Segunda parte

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-¿Te contó su mamá qué pasó?

-Sí, pero lo más conveniente es que no sepas.

-Dime por favor, ella era mi amiga, necesito saberlo.- Mis ojos se cristalizaron de nuevo.

-Está bien, ven siéntate.

Me acerqué y me acosté en sus piernas como si me fuera a contar un cuento, acariciaba mi cabello, ella suspiró y comenzó a hablar:

-Roxana tenía anorexia y bulimia desde que tenía 9 años, sus papás lo sabía solo que ella no quería recuperarse, entonces terminaron por internarla en un centro para chicas con esa enfermedad, la obligaron a comer y ella se negó, conoció el lugar bastante bien, así que encontró la cocina, no sé qué día se levantó y fue a buscar comida, se comió todo lo que pudo, y después fue al baño a rastras a vomitar, esto ocasionó una ruptura gástrica que le generó una hemorragia interna que le aumentó la presión sanguínea que le provocó un paro cardiaco, cuando la encontraron ya era muy tarde.

Comencé a temblar de nuevo, le dije a mi mamá que no me sentía bien, corrí a mi cuarto y le puse llave, tomaba las almohadas y gritaba, sentía un dolor atroz en el corazón, me sentía culpable de la muerte de Roxana, incluso muchas veces pensé que la podía ver.

Así pasaron tres días, sin salir de mi cuarto, mi mamá tocaba y siempre le decía que no le abriría, pasaba 1 o 2 horas hablando con la puerta, pero la puerta nunca cedió.

El día que llegó mi papá fue cuando me digné a abrir la puerta, tenía la piel muy reseca, los huesos de la cadera empezaban a notarse un poco, estaba despeinada, y con un poco de temperatura.

-Hija ¿Cómo estás?

-Mal, papi, no sé qué me pasa, regresa por favor.

-No te preocupes mi corazón mañana mismo te llevaremos a un doctor.

-¿A un doctor? Yo no iré con ningún doctor, y si sólo a eso viniste pues ya te puedes ir, no iré.

Al salir, me dijo:

-¡Sofía! No te estoy preguntando, iremos mañana a un doctor, así que por favor te paras temprano y te arreglas, si no créeme que no me importará llevarte así como estés.
Y azotó la puerta

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