Muestras de amor | Taekook

epílogo

Un fuerte suspiro salia de entre los labios del azabache cada vez que su mirada se posaba sobre el reloj adornado a la pared oeste de su salón de clases. ¿Cuanto más debía soportar la tortura de la asignatura mas aburrida, en pleno viernes? Solo queria salir huyendo de ahí.

Aunque... ¿con que propósito? Desde hacia seis meses que Yoongi no sabia nada de su mejor amigo, lo ultimo que supo fue de aquella extraña carta que decía su plan de huir con su nuevo novio a otro país. Realmente le había aparecido algo atípico por parte de Jimin el actuar de esa manera, y se sentía en demasía ofendido por por no haber recibido un mensaje personal siquiera. Toda la situación representaba una montaña rusa de emociones: ira, desilusión, intriga, depresión, soledad... y es que lentamente Yoongi se fue alejando de todos, extrañaba demasiado a su amigo, era como si una parte de su vida se le hubiera sido arrancada.

--Joven Min, la clase ya ha acabado.--la voz del profesor logró sacar de su trance al azabache. Quien sacudió apenas un poco su cabeza por mera confusión. Sus oscuros orbes se posaron nuevamente sobre el reloj, dandose cuenta que estuvo diez minutos sin percibir el mundo que lo rodeaba.

Avergonzado, el estudiante se levantó de su lugar a la vez que tomaba sus cosas, haciendo una educada reverencia ante su catedrático antes de salir de su lugar rumbo a su hogar.

--Mierda... ¿no podían esperarme siquiera 5 minutos?--habló para sí mismo dandose cuenta de que el autobús que solía llevarlo a su hogar ya no se encontraba en el lugar. Rodó los ojos con fastidio, palmeando los bolsillos de su pantalón en busca de su teléfono celular y los auriculares.

Si iba a caminar hacia su casa, al menos sería acompañado de buena música.

Quizá le llevó tres cuartos de hora el poder llegar a la cuadra del vecindario donde vivía. ¿Le dolían las piernas? Para nada. Yoongi solía hacer ejercicio y le gustaban mucho los deportes, caminar esa cantidad de tiempo y distancia no era nada para él. El azabache movía su boca al unísono de la canción que sonaba en ese momento, incluso moviendo sus dedos contra sus muslos al ritmo de la melodía. Sin embargo, su cuerpo entero se paralizó cuando su mirada chocó con una agresiva luz roja, seguida de un azul, y rojo nuevamente.

Un par de autos policiacos estaban estacionados frente a su casa.

El cuerpo entero del azabache se tensó, miles de pensamientos recorriendo su mente sin control, uno mas horrendo que el otro. ¿Acaso había ocurrido un accidente? ¿Un robo? ¿Lo estaban buscando por un crimen que jamás cometió? ¿Sus padres estaban bien?
Preocupado, y teniendo la valentía de mover su cuerpo, Yoongi corrió hasta el lugar.

--No puedes pasar, niño.--un hombre uniformado lo detuvo en el acto.

--¡Yo vivo aquí! ¿¡Que ocurrió!?

Yoongi estaba alterado en verdad. No ayuda que su mente decidiera ponerle pensamientos irracionales o escenarios trágicos, a pesar de tratarse solamente de dos automóviles. Siquiera habían colocado la cinta amarilla tan famosa que se veía en las películas o series que restringía el paso completo. ¿Pero quien podía culpar al estudiante por su actitud?

Un policía, aparentemente compañero de quien tenía retenido a Yoongi, hizo una señal con la diestra. Sin más, el hombre frente al azabache se apartó, haciendole un ademán con la mano de que podía pasar.

El azabache caminó hasta la entrada de su hogar, pasando por el umbral de la puerta. Se sentía tan ansioso, un nudo en su garganta se iba formando lentamente y no entendia la razón.

Podría jurar incluso que los vellos de su nuca se erizaron al escuchar el fuerte sollozo de su madre mientras abrazaba a su padre. Su mirada confundida oscilaba entre sus progenitores y los dos policías que se encontraban frente a ellos.