XVI

22 0 0
                                    

- Pero ¡Qué linda estás, Antonia!- André me besó en los labios.

- Gracias.

- ¿Qué te sucede?

- ¿Por qué?

- Estás fría.

- ¿Por qué?

- Bueno, tomando en concideración que hace frío y tú estás media...

- No, ¿por qué?- interrumpí.

- ¿Por qué, qué?

- Haces esto.

- ¿Esto?

- Claro, me besas, luego dices que hay que conocernos, luego no y así.

- Es que no sé qué quieras tú Antonia, yo te dije que te amé desde el primer momento y quiero conocerte, ir más lento con todo esto pero luego recuerdo que tienes que volver a tu ciudad.- André se acercó más a mi.- No hace falta que te diga que me muero por tener algo contigo.

- ¿Que qué quiero yo?- Dudé.- Yo quería venir a vacacionar con mis amigos, pasarla bien con ellos y no que se volvieran novios y se fueran sin mí, aunque fue una desición que yo misma tomé creo que todos mis planes se frustraron.

- ¿No te influyó conocerme y pensar en que algo podía pasar?

- Sí, ¡¿Para qué decir que no si sí?!- Miré hacia atrás para evitar sus ojos clavados en mí.

- Mírame, por favor.- Él con su mano suavemente corrió mi rostro para buscar mi mirada.

- Está bien. André.- Rodeé su cuello con mis brazos.- Tú igual me gustas mucho.- Lo besé, el rodeó mi cintura con su brazos, me atrajo más hacia sí y me correspondió. ¡Sí señores, lo he besado y me gustó!

- Entonces, ¿quieres que intentemos algo?

- Claro, me gustaría mucho.- Entonces nos abrazamos y nos besamos otra vez, André iba acercándose más aún a mí hasta que caimos en la arena. Locos. En éxtasis. Nada más importaba en ese momento más allá que nosotros.

- Mira que flaca y liviana que estás que te caes.- André comenzó a hacerme cosquillas.

- Hey.- Yo rodaba como podía por la arena para alejarme mientras reía.- No hagas eso.

- ¿Qué? ¿Por qué no?.- Se paró y se puso frente mío mientras yo de abajo lo miraba.

- Porque... - Me senté yo.- No te conviene.- Agité la mano en señal de golpe.

- ¡A que no me alcanzas!- André se echó a correr y yo salté en su persecución.

Cuando por fin lo pillé se nos hizo la hora del almuerzo. El día estaba nublado y un poco frío ¡Estaba perfecto! Perfecto para nosotros...

- ¿Qué se te antoja almorzar hoy?

- Quiero algo liviano, empanadas podrían ser.

- ¿Para tí eso es liviano?- Rio.- ¿Cómo será lo pesado?

- Ohhh.- le solté la mano y me hice más a un lado fingiendo enojo.

- Era broma mi niña linda.- André se acercó por detrás mío y me besó.- ¿Ahora somos novios?

- Sí, ahora sí.

- ¿Y no me vas a negar frente a la familia de tu amiga?

- No... ¡Por dios! Me he olvidado de llamar a Nicky para darle detalles de mi ubicación ¡Se molestará conmigo!

- ¿Y no tendrás en dónde dormir?

- Tristemente no.

- Pues si eso pasa, te quedas en mi casa, ¿vale?

- ¿Y si eso no pasa?

- Igual.

- O sea sí o sí.

- Claro, hay que aprovechar al máximo todo este tiempo perdido.

- ¿Perdido? ¡Estás exagerando!

- Eres increible Antonia Peppermint, cualquiera desearía estar contigo así...

No supe qué responder, así que sólo lo besé y lo abracé. No estaba acostumbrada a que me trataran de esta manera, quizá para él es normal tratar a todas así ¡Quizá a cuántas les dijo lo mismo! No. No quiero pensar en eso. Ahora sólo me dejaré llevar por el hoy.

Después de almorzar llamé a Nicky:

- ¿Nicky?

- Por fin Antonia, estuve esperando tu llamado.

- Tengo muchas cosas que contarte...

- ¡Es narcotraficante! Siempre lo supe...

- Eh no, no creo.- reí.- otras cosas. Cuando llegue te lo digo todo.

- Con lujo de detalles.

Aún era temprano así que fuimos a nadar a la playa. Nos tomamos muchas fotos y luego llegaron dos de sus amigos, cuando André los vio les contó de inmediato sobre nuestra relación y ellos en vez de notarse felices pusieron caras propias de un funeral y se fueron.

- ¿Quienes eran ellos?

- El castaño era Max y el rubio era Chris.

- Tengo una amiga que se llama Cristina y le decimos así.

- Ah, él se llama Christopher.

- ¿Y por qué esas caras de funeral?

- Al parecer también te ubicaban y...

- ¿... y?

- ... Y les dololió que ya no estuvieses disponible...

- ¿Disponible? Ni que fuese prostituta.

- O sea, que ya no estés soltera.

- Meh, bien raros tus amigos eh.

- Pero si ¿acaso no te he dicho que cualquier hombre mataría por usted, mi princesa?

- No.

- Ahora te lo digo entonces.

- Ay, no, eso no es necesario, no lo digas más.

- Está bien. Te quiero.

- Eso sí, dímelo siempre.

André me besó y me preguntó si quería irme, a pesar de que todo estaba perfecto tenía que volver a la casa, habían muchas cosas que contar.

- Adiós, mañana te llamo, niña linda.

- Adiós, ya quiero que sea mañana.

- Hola.- Salió Nicky de su puerta.- ¡Oh por dios!... Soy Nicol.

- Hola y adiós Nicol.- André la saludó de beso en la mejilla y luego me besó por última vez.- Que duermas bien.- Se dio la media vuelta y se fue.

- Pero que...- Nicky estaba sorprendida.

- Entremos a tu habitación y te cuento todo.

- Okay, vamos.

Arena BlancaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora