Capitulo Dos

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San

El despertador, situado demasiado cerca de mi cabeza, no tarda en hacerse presente con la alarma que hace unas horas he conectado. Incorporándome hasta quedar de rodillas sobre el colchón, buscando a tientas hasta que doy con ello, apagando así la alarma que cada vez suena más alto.

Una vez el sonido cesa, aún con mis ojos cerrados los froto con mis manos, quitándome los restos del sueño así hasta poder abrirlos lo máximo posible como para ver y poder así encender al menos una luz que no se note demasiado.

Aunque mi puerta esté cerrada no quiero molestar a nadie. Dudo que nadie aparte de mi esté despierto a esta hora también pero aún así mejor prevenir. No quiero que mi primer día sea causando problemas si alguien alcanza a ver luz o escucharme.

Ante todo quiero hacer las cosas bien y para ello debo ser cuidadoso.

Con la pequeña lámpara dando luz suficiente me pongo en pie. Lo primero que noto nada más mis pies descalzos tocan el suelo es el frio en la vieja madera, desgastada hasta el punto de haber quitado el color natural de la misma, pasándose esa sensación con cada paso que doy hasta el armario.

Armario que abro, sorprendiéndome al igual que anoche al ver tanta ropa. Ropa de mi talla como bien veo cuando cojo un pantalón negro, una camiseta rosada que no tardo en vestirme reemplazando mi pijama y la ropa interior de anoche que dejo para la colada.

Terminando de vestirme, yendo al baño que hay en esta habitación y anoche use para darme una ducha, lavándome ahora la cara y cepillándome los dientes salgo finalmente de la habitación, cerrando con sumo cuidado, con el mismo con el que bajo las escaleras con la única intención una vez más de no hacer ruido ni de despertar a nadie.

No quiero causar problemas ni mucho menos despertar a la señora Jung, quien así como elegante pienso que puede intimidarme y echarme con un solo error que pueda cometer.

Errores..

La curiosidad vuelve a mi cuando bajo el último escalón, encontrándome en esta planta de la casa donde las habitaciones están prohibidas para mi. El silencio reina tanto que me siento algo tenso al igual que curioso.

Mirando hasta esa tercera puerta en la que ahora se que ocultan a alguien, al hijo del señor Lee y la señora Jung aunque no comprenda la razón.

Siguiendo mi camino, saliendo de esta parte de la casa, me dirijo de nuevo a la cocina por segunda vez desde que llegué ayer en el anochecer.

— Buenos días, pequeño —me saluda la misma mujer de ayer, la cocinera —¿has dormido bien? Espero que estés descansado para empezar hoy con tus labores.

— Si he dormido bien gracias —me siento en la misma silla de anoche —las habitaciones principales ya se que no debo hacerlas pero, ¿qué es lo que si debo hacer?

— La chica que estuvo antes que tu se ocupaba de hacer toda la casa a excepción de la habitación que no te han mencionado —asiento porque realmente puedo suponer que así es —si la señora Jung te lo ordena si podrás ocuparte de su habitación y la del señor Lee pero no de la de su hijo.

La mujer sigue hablándome de ello en lo que sirve tanto su desayuno como el mio, rugiendo mi estomago por el delicioso aroma que todo desprende. Tomándolo con calma pero gusto disfruto tanto del arroz como del zumo de frutas que no reconozco, agradeciendo por ello nada más termino, no diciendo nada más por la pronta presencia de la señora Jung, quien con una bata negra, una coleta alta y su rostro cubierto de una capa de lo que supongo será ese maquillaje del que muchos hablan, entra en la cocina, dirigiéndose directamente a mi como esperaba que de un momento a otro sucediese.

Promise // Sanwoo //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora