- Pero ¡Qué linda estás, Antonia!- André me besó en los labios.
- Gracias.
- ¿Qué te sucede?
- ¿Por qué?
- Estás fría.
- ¿Por qué?
- Bueno, tomando en concideración que hace frío y tú estás media...
- No, ¿por qué?- interrumpí.
- ¿Por qué, qué?
- Haces esto.
- ¿Esto?
- Claro, me besas, luego dices que hay que conocernos, luego no y así.
- Es que no sé qué quieras tú Antonia, yo te dije que te amé desde el primer momento y quiero conocerte, ir más lento con todo esto pero luego recuerdo que tienes que volver a tu ciudad.- André se acercó más a mi.- No hace falta que te diga que me muero por tener algo contigo.
- ¿Que qué quiero yo?- Dudé.- Yo quería venir a vacacionar con mis amigos, pasarla bien con ellos y no que se volvieran novios y se fueran sin mí, aunque fue una desición que yo misma tomé creo que todos mis planes se frustraron.
- ¿No te influyó conocerme y pensar en que algo podía pasar?
- Sí, ¡¿Para qué decir que no si sí?!- Miré hacia atrás para evitar sus ojos clavados en mí.
- Mírame, por favor.- Él con su mano suavemente corrió mi rostro para buscar mi mirada.
- Está bien. André.- Rodeé su cuello con mis brazos.- Tú igual me gustas mucho.- Lo besé, el rodeó mi cintura con su brazos, me atrajo más hacia sí y me correspondió. ¡Sí señores, lo he besado y me gustó!
- Entonces, ¿quieres que intentemos algo?
- Claro, me gustaría mucho.- Entonces nos abrazamos y nos besamos otra vez, André iba acercándose más aún a mí hasta que caimos en la arena. Locos. En éxtasis. Nada más importaba en ese momento más allá que nosotros.
- Mira que flaca y liviana que estás que te caes.- André comenzó a hacerme cosquillas.
- Hey.- Yo rodaba como podía por la arena para alejarme mientras reía.- No hagas eso.
- ¿Qué? ¿Por qué no?.- Se paró y se puso frente mío mientras yo de abajo lo miraba.
- Porque... - Me senté yo.- No te conviene.- Agité la mano en señal de golpe.
- ¡A que no me alcanzas!- André se echó a correr y yo salté en su persecución.
Cuando por fin lo pillé se nos hizo la hora del almuerzo. El día estaba nublado y un poco frío ¡Estaba perfecto! Perfecto para nosotros...
- ¿Qué se te antoja almorzar hoy?
- Quiero algo liviano, empanadas podrían ser.
- ¿Para tí eso es liviano?- Rio.- ¿Cómo será lo pesado?
- Ohhh.- le solté la mano y me hice más a un lado fingiendo enojo.
- Era broma mi niña linda.- André se acercó por detrás mío y me besó.- ¿Ahora somos novios?
- Sí, ahora sí.
- ¿Y no me vas a negar frente a la familia de tu amiga?
- No... ¡Por dios! Me he olvidado de llamar a Nicky para darle detalles de mi ubicación ¡Se molestará conmigo!
- ¿Y no tendrás en dónde dormir?
- Tristemente no.
- Pues si eso pasa, te quedas en mi casa, ¿vale?
- ¿Y si eso no pasa?
- Igual.
- O sea sí o sí.
- Claro, hay que aprovechar al máximo todo este tiempo perdido.
- ¿Perdido? ¡Estás exagerando!
- Eres increible Antonia Peppermint, cualquiera desearía estar contigo así...
No supe qué responder, así que sólo lo besé y lo abracé. No estaba acostumbrada a que me trataran de esta manera, quizá para él es normal tratar a todas así ¡Quizá a cuántas les dijo lo mismo! No. No quiero pensar en eso. Ahora sólo me dejaré llevar por el hoy.
Después de almorzar llamé a Nicky:
- ¿Nicky?
- Por fin Antonia, estuve esperando tu llamado.
- Tengo muchas cosas que contarte...
- ¡Es narcotraficante! Siempre lo supe...
- Eh no, no creo.- reí.- otras cosas. Cuando llegue te lo digo todo.
- Con lujo de detalles.
Aún era temprano así que fuimos a nadar a la playa. Nos tomamos muchas fotos y luego llegaron dos de sus amigos, cuando André los vio les contó de inmediato sobre nuestra relación y ellos en vez de notarse felices pusieron caras propias de un funeral y se fueron.
- ¿Quienes eran ellos?
- El castaño era Max y el rubio era Chris.
- Tengo una amiga que se llama Cristina y le decimos así.
- Ah, él se llama Christopher.
- ¿Y por qué esas caras de funeral?
- Al parecer también te ubicaban y...
- ¿... y?
- ... Y les dololió que ya no estuvieses disponible...
- ¿Disponible? Ni que fuese prostituta.
- O sea, que ya no estés soltera.
- Meh, bien raros tus amigos eh.
- Pero si ¿acaso no te he dicho que cualquier hombre mataría por usted, mi princesa?
- No.
- Ahora te lo digo entonces.
- Ay, no, eso no es necesario, no lo digas más.
- Está bien. Te quiero.
- Eso sí, dímelo siempre.
André me besó y me preguntó si quería irme, a pesar de que todo estaba perfecto tenía que volver a la casa, habían muchas cosas que contar.
- Adiós, mañana te llamo, niña linda.
- Adiós, ya quiero que sea mañana.
- Hola.- Salió Nicky de su puerta.- ¡Oh por dios!... Soy Nicol.
- Hola y adiós Nicol.- André la saludó de beso en la mejilla y luego me besó por última vez.- Que duermas bien.- Se dio la media vuelta y se fue.
- Pero que...- Nicky estaba sorprendida.
- Entremos a tu habitación y te cuento todo.
- Okay, vamos.