Fui a buscarte a tu casa.
Tus amigos me habían mentido.
Ellos sabían que estabas allí.
Pude verlo en sus sonrisas de cristal, perfectas máscaras de polvo y estrellas.
Pude ver que te querían para ellos.
Querían a la delgada, torpe chica, pequeña y ruidosa.
No querían que te arreglara.
Se los dije.
Me gritaron.
Me gritaste.
Me diste dos cachetadas.
Una en la cara y una en el corazón.
Solo intentaba enmendar las cosas, lo juro.
Solo intentaba derrumbar a tu verdugo.
Pero es imposible hacerlo,
pues tu verdugo eres tú.
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Huesos de plástico.
PoesíaElla vivía para morir. Yo moría por vivirla. ••• La melancólica historia de un chico que amó demasiado y una chica que perdió la cabeza.