Capítulo 11: "Espejismos"

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Había algo extraño sobre el viaje a través del Universo Cuántico para engañar al tiempo: a la ida, el viaje se le había hecho casi instantáneo, sin embargo, a la vuelta pareció estirarse durante un infinito minuto de arrepentimiento y angustia. Sintió la plataforma bajo sus pies y se permitió exhalar un suspiro entrecortado. Ya estaba hecho, Pietro continuaba en el pasado. Había perdido la posibilidad de salvarlo... otra vez.

Utilizó toda la fuerza de voluntad que le quedaba en el cuerpo para evitar romper en llanto en aquel momento. Lo último que le faltaba ahora era que Tony le repitiera que “eso no era una buena idea”. Ella lo sabía, lo hacía desde el primer momento. Pero una parte de su cerebro, quizás la que creía en los Reyes Magos cuando era pequeña, pensó que podría solucionar las cosas y que, si no podían enmendar la pérdida de su padre ni la de Bucky, al menos podría ganar una vida. Pero eso era un cuento de hadas.

Miró su alrededor con detenimiento para comprobar que todas las misiones hubieran resultado al menos tan exitosas como la suya. Pero, en el recuento de cabezas, alguien faltaba. dirigió su mirada a Clint, quizás de una forma demasiado violenta, aunque no tanto si se tenía en cuenta lo mucho que necesitaba esa respuesta. El hombre cayó de rodillas en el piso y la garganta de Liv se cerró, sin poder formular la pregunta que quemaba en su mente.

¿Dónde estaba Natasha? Era la única persona a la que le podía preguntar, teniendo en cuenta que él era su compañero de misión. Sin embargo, Liv sabía la respuesta, o al menos así lo evidenciaban las fuertes náuseas que se habían apoderado de su cuerpo.

Thanos había sacrificado a su hija para obtener la gema y, si ahora Clint  volvía con la gema eso significaba que... no, no podía ni siquiera decirlo.

Las náuseas volvieron con más fuerza en cuanto se dio cuenta de lo certera que resultaba su hipótesis. Tuvo que correr hasta el cesto más cercano, avanzando a tientas, donde apenas llegó a vomitar el escaso desayuno que había tenido. Aquel no era el trato, no era así como las cosas debían suceder. Ya iban en cifras negativas, una de más para ella si debía contar, y aún no habían certezas de poder traer al resto de la gente. Si todo aquello fallaba no creía poder soportarlo.

Un segundo espasmo removió su cuerpo, cuando la bilis llegó a quemar su garganta y provocar una fuerte punzada en su cabeza. Era demasiado. 

Se levantó de golpe y miró alrededor, dónde solo Tony había salido el tiempo suficiente de sus cavilaciones para darle una mirada lastimosa. La habitación en la que se encontraba comenzó a desvanecerse y lo próximo que supo era que las luces habían desaparecido.

Si debía ser sincera, una cosa que no extrañaba desde que el chasquido se había llevado a su madre eran los sueños proféticos. En realidad, nunca había llegado a hacer las paces con ellos ni entenderlos completamente. Y, por supuesto, Freya se había hecho polvo antes de explicarle con exactitud cómo leerlos y qué podían a llegar a significar. Pero al fin y al cabo ya estaba acostumbrada, no era como si su madre le hubiera enseñado cualquier otra cosa básica en su vida. 

En esta ocasión, como en tantas otras, su sueño tomaba lugar en un espacio demasiado oscuro como para que pudiera ver algo más allá de sus manos. Pero, a diferencia de otras veces, con el pasar del tiempo el panorama se aclaró, aunque tan sólo fuera un poco. Las estrellas comenzaron a refulgir en el cielo, iluminando levemente el espacio en el que Liv se encontraba. No necesitaba ver más para adivinarlo y, aunque nunca hubiera estado allí, pudo reconocer Vormir por lo rápido que se le encrespó la piel al ver el funesto paisaje.

Tenía que admitir que su subconsciente realmente era una perra cuando quería. 

Un lago poco profundo que casi parecía un charco apareció frente a ella y el nudo en su garganta se hizo más duro. Era la primera vez que se negaba a ir con el flujo de sus sueños, pero era demasiado doloroso. Un “no” casi audible, pese a que estuviera en sueños, salió de su boca y el escenario rápidamente cambió. El terreno arenoso había sido reemplazado por un suelo metálico: se encontraba en una ¿nave? Si lo estaba no era ninguna conocida, pero rara vez sus sueños la llevaban a lugares comunes. 

En aquel lugar, al menos, se encontró con un rostro conocido: Nebula. Ella estaba tan concentrada mirándose en un espejo que ni siquiera notó la presencia de la chica allí. Pero, luego de un momento de observación, Liv se dio cuenta de que no se trataba de un espejo. Los gestos y movimientos no se replicaban. No conocía lo suficiente de la vida de la mujer pero ¿acaso Nebula tenía una gemela? Si lo hacía, le sonaba extraño que tuviera las mismas modificaciones que ella.

Un mal presentimiento la invadió. Era diferente del que había sentido en Vormir, de la angustia provocada por la pérdida de un ser amado. Casi parecía una alerta. Pero, ¿para qué? Nebula era una aliada desde antes del chasquido, no tenía sentido.

Tal vez sí pudiera llegar a alcanzarla ella le diría que era lo que estaba mal. Avanzó con temblorosos pasos y extendió su brazo para llegar hasta la muchacha. Pero en el momento en el que sus dedos casi llegaban a tocarla, escuchó una voz. Una voz que hacía años que no oía pero que habría reconocido en cualquier lado. 

—Liv —susurró Bucky, sacándola de su sueño y devolviéndola al tortuoso y horrible mundo de los vivos.

Lo peor de todo quizás era que quien la estaba llamando ni siquiera era Bucky, sino Tony, quien la observaba con un ceño demasiado fruncido, producto de la preocupación que la chica había provocado en él al desmayarse sin ningún previo aviso. Todo se volvió mucho más incómodo en el momento en el que se dió cuenta que en realidad se encontraban los brazos de Steve, por supuesto. Se desembarazo -irónicamente hablando- de su agarre y marcó una prudencial distancia. Si a todo lo sucedido debía agregarle la desesperanza de haber escuchado a su novio desaparecido en sueños, dudaba de la estabilidad de su poca cordura en aquel momento.

Luego de tomar algo con azúcar y comer cualquier cosa que elevara su presión arterial, además de repetir hasta el cansancio que ya se encontraba bien, los más cercanos a Natasha se reunieron en el exterior en lo más parecido a un cortejo fúnebre que la mujer obtendría.

Para esas alturas, Liv estaba casi segura de que podría al menos comenzar una frase sin largarse a llorar desconsoladamente. No creía que la situación cambiara en los siguientes días así que tampoco tenía demasiadas opciones.

—Deberíamos hacerle un funeral —eso es, debía mantenerlo en frases cortas y quizás pudiera hablar sin que su voz se entrecortara—. Ella lo merece. Se sacrificó por la misión.

—¿Y enterrar qué cuerpo? —Bruce se encontraba demasiado molesto como para disimular su mal genio, por lo que sólo se llevó como respuesta una mirada reprobatoria de parte de Tony— Lo lamento,  es sólo qué... no importa —a Liv al menos la consolaba saber que no era la única que había perdido su Norte allí.

—Una placa, algo, lo que sea. Merece un homenaje —insistió, pero cada vez era más difícil hablar en voz alta.

Miró en dirección a Clint, pero el hombre no le devolvió la mirada. Se encontraba demasiado absorto en sus pensamientos culposos como para prestar atención al medio externo.

—Siento que Romanoff nos regañaría a todos si nos viera en la lamentable situación que estamos. Debemos terminar esta misión, si no su muerte habrá sido en vano —usualmente agradecía las charlas motivacionales de Steve, pero en este momento se le antojo inoportuna  y sosa. No se lo diría por supuesto, lo último que necesitaban en esa situación era provocarse daño los unos a los otros.

—Plantaré un árbol —la idea le resultó extremadamente cursi, pero un árbol con una placa sería un buen indicador de donde Natasha realmente se encontraba, un lugar que la simbolizara al menos. Significaba un poco de consuelo saber que aunque fuera una parte de ella continuaría cerca. No creía que el árbol fuera tan receptivo como la Natasha original, pero era mejor que nada.

—Creo que un árbol le gustaría —Clint rompió su voto de silencio para dirigirle una mirada amistosa a la chica—. Una vez que todo esto termine te ayudaré a plantarlo —se acercó a Liv y la envolvió en un abrazo, comfortándose a sí mismo al mismo tiempo que hacía lo propio con la chica.

Definitivamente aún no había hecho las paces con su muerte, pero tampoco tenía demasiado tiempo para asimilarlo en realidad. Y, después de todo, Steve tenía razón. Natasha habría odiado verlos lloriquear en vez de terminar el trabajo.

Warzone Queen || Bucky Barnes (Warzone Legacy 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora