió levemente antes de secar una de las lágrimas de Liv—. No eres mala persona por lo que sucedió, eres humana, al menos parcialmente, y necesitas consuelo tanto como cualquier otro. Demonios Liv, tu me viste llorar mientras comía un sándwich. Los terapeutas se están volviendo ricos con lo que está sucediendo —acercó a la chica y la envolvió en un abrazo—. Ahora deja de torturarte que demasiado lo hace la realidad.

—Gracias, tu amor rudo era exactamente lo que me hacía falta —el río se estaba secando y Liv estaba pudiendo volver a sus cabales, aunque fuera tan solo un poco—. Una parte de mí sigue viviendo esto como un mal sueño del cual voy a terminar despertando, pero creo que debería hacerme la idea de que no lo es —caminó hasta el fregadero de la cocina y se mojó un poco la cara para intentar reducir la hinchazón.

—Creo que todos nos sentimos muy parecido. Quiero despertar en la mañana, venir aquí y que Tony me regañe por dejar el café en el fregadero. Hasta hacer el papeleo luego de ir a desmantelar un edificio de Hydra suena bien desde la nostalgia —sacó las pizzas del horno y comenzó a preparar las cosas para cenar—. Por cierto, ¿es verdad lo que dicen del suero de supersoldado? —una mirada sugerente fue suficiente para que Liv se atragantara con su bebida. 

Debía darle mérito a Natasha, era la primera persona que conseguía hacerla sonrojar en años.

—¿Muy pronto? Está bien, será una conversación para la próxima visita —se encogió de hombros y tomó una de las pizzas, dejándole la otra a la chica.

Pero no alcanzó siquiera a dejar la cocina cuando Steve irrumpió en ella. 

—Perdón por interrumpir —reparó momentáneamente en Liv, probablemente notando los vestigios que había dejado el llanto en su rostro—. Hay alguien afuera, dice ser Scott Lang —esa era una buena forma de redirigir la atención desde el tema incomodo, debía tomar clases con Steve.

—Pero Scott Lang lleva cinco años desaparecido —sentenció Natasha, dejando la pizza sobre una de las mesadas, para luego salir rumbo a la sala.

Al parecer, ese día no cenarían temprano.

Warzone Queen || Bucky Barnes (Warzone Legacy 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora