Segunda parte

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Me dio la noche, la sensación del sabor aún no desaparecía, me lavé los dientes, y aún así seguía, así que fui por una botella de agua y me la tomé bastante rápido para que me ayudara a devolver el estómago de nuevo, pero esta vez fue diferente, hice el mismo procedimiento, pero no salía alimento, yo aún sentía el estómago lleno, y me lo apretaba, y me lo apretaba, y me lo apretaba, hasta que empezaron a salir flujos gástricos solamente y ya no me pude detener, era como si el estómago y garganta se hubieran salido de control, y cerraba los ojos, cuando los abrí la taza no solo tenía flujos, la sangre había marcado su presencia; quedé hincada frente a la taza, débil de nuevo, me levanté del piso y me vi al espejo, me enjuagué la boca y recuerdo que salía de color rojo, me asusté, al salir del baño, topé con la puerta, me acosté en mi cama y quedé viendo hacía arriba, el sueño me mataba, mi piel estaba fría, pero ya no temblaba, y me dormí.

Al caer la madrugada algo me hizo levantarme, miré mi celular y vi que tenía una llamada perdida, los curioso era que era del número de Roxana, y más aún que había sido en medio de la noche, así que terminé por devolver la llamada.

-¡Hola! ¿Se encuentra Roxana?

Una voz bastante llorosa me contestó:

-¿Eres Sofía?

-Sí soy yo ¿Quién habla?

-Soy el hermano de Roxana, sabía que tú eras muy amiga de ella.

-¿Dónde está Roxana?

Él no aguantó más y quebró en llanto.

-Roxana falleció esta noche en el hospital de rehabilitación.

Dejé caer el teléfono, empecé a temblar, las lágrimas brotaban como gotas de lluvia, el corazón me latía con rapidez, en mi mente solo recordaba la sensación extraña que tenía desde el día del supermercado, tomé con desesperación el celular y volví a marcar, nadie contestaba, y después de unos cuantos timbrazos me mandaba a su correo de voz:

¡Hola! Soy Roxy, deja tu mensaje y en cuanto pueda me comunico contigo, un beso.

No sé cuantas llamadas hice, estaba en completo shock, Ana la había matado, Mía la había matado, al término del toque del último buzón le dije llorando:

Roxana, no sabes lo culpable que me siento, eras mi amiga y ahora no estás, gracias por todo, perdóname, nunca te olvidaré, y sé que en algún momento que espero que sea pronto nos volvamos a encontrar. Buen viaje.

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