Capítulo 5

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Hoseok vaciló y luego sonrió, atraído por la amabilidad de sus ojos

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Hoseok vaciló y luego sonrió, atraído por la amabilidad de sus ojos. Aquello era extraño, pensó. No hacía amigos con facilidad, y sin embargo, tras pasar sólo cinco minutos en su compañía, habría dado la vida por aquel hombre.

—Pensé que era impresionante —dijo con sinceridad—. Encantador, inteligente y, sorprendentemente, se podía hablar fácilmente con él.

—¿Y sexy?

—Oh, sí. Mucho —Hoseok bajó la voz, temeroso de que la gente que había alrededor pudiera oírlos—. Nunca me he sentido tan atraído por nadie en toda mi vida.

El anciano asintió satisfecho.

—Lo sabía. Y estás loco por él, ¿verdad?

—Bueno —Hoseok se encogió de hombros con impotencia—. Sí. Pero no nos conocemos precisamente desde hace...

—¡O está bien o está mal! Esos compromisos tan largos... no tiene sentido. Si un hombre y un doncel están bien juntos, lo están desde el principio, no después de seis meses ni de seis años.

Algo perturbado por el comentario, Hoseok lo pensó durante un instante. ¿Bien juntos? Difícilmente. Si el hombre era tan rico como sospechaba, entonces no podía pensar en dos personas que pegaran menos. Hoseok nunca se sentiría cómodo en su mundo. Y él no la querría en el suyo. Si sabía quién era, se uniría a la gente que miraba en el patio del colegio.

Rechazando aquel pensamiento, miró al hombre que tenía al lado. Le recordaba muchísimo a alguien.

—Entonces, ya que es usted un experto en lenguaje corporal, ¿puede decirme por qué parecía tan enfadado? —Hoseok se preguntó por qué le estaría haciendo semejante pregunta a un perfecto desconocido. Pero no le parecía un extraño, y hablar con él le resultaba lo más natural del mundo.

—Eso es muy fácil de contestar. A ningún hombre le gusta admitir que se ha enamorado total y completamente la primera vez. A mí me pasó lo mismo cuando conocí a mi esposo. Luché durante semanas. Amar a un doncel hace vulnerable a un hombre, y a los hombres fuertes no les gusta ser vulnerables. Yo me resistí a él.

—¿Y qué hizo su esposo para ganar?

—Hizo lo que hacen cuando quieren algo. Hablan, hablan y hablan hasta que la resistencia del hombre acaba en el suelo.

Hoseok se rió.

—¿Siguen ustedes juntos?

—Tuvimos cuarenta años —la sonrisa del hombre se desvaneció—. Murió hace quince años, y nunca he conocido a nadie que le llegue a los tobillos. Pero no he dejado de intentarlo. Y todavía recuerdo lo que se siente al deslizarse por una pista de baile.

Conmovido por la emoción de su voz, Hoseok se puso de pie siguiendo un impulso y estiró las manos.

—Demuéstremelo —ladeó la cabeza y escuchó la música—. Es un vals. ¿Sabe bailar el vals?

El anciano se rió encantado.

—¿Quieres que baile un vals contigo?

—¿Qué tiene de gracioso?

—Tengo setenta y tres años.

—No hay otro hombre en la sala con el que preferiría bailar.

—Entonces eres un doncel valiente, porque Taehyung es extremadamente posesivo. No le hará ninguna gracia verte conmigo en la pista de baile. Pero ahora veo por qué tú has triunfado donde tantos otros han fracasado. Estoy seguro de que es esa maravillosa alegría tuya lo que te hace diferente a todos las demás.

—¿A todos las demás? —Hoseok frunció el ceño—. ¿Quiénes son todos las demás?

—Todos los donceles y mujeres que han aspirado a estar donde tú estás esta noche. A su lado. En su corazón —los ojos del anciano se empañaron y Hoseok sintió un nudo en el estómago.

—¿Lo conoce usted bien? No mencionó que lo conociera tanto.

—Si lo hubiera hecho, tal vez no hubieras hablado con tanta libertad, y eso habría sido una lástima. Ha sido una conversación de lo más clarificadora.

El anciano seguía sonriendo todavía, y en aquel momento, Hoseok vio que su compañero de baile se acercaba. Su bello rostro tenía una expresión sombría y amenazadora.

Se detuvo delante de él con sus hombros anchos y poderosos. Un ceño adusto se reflejó en sus cejas oscuras cuando los vio agarrados de la mano.

Hoseok retiró al instante las manos y el corazón comenzó a latirle con fuerza. ¿Por qué lo miraba de aquel modo? El hombre con el que estaba sentado era claramente un señor maduro. ¿Qué razón podría haber para aquella furia que brillaba en los ojos de su guapísimo compañero de baile?

No era posible que estuviera celoso. Eso resultaría demasiado ridículo.

Hoseok no sabía qué decir, así que se limitó a quedarse sentado aguantando la respiración, esperando a que él hablara.

Una expresión de profunda desaprobación se asentó en su rostro mientras miraba a los dos y finalmente, tras lo que pareció una eternidad, estiró los hombros y habló.

—Veo que ya has conocido a mi padre.


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𝚁𝚎𝚕𝚎𝚗𝚝𝚕𝚎𝚜𝚜 𝚔𝚘𝚛𝚎𝚊𝚗'𝚜 (ⱽʰᵒᵖᵉ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora